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Sena no era de las chicas que fantaseaban con encuentros sexuales. Sena pensaba más en noches románticas donde los amantes se entrelazan de las manos mientras miraban las estrellas.

Pero, bajo el cuerpo de su amante sentía que era deseada como algo más que una mujer.

Sena estaba tirada en su cama y se quedó dormida. Soñó con ese encuentro. No, no lo soñó, revivió cada detalle y quiso que se volviera a repetir. Entendía ahora el porqué de los amantes. Antes le hacían creer que eran innecesarios, que destruían las hermosas relaciones. Pero ahora entendía el porqué de la preferencia.

Sintió la cama hundirse a su lado y alguien tocar su cintura. Su cuerpo rechazó la caricia casi de inmediato. Sena abrió los ojos y encontró el rostro de su marido mirándola inquisitoriamente.

- Es raro que te quedes dormida antes de que llegue –dijo el marido con preocupación- ¿Te pasa algo? ¿Te sientes mal?

Sena se compadeció por segundos de su marido. Él había llegado temprano ese día, pues, a diferencia de otros el reloj sólo marcaba las ocho y media. Pero estaba exhausta y satisfecha. Y lo peor era que no se arrepentía de nada, y su cuerpo coincidía con ella. Quería irse de ahí. Le hacía repulsión su presencia y eso empezaba a asustarle.

- Sólo estoy cansada –le respondió Sena con una sonrisa, y se acomodó en la cama, dándole la espalda.

- ¿En serio está todo bien? –insistió el marido preocupado. Takashi empezaba a pensar que ella se había enfadado con él y desconocía la razón.

- Sí... -dijo Sena bostezando- Sólo necesito descansar.

- Pensé que hoy podríamos... -dijo el marido sugerentemente. Sabía que no había cubierto las necesidades de su mujer por un largo tiempo.

- No... -dijo Sena en tono de protesta- estoy muy cansada... sólo durmamos por hoy... ¿sí?

- Está bien... -dijo Takashi poco convencido.

Takashi había notado un cambio radical en la actitud de su mujer. Ella se mostraba más renegada y había alterado algunas de sus costumbres. Por la mente de Takashi pasaban las posibilidades, pero no quiso pensar demasiado en ello. Al fin y al cabo, él también estaba cansado. Abrazó a su esposa como lo hacía cada noche, y Sena otra vez, apenas pudo dormir.

Se habían visto una sola vez Ruki y Sena. Luego de ese encuentro fue como si él se hubiese esfumado y Sena no podía evitar enfadarse y desearlo al mismo tiempo. Ya no sentía culpa por su marido, pero por mucho que quería no podía dejar lo seguro por lo inseguro, porque, en el fondo de su corazón todavía sentía algo.

Pero Sena había caído en los encantos de Ruki como Eva cayó en la tentación de la serpiente.

El pecado sabía a éxtasis. Y ella deseaba vivir al máximo el clímax.

Amó cuando probó su manera de besar, la malicia escondida en cada una de sus caricias y el sonido de su voz adornando las más pervertidas palabras.

Era perfecto. Era celestial comparado con todo lo que había vivido tanto en su vida real como en sus idealizaciones de Sade.

Ruki no se había esfumado. Él estaba esperando el momento adecuado para volver a aparecer. Quería hacer crecer la lujuria de Sena para hacer de su segundo encuentro uno más intenso.

Ruki recordaba todo lo que le había hecho sentir, tanto a ella como a sí mismo, esa experiencia. Recordaba cada una de sus palabras y sus gemidos se dejaban escuchar en su mente en ocasiones, dejándolo aislado en sus pensamientos. No había podido hacerle todo lo que quiso. No sabía cuánto podía llegar a impresionarla el hecho de que él fuese un vampiro. El desconocimiento de sus pensamientos lo fascinaba y lo frustraba.

Pero lo que lo había desencantado más de ese encuentro era el hecho de que no pudo tenerla justo como quiso en un principio. Había retenido las ganas de morder su cuello justo cuando empezó a besarlo. Sentía bajo su fina y blanca piel la rapidez con la que recorría la sangre.

Cuando la conoció había percibido ese olor dulce con un toque característico entre la multitud. Era imposible confundirlo. A diferencia de la sangre exageradamente empalagosa que solía probar, ese olor prometía un pequeño toque picante mezclado con la dulzura.

No había alcanzado su nivel máximo. No había podido escuchar los gemidos que realmente quería escuchar. No había podido disfrutar por completo de sus curvas. Frustración, no existía ni un sinónimo que lo sustituyera.

Necesitaba manchar su cuerpo con el líquido carmesí, más que con su propia sustancia. Encontraba incluso más artístico hacer de ella una amante sangrienta. Pero se había contendido porque quería hacerlo como un humano. Sabía que iba a ser difícil alcanzarlo, y efectivamente, fue incompleto, incluso fue doloroso. Sabía la relación tan estrecha entre el dolor y el placer. Él la utilizaba y todos sus semejantes, pero ese dolor nunca se convertiría en placentero.

Pero a pesar de esa sensación imperfecta había disfrutado el momento.

Ruki recordaba cada sensación y cada sonido. Había imaginado sus curvas bajo la ropa, pero tener la oportunidad de explorarlas al desnudo era un verdadero mérito. Si pensaba ambiciosamente, justo como solían hacerlo la mayoría de los hombres, ella estaba en el promedio. Era una mujer baja con una cintura de avispa que hacían resaltar la perfección de sus caderas. Tenía unos pechos redondos no muy grandes. Sus aureolas en una primera instancia eran grandes y sonrosadas, apenas se distinguían y hacían ver sus senos más pequeños, pero a medida que avanzaba la excitación de su cuerpo se contraían, creando un pezón firme y oscuro. Ruki recordó el sabor de ese pezón y se relamió. Había sido delicioso probar un encanto como ese. Su abdomen era tan sensible como su oreja, aceptando cada caricia como una invitación a acercarse y a adentrarse en ella. Había probado la humedad de los labios entre sus vigorosas piernas. Era hermosa. Era perfecta. Quizás no era lo que todos idealizaban, pero tenía la proporción que Ruki quería.

Pensó en su hipersensibilidad. Pensó en la palidez de su piel y lo bien que se veía ese color sonrosado por la vergüenza. El contraste entre su pelo y su tez. Lo dilatadas que se habían vuelto las niñas de sus ojos, tanto que apenas podía verse su iris. La curva que había hecho su espalda justo cuando se había escurrido entre sus piernas.

Ruki se había desconcentrado demasiado, y el bulto empezaba a crecer entre sus pantalones. "Este es el efecto que ella me produce" pensó mientras sonreía para sí "Y ni siquiera la he probado justo como la deseé"

- Alguien aquí huele muy bien y está muy sonriente –dijo una voz melosa a sus espaldas- ¿Ruki dónde conseguiste ese perfume?

La voz de su hermano menor había interrumpido sus deleitantes pensamientos. Lo peor era que, no era el único que se sumaba a la desagradable conversación que se estaba por iniciar. Por lo menos para Ruki, que era el centro de atención.

- A mí me parecía que algo aquí olía a gato encerrado –dijo su otro hermano, Yuma que entraba en el salón por la puerta principal, quitándose las botas llenas de barro- ¿En quién estabas pensando? –agregó con tono burlón, señalando el estado de excitación de su cuerpo.

- Eso no tiene importancia –dijo Ruki, fingiendo que continuaba su lectura, tratando de ignorarlos por completo.

- ¿Dónde la conociste? –dijo Kou, el que había iniciado el debate- ¿Es bonita? ¿Qué edad tiene? ¿Es tan deliciosa como promete su olor?

- ¿Lo has pasado bien? -dijo Yuma sonriente, mientras se tiraba en el sofá a tomar un descanso.

- Me la he pasado muy bien –dijo Ruki con mañosa voz, pues, por mucho que le molestaba ser el centro de atención no podía evitar unirse al entusiasmo de sus hermanos.

- Parece divertido... -dijo Azusa, el menor de todos, que se caracterizaba por su humilde corazón y la lentitud de su voz- ... ¿Me llevas contigo?

Los otros dos contuvieron las carcajadas. Para Ruki, esta iba a ser una larga tarde.

...

Pero Sena no se rendía fácilmente. Estaba en la biblioteca otra vez, esperando que él llegara. Tenía una corazonada y se iba a aferrar a ella. Compró unos ejemplares mientras esperaba e incluso leyó con avidez algunos, pero sentía que el reloj de la biblioteca por primera vez iba demasiado lento.

"¿Cuándo pensaba aparecer?"

Tentación (Ruki Mukami)Where stories live. Discover now