Capítulo 19: Una semana en Rusia con Rusia 0.4: Padres y Pesadillas.

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¿Quién es esta pequeña criatura?

Mi hijo, el próximo Imperio Azteca.

Me imagino que será un gran líder, amor mío.


México despertó asustado.
¿Hace cuánto no tenía pesadillas con aquellos recuerdos?

Hacía más frío de lo normal, era de noche aún. No era posible, no podía tener uno de esos ataques, y menos en casas ajenas. Tomó su teléfono tratando de contactar a sus amigos, Chile, Venezuela, Perú, Argentina, quién sea que lo tranquilizara. Sin embargo, fue en vano.

"Buzón de voz, la llamada se cobrara después del siguiente tono."

Renegó un poco para dejar su teléfono a un lado, tomó la cobija y salió del cuarto. Procuró no hacer demasiado ruido.


Bajó las escaleras, fue directo a la sala y trato de prender la chimenea mientras intentaba calmarse. Cuando vio con éxito el fuego salir poco a poco, se sentó en el suelo tratando de analizar todo lo que había pasado.

Hagamos un reencuentro... si no se equivocaba, era la 789 vez en la que soñaba con lo mismo. México dejó salir un pesado suspiro mientras frotaba su rostro con sus manos, era un infierno tener esa clase de recuerdos. Empezaba a calentarse, quitó sus manos de su rostro para fijar su vista al fuego. Ese fuego que para pocos ojos, podía mostrar figuras y más con el humo o el resplandor de la combustión. Ese fuego... que le trajo tan malos recuerdos, que le hizo perder todo lo que quería, todo lo que amaba y todo lo que alguna vez le perteneció.




¡Nana!

El pequeño lloraba sin piedad alguna buscando a su madre entre el pueblo incendiado, se había descuidado un segundo y todo esto ocurría. Se suponía que debía tener todo bajo control, ¿pero cómo? Solo era un niño y sin ayuda de sus guardas el trabajo era más complicado.

¡Crío!

España lo había encontrado, el pequeño no lo dudo dos veces y se acercó a este. El mas grande lo cargo en brazos para salir de todo ese lugar que se consumía rápidamente entre las llamas.


Llegaron a las orillas de la costa donde podían estar a salvo. Algunos hombres de España y muy poca civilización perteneciente del imperio azteca estaban con vida.

¡Qué bueno que te encuentro! ¿Te imaginas que te hubiera perdido? -Hizo una pausa para bajarlo y voltear hacia sus hombres -¿Todos estáis bien?

¿Dónde está mamá? -Exclamo el chiquillo aún llorando.

De cierta manera, al "Nuevo mundo" le destrozaba verle así, pero no podía mentirle aunque decirle a un niño "mate a tu madre" tampoco era la mejor manera. Pasó una de sus manos a sus mejillas y le retiró las lágrimas que caían por su rostro.

Ahora todo será diferente, Nueva España.




Todos esos recuerdos le traían dolor. Sin haberlo notado, ya estaba llorando, oh pobrecita colonia, cuanto había sufrido con la compañía de aquel hombre.

-¿México?


El mencionado se asustó, volteó a sus espaldas y vio al tricolor eslovaco quién lo veía confundido pero preocupado al mismo tiempo.


-¿Estás bien?

-¡Rusia, yo...! Lo lamento. No creí haberte despertado.

-Eso no responde a mi pregunta, ¿qué sucede?

-Y-yo... tuve una pesadilla. -Comentó avergonzado mientras se limpiaba las lágrimas con su antebrazo.

-Ya veo. ¿Quieres hablar sobre ello? -Hubo un momento de silencio mientras el eslovaco esperaba una respuesta, mientras la esperaba decidió volver a tomar la palabra. -Es normal tener sueños horribles, a todos nos sigue pasando. Hasta mí.

México se sintió un poco más confiado -Fue sobre España... mi antiguo "padre" -Decía con cierta pizca de ironía y haciendo comillas entre sus dedos.

Rusia se sintió intrigado, así que decidió sentarse frente a este. -¿Padres, eh? Es entendible.

-... A veces me pregunto qué hubiera pasado si nunca me hubiera conocido.


-Son preguntas profundas. Se ve que le tienes un gran rencor.

-No es eso... bueno sí -se encogió de hombros -pero, dime, si hubieras tenido... mamá, y que llegue alguien a quitarla de tu vida para que el hombre que estuvo con ella se autodeclare tu progenitor, ¿qué harías?

-Obviamente una guerra en contra de él -Respondió con naturalidad.

-Ten en cuenta que eres un niño y no puedes hacer nada ya que no tienes nadie a tu lado.

-Ah -se detuvo a analizar la situación un poco más profundo. Es cuando se le vino a la mente, ¿qué diría Alemania? Y fue cuando una anécdota apareció por su cabeza -Sabes, esto me recuerda a la vez en que Ucrania tuvo su incidente.

México se sintió algo extrañado.

-Éramos adolescentes cuando tuvo el incidente. Fui el que más se preocupo por ella, pero papá no me dejo ayudarla. De hecho, a nadie, temía que pasara a mas grave. En fin, ella me tuvo un gran odio y de hecho, ese rencor a veces se lo guarda bien en la actualidad. En esos tiempos lo deteste como nunca antes.

-No estoy entendiendo nada.

-A lo que quiero llegar, a veces los padres tienen maneras horribles de educar a sus hijos a ciertas edades, y cuando menos te lo esperas, eres libre. Ya no dependes más de ellos. Nadie que te diga qué hacer, lo que está bien y lo que está mal. Tal vez no estoy ayudando mucho porque no sé muy bien lo que sucedió con España y contigo en aquellos tiempos. Pero mira, al final de todo te independizaste, ¿no?

-Sí...

-¿Recuerdas como se sintió?

-Como... si me quitara las cadenas que traía. Como respirar aire fresco, ¡cómo el sueño que se cumplió a pesar de que fuera inalcanzable!

-Y todo eso se te recompensó. Todo el karma te hizo un gran favor.

-Mi... madre, antes de morir dijo que me convertiría en un gran hombre.

-Y lo eres. Te aseguro que ella está feliz por ti donde quiera que esté.

Aquellas palabras le habían llegado, de nuevo sus lágrimas estarían a punto de desplomarse.

-¿Pu-puedo abrazarte? -Comentó el latino tratando de aguantar antes de que todo fuera un caos con sus sentimientos.

El euroasiático se sorprendió, aquella pregunta tan repentina le parecía extraña, ¿será porque este no solía mostrar "afecto" la mayoría de veces?

-Claro... -Respondió mientras abría sus brazos.

México dejo la manta a un lado para caer en sus brazos y su cabeza hundirse entre su hombro. Era la primera vez después de mucho tiempo en la que Rusia era testigo de ver a sus compañeros llorar.


Cuando el latinoamericano se calmó recostó su cabeza en el hombro del otro. Cuando Rusia le mencionó a URSS llegó a cierto punto incomodarle. No creía que su ex compañero aliado de guerra fuera tan así. Ahora comprendía un más esa vez que recurrió su ayuda con comida.

-Rusia...

-¿Sí?


-... gracias.

-No es nada México.

No queria agradecerle (al menos no en ese momento), pero pensó en que si sacar el tema de URSS sería buena idea o no. Sea como sea, mientras más pensaba en eso volvió a caer en manos de Morfeo.



«Esto no es Amor.»Where stories live. Discover now