Accidente #13: El mago

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La semana finalizó, y el nuevo sábado había llegado. Un sábado donde el día no podía ser más perfecto, el sol brillaba, los pájaros cantaban y el frío clima de otoño se reemplazó gracias a la intervención de un magnánimo sol. La ciudad se veía desprender los rayos mismos que el amanecer le brindaba.

Dos jóvenes en un apartamento casi vacío se levantaron a la par. Un pelirrojo y una albina. Ambos se vieron con un rostro invadido por la ausencia de sueño, caminaron hacía el baño que se hallaba en medio del pasillo, ambos se vieron nuevamente mientras se cuestionaban quién iría primero; pero al final, ambos entraron y se colocaron frente al amplio espejo que les reflejaba sin problema alguno. Ambos tomaron sus turnos para arrojarse agua fría al rostro y tras ello cada uno tomó su cepillo de dientes y procedieron a iniciar con su aseo bucal.

—Te ves terrible... ¿Seguro que estás listo para tu cita? — Ryoko hablo con un poco de espuma de dentífrico obstruyendo el habla, era la misma de siempre, seca y con poco interés en relacionarse con el chico

El chico se ahogó con la espuma, no esperaba que la chica le dirigiese la palabra. Ese mismo habla frio y despreciable que le ponía la piel de gallina fue lo que le hizo entrar ligeramente en pánico hasta el punto de tragar ligeramente la espuma del dentífrico en su boca.

—¿Q~qué no tienes tu propio baño? — el chico se acercó al grifo y enjuagó su boca, y tras escupirla, secó su boca con su brazo derecho —A~además... NO es una cita... Solo es otra de las locuras del maestro

—Lo que tu digas, Romeo...— la chica terminó su deber de aseo personal y luego salió del baño para dejarse caer en el sofá de la sala —¿A qué hora te largas?

Nyron caminó hacía la cocina con tal de ver que podría degustar como desayuno; pero las palabras de la albina le hicieron frenar y luego verla con una cara algo preocupada.

—A las 4... E~el vive en la ciudad... Y el espectáculo empieza a la 6... Así que debo ir con prisa— sacudió su cabeza con tal de aclarar sus adormilados pensamientos y luego miró a la chica nuevamente —A todo esto... ¿Ha~has visto al maestro? — cuestionó mientras revolvía sus manos con nerviosismo

La chica se encogió de hombros mientras soltaba un soplido que reflejaba negación, y tras ello, tomó aquel control remoto de aquella pantalla que estaba sobre un mueble de tamaño corto en aquella sala. Mientras tanto, el chico solo pudo sentir algo que no le daba una buena espina, todo lo contrario. Sea lo que planea el hurón... El chico puede sentir que la siguiente clase, será la última de su "calmada" vida... Hasta ese punto.

Tras un desayuno improvisado que se hizo con algunos huevos (los cuales no pudo partir completamente bien por los nervios que le daban la chica que se colocó en el marco de la puerta de la cocina), los cuales terminó compartiendo con la albina debido a su "deuda" con ella. Pues en la semana transcurrida, el hurón la había forzado a concretar que ambos no murieran por desnutrición. Turnándose cada día para las labores del desayuno mientras el hurón se comprometía a darles un pequeño banquete cuando terminaran su jornada escolar... Pacto que ninguno había roto hasta entonces, haciendo que el pelirrojo compartiera la pequeña mesa de la cocina con dos curiosas personalidades que para nada le traían tranquilidad en la mesa... Pero de alguna manera, ese bullicio le hacía sentirse menos solo que a lo que acostumbraba, aún así si él se mantenía en silencio junto con la albina y respondían cortamente las preguntas del hurón con respecto a la escuela.

El chico se encerró en su cuarto, se podía escuchar como su caminar nerviosos recorría toda su alcoba mientras los minutos y las horas pasaban como un reloj de arena muy pequeño. Solo se la pasaba caminando y murmurando el que hacer con esa inesperada salida que el maestro le había hecho hacer... Aún tenía algo de tiempo; pero algo le hizo apresurar más sus preparativos.

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now