Accidente #8: Tarde de caza

89 15 14
                                    

Una figura de cabellera roja se encontraba corriendo de una forma completamente agresiva. Chocaba su hombro constantemente con las personas que se hayan caminado en sentido contrario a él. Se disculpaba con un tono de voz irregular, era suave por la timidez, pero a su vez era muy rápido y apresurado, sencillamente no podía concentrarse, debía seguir corriendo. Su respiración se volvió pesada mientras su nariz y pulmones se veían muy fatigados por el aire frío que empezaba a circular por ellos. El sudor cubrió la frente del pelirrojo mientras a duras penas sujetaba la correa de su mochila.

Siguió corriendo por aquella calle transitada hasta frenar en una esquina donde el semáforo estaba en verde para los peatones. Apoyó medio cuerpo en el poste amarillo del semáforo mientras exhalaba e inhalaba de una forma muy rápida tratando de relajar la tensión que se alojaba en su pecho y la sensación de entumecimiento en sus pies y mano derecha.

Miro enfrente de sí mismo y contempló un centro comercial, el más grande que se hallaba en la ciudad. La gran cantidad de automóviles que pasaban le era sumamente curiosa, nunca había visto un embotellamiento más grande, e incluso comparándolo con la de las salidas y entradas de su escuela. Los chicos que entraban, las familias que salían, las parejas que gozaban de un gran rato... Todo eso lo pudo contemplar, aunque fuese solo de reojo, en realidad con solo llegar le fue suficiente.

Suspiro con alivio mientras a duras penas pudo pronunciar unas palabras...

—Lle~llegue— su habla fue débil, estaba cansado a más no poder

Escuela secundaria Obelisk, campo lateral [Hace 46 minutos]

—Q~qué ella... ¡¿Qué?!— el chico pelirrojo bramó mientras todo su rostro se tornaba pálido

Estaba contra la espada y la pared, de no ser por su maestro, él ya estaría muerto... Aunque fuese él quien lo metiera en tan bizarra situación.

—Es tu funeral— aquella chica de pelo blanco le dio una mirada tan fría que se asimilaba a una de repudio

—A no ser que sobrevivas...— el hurón rojo sacudió sus mofletes de una manera despabilante —Y yo estoy seguro de que lo harás... Eres mi capitán, ¿o no?

Tras finalizar su oración, el animal desapareció de la vista de ambos tras saltar directamente a un arbusto de la arboleda, siempre se iba sin decir un por qué... Y eso siempre le daba mala espina al pelirrojo.

—"Pero no me has enseñado a sobrevivir... ¡Ni me has enseñado algo útil!"— pensó mientras su cuerpo se colocaba en cuclillas como si de un sismo se tratase, un sismo que podría traerle la muerte —E~estoy muerto...— su murmuró triste fue tan bajo que solo fue percibido por sí mismo

—Solo hazme ese favor— la chica rompió los lamentos silenciosos del chico

El pelirrojo alzó la mirada. Sus ojos escarlatas se cruzaron con los cielos celestes que la chica tenía por ojos; pero esos cielos aun siendo brillantes, en realidad solo eran espejos, un reflejo que representaba un vacío que te engullía en su imperceptible trampa. El cebo perfecto para un cazador.

—Tienes hasta el primer rayo del atardecer, Nyron— el hurón saltó de los árboles mientras sujetaba una mochila de varios cierres de color negra —Aprovecha tu ventaja... Aprovéchalo todo en esta mochila— lanzó la mochila contra el rostro del chico, cosa que le hizo caer nuevamente de espaldas contra el césped

—"¡Como pesa!"— pensó con prisa mientras a duras penas hacía a un lado la mochila, a su perspectiva, pesaba tanto como su bicicleta cuando trato de sacarla del lago del parque central, otro penoso accidente que pesaba alrededor de 35 kg más la resistencia contra el agua —¡¿P~pero qué ventaja?!— habló con su rostro rojo por el esfuerzo empleado contra la maleta

El maestro del rey del mundo (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora