Accidente #16: Rutina

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Los días pasaron. Las heridas sanaron medianamente de manera milagrosa por una rara mezcla de hierbas que el hurón uso en cada chico herido de gravedad. Por ejemplo, de Sam, cuya pierna, brazos y abdomen no mejoraban si no se trataba de una intervención del hurón, el cual prefería mantener en secreto los secretos de su milagrosa recuperación... Que, de milagrosa, casi no había nada, pues aún asi el azabache se hallaba con problemas de escritura y caminar que fueron disminuyendo su presencia hasta el punto que solo le daban tics mezclados con espasmos doloroso; pero, aun así, su cuerpo logro hallar una recompostura como el resto. Pero el orgullo de cada uno ahora necesitaba un arreglo. Y al termino de aquel fin de semana, las cosas fueron a un peculiar giro de tuerca durante unas cuatro semanas después de tal destructivo evento.


Escuela secundaria Obelisk, salón de 3A [Cuatro semanas después, 1:51 PM]

Era un soleado viernes y dentro de un aula repleta de chicos de secundaria, los jóvenes se hallaban con la mirada baja hacía un pedazo de papel que llenaban con devoción sobre sus pupitres, sus espaldas encorvadas y los nervios que trasmitían con sus movimientos involuntarios con los dedos, no ayudaban a darle otro aire a la clase, más allá del que el aire pesado que se hallaba en la cordillera más alta del mundo.

De entre esos alumnos, dos en particular llevaban caras completamente diferentes a las de los demás, esos jóvenes eran Nyron y Sam, ambos con unas gotas de sudor bajando de sus notables rostros angustiados. Sus manos temblaban a un ritmo alarmante mientras las personas a su alrededor no se molestaban a notarlos por culpa de la prueba frente a ellos.

Los minutos pasaron, la prueba de matemáticas ya estaba a unos minutos de finalizar debido al tiempo, ni un alma se había hecho con la hazaña de terminar el examen. Los sistemas de ecuaciones de tres incógnitas y la aplicación de la formula general en problemas no les ayuda y los agarraba en bajada como una pendiente negativa de una parábola. Sam fue el primero en azotar contra el pupitre su lápiz y camino con prisa hacía la mesa del profesor Gonzalo, el mismo que se miraba imperturbable mientras veía su reloj de muñeca; pero al notar a su joven alumno, este no pudo evitar arquear una ceja con algo de impresión. El pelinegro frenó su caminar mientras le hacía un gesto al pelirrojo que contra todo pronóstico acelero su escribir y luego se lanzó directamente hacía el escritorio del profesor mientras su mano temblaba con mucha intensidad, sus nervios eran notables mientras a duras penas podía caminar con unas piernas temblorosas. Tras entregar su examen, Nyron salió disparado del salón con su mochila colgando por solo una de sus correas en el hombro del chico, el cual fue seguido por el pelinegro casi de manera inmediata mientras el profesor solo les perdía de vista contemplando sus exámenes.

—¡Oigan!, aun no es hora de la sali...— el profesor frenó su reprimenda mientras notaba de manera curiosa los exámenes de los jóvenes que se habían dado a la fuga —E~ellos... Olvidaron poner sus nombres

Los chicos salieron del complejo de secundaria mientras notaban como un rubio de lentes se hallaba caminando de lado a lado mientras murmuraba cosas sin sentido, se notaba como el sudor recorría su frente con mucha prisa. Se veía alterado con creces; hasta que sus ojos se encontraron con los otros chicos que habían salido con antelación de su última clase.

Clay corrió hacía sus compañeros y sin pronunciar alguna palabra, solo sacó su teléfono y tecleo un par de cosas mientras seguía el caminar de sus compañeros, todo con dirección a la salida que era custodiada por unos dos policías de seguridad privada de la escuela.

Salieron de la escuela tan rápido como cada uno sacó alguna identificación y un permiso firmado que llevaban en carpetas de color crema sacadas de sus mochilas. Tras eso, siguieron caminando a paso apresurado por las calles de la ciudad hasta llegar al mismo puente que conectaba la zona rural de la ciudad con la urbana, el lugar donde se hallaba la morada del chico pelirrojo de dicho grupo. El aire lleno del humo de la cuidad mezclado con los bullicios de las personas y los automóviles, se evaporó de manera gradual mientras el sonido fluido del agua los engullía en una paz que se veía compuesta por el sonar suave del viento y el cantar de algunas aves... Una paz que no era para ellos; pues tan rápido pusieron un pie en el puente, todos ellos empezaron a correr de manera muy desenfrenada por todo el lateral de la carretera de dicha estructura, al mismo tiempo que las hojas de otoño color caramelo empezaban a notarse con mayor frecuencia bajo sus pies, dándoles una carrera con la misma percusión que una marcha de cientos de personas. Dicha carrera no mermo fuerza inclusive cuando se introdujeron en el gigantesco y espeso cumulo de árboles que comprendía el nombre de "Crystal Forest".

El maestro del rey del mundo (En edición)Where stories live. Discover now