Accidente #14: Supervivencia

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Aquellos cuatro chicos caminaron aproximadamente media manzana dentro del callejón, pues era sumamente largo y solo conducía a lo que serían edificios clausurados dentro de los límites de la manzana, como sí de un lote baldío de tratase. Un lugar inhóspito, y frio por la noche y la humedad de los tubos del sistema de agua y calefacción que ya recorrían gran parte de su tramo en los costados del edificio. Ryoko y Sam iban a la cabeza, siendo seguidos por la pareja hecha por el rubio y el castaño. Todos ya no iban de manera despreocupada, se veían más afectados por el frio (todos menos la albina) mientras sus corazones se alteraban y les dificultaba la respiración, debido a que ella ya había hecho la señal...

—¿Acaso planeaban crearme una emboscada? — una voz fría resonó por la espalda el castaño

El castaño trató de girarse por mero instinto; pero un cable de color gris apretó con gran fuerza el cuello de este como si de un concurso de vaqueros se tratase. El nudo le dificulto la respiración de golpe mientras su pequeño ser se contrajo bruscamente por el dolor, ese no era un dolor que hubiese experimentado antes, era uno que le dejo cierta satisfacción seguida por un último aire que nublo su vista. El frio se apodero de sus extremidades de forma inmediata mientras un sudor frio recorría su espalda como un gato asustado.

Su acompañante, Clay, reaccionó ante el gemido de dolor ahogado del castaño, mientras que, con su miedo creciente dirigió su mano izquierda a la parte posterior de su pantalón con una gran rapidez que reflejaba gran desesperación; pero su movimiento no fue tan veloz... Apenas y pudo ver un brillante y revuelto cabello negro en la vista tras su hombro; pues de una manera inmediata, el cuerpo del castaño fue llevado contra la humanidad del rubio con tal fuerza que ambos terminaron chocando con una pared de ladrillos. El dolor hizo que el rubio cerrara los ojos, y con un gemido de dolor se dejó vencer por aquel dolor agudo en su espalda mientras la grava de los ladrillos empezaba a caer sobre su cabello y el del castaño; pero a diferencia del rubio, el castaño se veía un poco menos atontado por el impacto contra la pared, condición que fue notada por su atacante, y con un tirón este lo atrajo hacía el hasta que con la suficiente proximidad, este le propinó una fuerte patada lateral que le hizo chocar nuevamente contra la pared contraría al rubio.

El estado del castaño fue tan malo, que se veía como su respiración se tornó débil mientras un hilo de sangre empezaba a bajar por su nariz y por la parte posterior de su cabeza. Ambos chicos fueron abatidos sin la posibilidad que estos se pudieran defender contra su atacante, el cual comenzó a caminar lentamente hacía el par de jóvenes restantes en aquel callejón.

En eso, un total de cuatro agujas blancas salieron despedidas con gran rapidez en contra del reciente atacante de aquel par de jóvenes, agujas que iban con una gran velocidad que hasta podrían atravesar el metal sin problema alguno... Pero eso no le importó a la presencia tenebrosa que caminaba de manera contraria a las agujas, pues de una manera rápida y sin esmero alguno, este mismo atrapó entre sus dedos aquellas agujas. Su precisión fue tanta que su caminar no fue frenado y simplemente se despidió de las agujas, lanzándolas hacía el suelo con cierto aire despreciable.

—Vaya... ¿Eso es todo?... ¿Mocosa? — aquella persona se dejó ver por las luces vagas que iluminaban aquel callejón de manera indirecta. Era ese chico azabache de cabello largo, con un lunar por debajo de su ojo derecho y un tatuaje en su cuello. Su mirada era la de alguien completamente frio, el cual simplemente se veía aburrido frente aquellos jóvenes que empezaban a tomar una postura de combate, el mercenario había hecho su aparición. Miro al suelo y pudo contemplar las gafas de cierto rubio que recientemente había dejado incapacitado de momento —Cuatro contra uno... Sencillamente lo volvieron algo más interesante... Pero sigue siendo injusto...— el chico piso los anteojos con mucha fuerza mientras su mirada se tornaba en una sonrisa ladina que desbordada una gran arrogancia —Para ustedes

El maestro del rey del mundo (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora