03 de febrero

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Querido diario:

Definitivamente odio las bromas de Derek. Hace un par de horas atrás él me propuso ir a su casa a ver una película de terror, que había comprado en la tienda de videos esta mañana. Claramente acepté porque disfruto pasar cada momento a su lado.

Después de un largo rato nos habíamos quedado sin pororó, por lo tanto fui a la cocina de Derek a preparar un poco más, ya que a la película aún le faltaban unos cuantos minutos para terminar.

Cuando estaba terminando de separar los pororós en dos tazones diferentes para que no se mezclaran los dulces y los salados. Las luces de toda la casa se apagaron de forma repentina. Así que caminé hacia el living para ver si Derek aún estaba ahí o si había ido a ver qué sucedió con la electricidad.

            —¿Derek?

            No recibí ninguna respuesta.

            —¿Estás aquí? —pregunté tratando de ver en la oscuridad.

            Me quedé inmóvil porque escuché un ruido.

—Derek, esto no es  gracioso.

            Estaba  tan enojada y a la vez asustada.

            —Derek —susurré.

            De pronto sentí unas manos sobre mis hombros. Inmediatamente comencé a gritar como una desquiciada. Y unos segundos después escuché la risa incontrolable de Derek.

—Vete a la mierda —grité.

El encendió las luces y se acercó a mí con una gran sonrisa en su rostro.

            —Te odio, Derek.

            Le pegué puñetazo suave en el pecho.

            —Lo siento, nena —Él rió —. ¿Me perdonas?

            No le respondí.

            —¿Te enojaste? —preguntó haciendo puchero como un niño de tres años.

            —Sí.

            Se largó a reír a carcajadas.

            —No le veo la gracia —Lo fulminé con la mirada.

            —No seas tonta, ven aquí —Me envolvió entre sus brazos.

            —No lo hagas más.

            Se rió y asintió.

            —Te lo prometo —Me estrechó a él un poco más.

Para Verte Sonreír  (completa)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt