Prólogo

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Ya era mediodía.

Y Sena conducía con una rapidez propia del entusiasmo, protestando y evitando sagazmente el tráfico. Había pasado gran parte de la mañana sin despegar los ojos del ordenador, ultimando los detalles de su próximo proyecto hasta que recibió un email anunciando el inicio de una semana de lectura muy peculiar en la biblioteca que solía a frecuentar. El sitio de Myhon anunciaba el comienzo de un evento de exposición y venta de ejemplares clásicos. Sena sabía lo importante que era esa semana. "Sucede una vez por siglo" pensó entusiasmada. Sena amaba la literatura clásica. Su pasión estaba en hallarle el orden a los hipérbatos y adoraba lo hermosas y poéticas que sonaban las antítesis. El placer de internarse en otro mundo era para ella una sensación indescriptible.

Dejó su auto en el aparcamiento de la biblioteca, y miró el cielo nublado que amenazaba con la caída de la lluvia y estimó en la posibilidad de necesitar una sombrilla. "No creo que la necesite" pensó "De todas formas no voy a demorar demasiado, todavía tengo cosas pendientes en la oficina" Y con el marcar de sus tacones se dirigió hacia la entrada. Incómoda por la rapidez del trayecto, acomodó la falda lápiz que se había plegado alrededor de sus caderas y la camisa de manga larga que se había arrugado por el viaje. Entró en la biblioteca y la recibió con la cálida sonrisa de siempre Iwarai Mayu una íntima amiga de ella y su marido.

Sí, Sena era casada. Pero la verdad es que, no le gustaba hablar mucho de este tema en particular.

El catálogo contenía las principales obras en exposición y sus sinopsis. Sena cada vez se emocionaba más. Por primera vez en años, los primeros títulos que se encontraban expuestos no los conocía. Apenas había oído hablar de algunos. Era una sensación satisfactoria y dolorosa a la vez pues Sena no se consideraba a sí misma como una amateur. Pero eso no la decepcionó, sino que con mayor alegría se dirigió hacia la sección donde se encontraban.

Caminaba por entre los pasillos con la seguridad que le brindaba el hecho de ser cliente habitual. Sena conocía la biblioteca como si esta fuese una parte de ella. En su rítmico caminar movía su coleta caoba de un lado a otro, que, de exponer su verdadera naturaleza resaltaría en volumen. Este era el lugar donde estaban contenidas todas sus fantasías, una diferente en cada página de un libro. En su casa tenía una pequeña biblioteca y siempre buscaba la posibilidad de poner otro ejemplar en ella, aunque no tuviese el espacio suficiente. Porque, si algo amaba Sena, a pesar de lo muy costoso que podía ser, era el olor de un libro mezclado con un café crème. Sí, Sena era japonesa, pero a diferencia de muchos apreciaba algunas de las tradiciones extranjeras.

La biblioteca Myhon era su lugar de escape y la verdad, no valoraban el agraciado tiempo que se podía pasar allí, lo que permitía que el silencio casi absoluto no fuese nunca interrumpido. El pasillo que siempre estaba lleno era el de manga, alborotado con la alegría de los más jóvenes apasionados por este género. No entendía por qué ellos no eran capaces de apreciar un libro sin imágenes y despreciaba cuando ellos decían que los libros así eran aburridos. Para ella no había nada mejor que el placer de imaginarse los escenarios basándose únicamente en las descripciones y en su mente como medio. Era celestial cuando una situación te tomaba por sorpresa y podías imaginártela una y otra vez. Pero sabía que el hecho de que ellos terminasen apreciando más los libros con imágenes no iba a cambiar por mucho que la sociedad insistiese.

Volvió a sentir esa mirada.

Sabía que la estaba siguiendo y se lo confirmaban no sólo el eco del marcar de sus pasos chocando con las abarrotadas estanterías, sino la aguda punzada que sentía en su cuello. Incluso había sentido esa sensación escalofriante fuera de la biblioteca. Se había dicho muchas que se estaba volviendo algo paranoica debido a su obsesión de tenerlo todo en orden. Se decía, cuando se encontraba en esa situación que necesitaba vacaciones "Sí, necesito unas vacaciones" se repetía y pensaba en esta posibilidad como algo positivo. Cuando Sena se embebía en esa cuestión consideraba el hecho de irse con su marido. Urgía su deseo de estar un momento a solas con él, en una playa o en un hotel, no importaba si no salían del país, lo único que quería era consumar su matrimonio decaído prematuramente.

Tentación (Ruki Mukami)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon