19 de ferbrero

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Querido diario:

Tú no puedes imaginar cuanto amé a Derek hoy. Él vino esta tarde a casa a pedirme encarecidamente, que lo acompañara a Cueva de tinta para hacerse un tatuaje en su brazo derecho. Al final le dije que no lo haría, porque no estaba de acuerdo en que se haga una cosa de esas en su cuerpo. Pero después de haberme rogado por media hora, me terminó convenciendo. Y lo acompañé.

            Cuando llegamos la sala de tatuajes estaba repleta de gente, por lo tano tuvimos que esperar alrededor de una hora para que fuera el turno de Derek. Y cuando por fin nos tocó, una chica nos hizo pasar a una habitación donde estaba la persona que le haría el tatuaje. Derek se acostó sobre una camilla que allí había, y yo me senté en un banquito al lado suyo.

            Después de unos pocos minutos la frase My Savior estaba tatuada sobre piel.

            —¿Te gusta mi tatuaje?

            —Sí. Pero sigo manteniendo mi postura —susurré.

            —Pero te gustó —Comenzó a bailar extrañamente a mí alrededor.

            Puse los ojos en blanco.

        —¡Qué infantil eres! —exclamé

        De un tirón me trajo hacia él.

        —¿Lo soy? —Me miró y sonrió muy seductoramente.

        Detesto con toda mis fuerzas que él haga eso, porque sabe muy bien que es una de mis malditas debilidades.

        —Sí, si lo eres.

        —Tal vez tengas razón —Me soltó.

        —Siempre tengo razón.

            Me lanzó una mirada.

        —Después él presumido soy yo —Hizo una mueca graciosa.

        Ambos nos reímos a carcajadas.

        —Pero debo admitir que sí me gustó —dije.

        —Eso es fantástico, porque me lo hice pensando en vos.

        Quedé paralizada al escuchar eso.

        —¿Qué?

        —Sí.

        La bella sonrisa de Derek se fue desvaneciendo muy lentamente.

        —A mí me rompieron el corazón en mil pedazos.

        Asentí tristemente.

        —Y cuando estas así de roto, toda tu vida se convierte en una maldita oscuridad —Suspiró—. Me sentía totalmente perdido. 

        Un par de lágrimas se me escaparon.

        —Pero a pesar de eso tuve muchísima suerte —secó mis lágrimas con su pulgar—, porque te tuve siempre a mi lado ayudándome a salir de las tinieblas.

        Apoyé mi rostro sobre su ancho pecho.

        —Derek… haría cualquier cosa para verte sonreír —Lo miré con ternura.

        La boca de Derek se abrió en una amplia sonrisa.

        —Tú salvaste mi corazón. Eres mi salvadora. 

Para Verte Sonreír  (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora