15 de diciembre

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Querido diario:

Hace quince minutos recibí una llamada de Fabiana. Llamó para avísarame que la fiesta de Daniela, la da esta noche y no mañana. Así que voy a tener que correr, para poder comprarme algo lindo que ponerme, y un buen regalo para mí compañera. 

11:00 AM

Cuando llegué de comprar las cosas que necesitaba, mamá me dio una muy mala noticia.

            —¿Dónde anduviste, corazón? —Mamá preguntó al verme entrar por la puerta.

            —Salí de compras para esta noche —contesté.

            —¿Esta noche?

            —La fiesta de cumpleaños de Danny —le expliqué.

            —Oh, Dios. Te olvidaste —murmuró.

            —¿De qué?

            —Hoy tienes que trabajar de niñera.

            —¡Mierda! —exclamé con rabia.

7:30 PM

Llegó la nena.

8:15 PM

Creo que me voy a desmayar. Cuando me senté a conversar con la nena, me llevé una gran sorpresa. 

            —Pequeña, ¿cómo te llamas? —pregunté y me senté a su lado.

            —Emma Morris —contestó con una dulce voz.

            —¿Morris?

        —Sí.

        —¿Eres algo con Derek Morris? —quise saber.

        —Sí, es mi hermano mayor.

        Me quede con la boca abierta, porque no podía creer que estaba cuidando a la hermana de Derek.

10:20 PM

Mis amigos se deben estar divirtiendo en la fiesta, mientras que yo estoy sentada mirando la Sirenita con Emma.  

1:30 AM

 Ya era demasiado tarde para que una nena de seis años esté despierta, así que decidí mandarle un mensaje a su hermano:

                        Derek, disculpa si te estoy molestando, pero creo que ya es tarde para tu hermanita.

            Me contestó inmediatamente.

                        Me lo olvide por completo, perdón. ¡Estoy en camino!

Diez minutos después sonó el timbre avisando que Derek se encontraba en la puerta.

            —Aura, perdón —se disculpó.

            —No pasa nada —dije.

            —No puedo creer que me haya olvidado.

            —No pasa nada —repetí.

            —Bueno… ¿Dónde está?

            —Allá, dormida en el sofá —Señalé el living.

            —¿Puedo pasar?

            —Sí, claro.

            Caminó en dirección a su hermanita.

            —Gracias por cuidarla —dijo levantando a Emma del sofá.

            —Fue un placer —Sonreí.

            —¿Mamá ya te pagó?

            —Sí, hoy cuando la dejó.

            —Ah, bueno —dijo—. Entonces, creo que es mejor que la lleve a casa.

            —Sí, es lo mejor.

            Él me sonrió.

            —Gracias, otra vez.

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