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Sena había pasado toda la noche sin el deseo de cerrar los ojos y cada vez que recordaba todo lo que había pasado estallaba en lágrimas. No podía concebir lo que había hecho. Pero, de alguna manera lo había considerado necesario. Había tomado esa pastilla luego de llevar a cabo la mayor falsedad de su vida. Sena había fingido lo que para ella era algo que no se podía hacer. Y lo peor era que no sabía por qué. Su marido yacía en la cama y ella aún recorría la casa desnuda con los recuerdos que le quedaban de lo que había pasado en el día.

Sena había fingido un orgasmo.

Esa mañana ella había ido con Takashi al médico a retirarse su DIU. La doctora le había pedido discreción y su marido sin protestar había salido de la consulta. La doctora miraba a Sena y volvió a preguntarle si eso era lo que verdaderamente quería. Sena asintió, aunque deseó gritarle que no lo hiciese.

Sena no quería tener una razón más para atarse a Takashi. Eso significaría, indudablemente, más daño para ambos cuando hubiese obtenido el valor suficiente para contárselo.

Pero, quizás esto parezca pequeño frente al hecho que le apretaba el corazón.

Caminaba por la calle arrimada al brazo de su marido. Ella sabía que él estaba ahí. Lo percibió. Sentía su frío entre la multitud y lo peor era que su olor había pasado por su lado. Había sentido su aura tranquila. Ella no había reunido el valor para mirarlo y no sabía si él había hecho lo mismo.

Sena estaba destrozada. Y lo peor de todo es que no encontraba manera de resolver sus conflictos. Había cometido un error.

"No" se decía "Estoy cometiendo un error. Debo escoger"

Pensó en esa opción y se le hacía más difícil. Si se dejase guiar por su instinto se quedaría indudablemente con su amante, que desde un primer momento había complacido sus deseos. Pero, si por la razón se dejase llevar, escogería a su marido por la seguridad y el amor que este era capaz de demostrar.

A Sena ya se le había olvidado ese desprecio que había tenido hacia él hacía unas semanas. Se le había olvidado lo insípidos que sabían sus labios cuando Takashi estaba cansado y lo indiferente que podía llegar a ser. Sena se había olvidado de las noches que había pasado en vela esperando por él. Sí. Si había una habilidad que se podía considerar buena para la salud mental que tenía Sena era que olvidaba con facilidad los momentos tristes y dolorosos.

"¿Qué puedo hacer?"

Sena miraba la luna y recordaba ese tiempo en que había sido noctámbula y le dedicaba gran parte de sus pensamientos al astro. En unas semanas, la considerada guardiana de lo femenino, estaría llena y los poetas estarían inspirados. Sena cubrió su cuerpo con un vestido y se sentó, confiada de que Takashi estaba profundamente dormido y era seguro que no la iba a interrumpir.

Tomó un papel y un bolígrafo y descansó la punta en el blanco medio, incapaz de idear exactamente lo que iba a escribir. Y si Sena hacía esto era para desahogarse. Sabía que una manera muy útil de alcanzar la paz para tomar decisiones era exponer a alguien o en algo aquello que le atormentaba y la segunda era la más confiable, no tenía una amiga a la que le pudiese contar todo. Quizás Mayu podría brindarle apoyo, pero, teniendo en cuenta las horas que eran y el hecho de que no se hablaban mucho después de que ambas internaron en la preparatoria no podía confiarse, por mucha estima que le tuviese.

No sé qué horas son ni en qué siglo estoy viviendo, pues, la confusión que se alberga en mi corazón es tan grande que no soy capaz de descargar en otro lugar que, en ti, papel, todo lo que oprime mi pecho.

Soy quizás una persona normal, con suerte similar a la de cualquiera en este mundo, y teniendo en cuenta por lo que paso no debo albergar la idea de que hay algo particular que solo me está ocurriendo a mí.

No.

Esta situación es tan común que no me puedo permitir esa idea.

Y lo peor es que he caído aquí por pecados que, aunque no me confío a ningún Dios, son errores que todos cometemos y de los cuales debemos cuidarnos.

Fui codiciosa y lujuriosa. Desee a un hombre que estaba a mi alcance cuando tenía a otro que ya me entregaba un mayor que yo no era capaz de valorar

¿Y cómo pago todo eso?

Con más engaños.

Estoy engañando al mundo de la misma manera en la que me engaño yo

¿Pero qué puedo hacer?

No tengo idea de que es lo correcto, y aunque por mi mente no pasa la respuesta soy tan cobarde que no soy capaz de llevar a cabo una acción definitiva de una vez y por todas

¿A quién debería escoger? ¿A quién debería entregar por completo?

No considero correcto entregarme en parte a uno u a otro y no puedo mantener la desagradable idea y deseo de quedarme con ambos.

Pienso en uno cuando estoy en las manos de otro, pero cuando estoy con el otro –Sena paró por un momento, suspiró y volvió a toma r impulso- no pienso en nadie, ni en nada. Solo en pasión. Solo en felicidad ¿Debería quedarme con él? ¿Debería entregarme a lo inseguro y desafiar las leyes de la naturaleza dejando lo seguro por lo inseguro y confiando que eso me entregara aquello que le pido?

¿En qué momento puedo estar segura de que es correcto hacerlo? ¿Cuál es la señal que indica que puedo entregarme a él sin mirar atrás?

Si conociera eso que dichosa sería. No estaría ahora afligida y pidiéndole al tiempo y la suerte que me deparen un destino confortable en el que el sonrojo solo me acompañe para mostrar felicidad y complacencia

¿Y si me equivoco? ¿Y si le entrego mi vida a quien me tirará al suelo al enterarse de mis errores? Ni siquiera puedo pensar en ello sin estremecerme de pavor ¿Por qué no puede ser más sencillo? ¿Por qué no puede presentarse a mi como una luz que ilumine mi camino?

Ni siquiera sé si ahora lo que escribo tiene mucho sentido.

La desesperación que me provoca el lento movimiento de las manecillas del reloj es indescriptible.

No puedo encontrar la concentración y la frialdad que caracterizaba mi personalidad ¿Dónde me habrán sido arrebatadas? ¿En qué momento y quién? ¡Ojalá fuese piadoso y me las devolviera, pues ahora valoro esa cualidad más que nunca! –Sena volvió a detenerse, hecha un mar de lágrimas y continuó escribiendo con la vista borrosa y las gotas mojando el papel-

¿Por qué llegaste a ponerme el mundo de cabeza Ruki? ¿Por qué? Quizás lo peor sea que mis pensamientos me repiten un agradecimiento profundo a tu aparición, o, mejor dicho, al abrirte paso en mí. Creo que... si quiero obtener mi felicidad lo mejor será contar la verdad de una forma cobarde, y dejarme caer por la cuerda floja confiando en que me atraparás justo cuando me caiga. Juro que confiaré en que tu correspondas a mi amor y por mi bien intentaré conseguirlo a toda costa. No pienso morir de tristeza si me rechazas, pero lamentaré no haber ganado tu corazón.

Sena soltó la pluma que había elevado la temperatura en su punta. Suspiró y leyó aquella hoja llena de una caligrafía hecha a grandes trazos, apretada e intercalada con tachones. Leyó y se percató que su conclusión no podía ser más lógica. Se acercó a la chimenea que todavía encontraba un poco de leña encendida y haciendo el papel añicos lo arrojó a ella avivando el fuego.

Sena se sentó en el bordillo de la ventana y miro al cielo. "Luna, dame esperanzas por favor"

Sena había decidido ir a la biblioteca al día siguiente y juraría empezar su empresa antes de que fuese más tarde.

Lo que Sena desconocía era que, ella había obtenido su propósito mucho antes de lo que creía, pues Ruki no la había buscado con el deseo que ella estimaba. Ruki estaba convencido de que la amaba y solo esperaba el momento en que ella correspondiera a sus sentimientos, mientras tanto calmaba su sed y sus deseos, viéndola ir y venir, aunque eso le rompiese el corazón.

Tentación (Ruki Mukami)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora