Accidente #1: El maestro inesperado

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Es un día soleado nuevamente, hacía poco más de una semana que las clases habían iniciado, los jóvenes ya habían hecho muy buenas relaciones, todos conversaban y se conocían, todos buscan conocer a más personas como puedan; pero curiosamente hay solo un chico en dicha escuela y ciudad que no es así.

Ese es Nyron Zhongli, un chico delgado, de cabello y ojos de un particular color rojo; callado, miedoso, triste, aburrido, hay muchas palabras para describirlo ante los ojos de sus compañeros y personas que lo veían o sabían de él. Sin embargo, alguien le estaba observando con otros ojos... Alguien estaba interesado en ese chico de cabellera peculiar... una sombra observaba desde lejos las acciones del chico. Él veía algo, algo que necesitaba de verdad.

Un despertador encendió los motores de dicho chico, un sonido repetitivo le hizo alzar la vista y el brazo para apagar dicho sonido de mala gana. Sus ojos ya estaban acostumbrados al cansancio; pero no importa que día sea, todos los chicos de esa edad de 15 años nunca se han animado a ir por su propia mano a la dichosa escuela, y ese chico no era la excepción, sino que recalcaba ese sentimiento de pesadez de una manera más apagada de lo usual. Él ya sabe su rutina: se lava la cara con agua fría para quitarse el sueño, se viste adecuadamente para la escuela, y toma un par de cosas de la cocina para quitarse el hambre para ese momento y durante las próximas horas; no había nada raro en sus mañanas, solo una monótona que le reconfortaba sabiendo que en su día todo podría cambiar.

Miró de reojo aquel departamento amplió donde él vivía, se sentía vació, sus padres apenas y pasaban un par de días al mes con él en aquel piso; pero eso no le daba tanta importancia, hacía mucho que se acostumbró a ese sentimiento frío en la casa, ese silencio imperturbable que el crujir de sus pasos a duras penas rompía. Antes de salir, tomó una pequeña caja de color blanco y la introdujo a su mochila con velocidad. Sujetó la perilla de la puerta de la salida y la giró haciendo un sonido metálico que indicaba la abertura de la puerta. El joven empujó la puerta; pero esta no se movía.

—Otra vez atorada— habló para sí mismo aquel chico mientras con un suspiro se resignaba a su poca suerte

Con un poco más de fuerza que la anterior empujo la puerta empleando su peso como soporte. La puerta se empezaba a mover de poco en poco acompañada con un sonido rasposo de madera, algo le estaba obstruyendo el paso. El chico salió por una abertura gracias a su delgado cuerpo, giró sobre sí mismo y pudo denotar el origen de su obstrucción: una peculiar caja negra con grabados de dragones y glifos chinos de color rojo.

El chico ladeó la cabeza mientras se acercaba de poco en poco para verla mejor, cosa que le hizo percatarse de una carta con un sello de una flor de loto en color rojo. El chico tomó la carta y la giro en busca de algún indicio de su procedencia o mejor, de su destinatario. Entre tanto giro y giro el chico dio con el nombre que buscaba... pero lo más extraño, es que era el suyo, no recordaba haber ordenado algo. Sus manos estuvieron a punto de rasgar aquel sobre con el fin de dar con la respuesta a ese paquete; pero fue aplacado por un sonido proveniente de su celular, un mensaje, un aviso, un recordatorio de lo que siempre era su martirio cada día... La alarma que le indicaba que iba tarde al colegio.

Tomó aquella caja con ambas manos y la dejo a unos pasos de la puerta dentro de su casa. Cerró la puerta con prisa y se encaminó a las escaleras de dicho edificio, considerando que el elevador que había en el edificio solo le traía mala espina por meros recuerdos del pasado. Llegó a la planta baja corriendo hacia aquella puerta que daba con la salida del edificio, guardaba la carta mientras seguía con aquel paso atarantado por la prisa; pero su paso fue abruptamente frenado por una puerta de vidrio que no hizo nada por moverse por el paso del chico.

Fue como un rebote, su cabeza dio de lleno con aquel material transparente mientras su cuerpo caía rendido hacía atrás con su mochila al aire por aquel impacto brusco. El chico se empezó a sobar la frente y nariz mientras hacía lo posible por levantarse con una gran pesadez, miró sus dedos y manos detenidamente, no había sangre... Por lo menos no esta vez.

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now