06 de febrero

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Querido diario:

Esta mañana, invité a Derek a desayunar juntos en mi cafetería favorita. Pero él fue a casa un rato antes de lo acordado porque estaba diluviando. Así que cuando calmó un poco la lluvia salimos con unos impermeables puestos, y también con un par de paraguas para no empaparnos.

            Cuando por fin llegamos a Coffeland subimos a su segundo piso, porque ahí es donde se encuentran los livings. Y debo decir que es el lugar que más me gusta de la cafetería, porque tiene una cristalería que permite divisar la hermosa vista de la ciudad, y aparte de que es súper cómodo estar allí.

            —Yo nunca he venido aquí.

            —¿Qué? ¿En serio? —Le pregunté a Derek.

            —En serio…

            Él me sonrió cálidamente.

                —Qué lindo se ven los tortolitos.

            Apareció Joshua detrás de nosotros. Él estaba vestido de pies a cabeza con el uniforme de la cafetería.

         —Joshua, no sabía que trabajabas aquí —dije sorprendida.

        —No lo hago, querida —Hizo una pausa—.Mi hermano es el que trabaja aquí, pero está enfermo así que viene a cubrir su puesto hasta que se mejore.

        —Eso es muy dulce de tu parte.

        Derek me rodeó con sus brazos, y con ello entendí su mensaje.

            —Derek —dije—. Él es Joshua, mi mejor amigo.

            Él se limitó a sonreír.

         —Él amigo gay de Aura —Me corrigió Joshua.

        —Oh, genial. Yo soy… —Derek aclaró la garganta.

      —Sé perfectamente quien eres—murmuró—. Pero igual mucho gusto en conocerte oficialmente.

            Derek arrugó la nariz. 

            —Es que Aura me habló mucho de ti.

        —¡Fenomenal! Y el gusto es mío… —dijo mi novio, tratando de recordar su nombre.

            —Joshua, corazón —Le guiñó el ojo.

            —Claro.

            Joshua nos señaló para que nos sentemos en los sillones. Y nosotros le hicimos caso.

            —Bueno, chicos. ¿Qué van a querer desayunar?

        —Dos Cappuccinos y Scones de arándanos —dije sonriendo.

        —Espérenme unos minutos que ya vuelvo con el desayuno.

        Derek y yo asentimos, mientras mi amigo se iba alejando por un largo pasillo.

        —Parece simpático tu amigo.

        Él tomó mi mano y la acarició.

        —Lo es. Es un amor de persona.

        Lo miré y sonreí.

Para Verte Sonreír  (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora