Capítulo 18; Una semana en Rusia, con Rusia 0.3; Paseo por Moscú.

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Todos en la casa del Ruso ya hacían dormidos excepto por alguien y ese alguien era México.
Se suponía que era el mas cansado después del viaje y sí, habia dormido un buen rato pero al parecer todo ese sueño y ese cansancio había desaparecido en el poco sueño que recolectó.
Era como esa típica anécdota donde estabas tan cansado y lo único que querías era llegar a descansar a tu cama, y cuando ese momento llegaba no podías pegar los ojos. Sin éxito alguno, México un poco harto tomo su teléfono, eran las 4;33 a.m. del otro lado seria de tarde, así que se metió a uno de los chats.

Vene, ¿estás ahí?

México? Que no se supone que allá es de noche aún?

Sí pero no puedo dormir, Rusia está dormido y no sé qué hacer.

Ponte a contar ovejas o las veces en que USA a hecho algo malo, siempre funciona.

Ya lo intenté y nada, realmente siento como si fueran las tres de la tarde.

Mmm, ponte a ver memes o algo, te diría que te hago compañía pero voy a salir con Argentina a un mandado. Pero ante cualquier emergencia llámame marico.

Chale, está bueno, gracias we.

México dejo su celular a un lado mientras veía el techo sin buscar algo en específico, de todas formas ya había dado por perdido el sueño que lo atormentaba todo el viaje.


Mientras esperaba cualquier cosa preparada por el destino, su estómago rugía por hambre, era algo raro ya que sí había cenado algo de pan y el té que Rusia les había preparado. Aún así al parecer eso no bastó para que su estómago estuviera satisfecho.


Fue entonces que se levantó de la cama, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, recordó que estaba a mitad de un bosque donde la temperatura bien podía ser de -0 grados, así que tomo la gran cobija que el eslovaco le había brindado para ponérsela encima, seguida de eso tomó su celular. Abrió con cuidado y sin hacer demasiado ruido la puerta, se asomó por el pasillo que todos los demás estuvieran en cama, la teoría fue confirmada al ver todas las puertas cerradas. Con su celular, encendió la linterna para poder ver bien en medio de toda la oscuridad y de puntillas para dirigirse a la cocina. Su recorrido fue un éxito, aunque en algunos pasos pisaba la cobija y ya sentía que iba a azotar contra el suelo e ocasionaría una gran escena.

Dejó su teléfono en la mesa para abrir el refrigerador, al parecer Rusia había hecho las compras para la ocasión de su visita, pues en una de sus miles de llamadas el euroasiático le había declarado que no comía mucho, o al menos no lo creía "necesario". México se quedó analizando la situación unos momentos, volvió a fijar la hora en su teléfono; las 4;58 a.m. no tenía definida la hora en que Rusia se levantara, pero este le había dicho que saldrían temprano para el recorrido en la ciudad.


Así que se le vino una idea a la mente.


Tomó algunas cosas del refrigerador y se puso manos a la obra, obviamente, sin hacer mucho ruido.


El sol ya se podía apreciar por todos los rincones de la casa, eran exactamente las 8;17 a.m. y el euroasiático empezaba a moverse de un lado a otro para después abrir sus ojos con algo de pesadez, se estiró un poco para después levantarse de la cama y salir de su cuarto. Mientras pasaba por el gran pasillo, pudo notar la puerta del cuarto de México abierta, algo que lo sorprendió mucho.

-¿México? -Dio una rápida mirada a su cuarto para ver que no había nadie ahí.

El olor de comida junto a la canción de un señor que venía de abajo lo hizo separarse del cuarto e ir directo a las escaleras, se asomó un poco y pudo ver a México haciendo algo de comer, se extrañó mucho así que fue directo hacía él para ver lo que estaba tratando de hacer.

«Esto no es Amor.»Where stories live. Discover now