23 de marzo

4K 166 11
                                    

Querido diario:

Maldigo la hora en que fui tan estúpida, como para detenerme a conversar con Sally. Cuando estaba tomando todas mis pertenencias para poder emprender el camino a casa. Y así ser capaz de acompañar a mi querida madre a su cita con el obstetra. Sally salió de la nada para hacerme la vida imposible.

                —Aura, espera por favor.

                Era Sally corriendo detrás de mí.

                —¿Qué pasa Sally? —pregunté mientras paraba de caminar.

                —¿Podemos hablar?

                Asentí.

                —Bueno —me miró—. Vamos y sentémonos en los banquitos de afuera.

                —Está bien.

                Caminamos hasta la salida de la escuela.

                —¿Qué sucede? —Ambas nos sentamos en un banco largo.

                —Quiero preguntarte algo.

                —Rápido por favor —miré mi reloj porque se me estaba haciendo un poco tarde—. Tengo que acompañar a mi madre al obstetra.

                —¿Amas a Derek?

                Me sorprendió con su obvia pregunta.

                —¿Bromeas conmigo? —susurré un poco irritada.

                Negó con la cabeza.

                —Sabes que lo amo. Que siempre lo hice.

                Ella suspiró teatralmente.

                —Yo también lo hago —dijo.

                —Bueno, de eso no estoy tan segura —musité.

                —¿Por qué lo dices?

                —¿No recuerdas que lo abandonaste? —Fruncí el entrecejo—. Rompiste su corazón.

                —No me lo digas así.

                Se movió nerviosa.

                —Es la pura verdad.

                —No quería lastimarlo —susurró—. Solo quería salir de esta maldita ciudad.

                Puse los ojos en blanco al escucharla decir esa idiotez.

                —No culpes a la ciudad por no saber qué es lo que realmente quieres.

                —Sí que lo sé. Lo quiero a él conmigo —lo dijo muy segura.

                —Lo siento, Sally. Pero ahora él está conmigo.

                Parpadeó.

                —Puede estar contigo pero nunca será tuyo completamente.

                —Ni tuyo —repliqué

                Ella me fulminó con la mirada.

                —¿Él alguna vez te dijo que te amaba?

                Hubo un largo silencio de mi parte.

                —Me lo imaginé.

Para Verte Sonreír  (completa)Onde histórias criam vida. Descubra agora