Prólogo: Once Upon a December

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Disclamer: Ni Marvel, ni Disney, ni Anastasia el musical me pertenecen. Solo la historia y los personajes que no reconozcan.

(Este es un AU donde no pasaron ni Civil War, ni Infinity War ni Endgame y Bucky no mató a los Stark).

Diálogos en cursiva son flashback y en negritas son diálogos en ruso.

 Las cosas poco a poco se iban re-acomodando en la base de los Vengadores. En aquel lugar convivía el grupo de super héroes más fuertes del planeta, liderados por Tony Stark y el Capitán América. Aquel lugar se había vuelto su centro de trabajo, pero también su hogar. Los Vengadores eran personas, después de todo, personas con pasados diferentes que compartían la similitud del abandono y de la soledad. Cada uno de ellos podía admitir que había formado sus relaciones más sólidas dentro de la Sala Roja, excepto Tony Stark, que tenía a Pepper Potts en su vida, y Steve Rogers, quien tenía a Bucky Barnes, su mejor amigo desde la infancia, de nuevo a su lado. Había sido difícil al inicio, pues el sargento Barnes no recordaba quién era o de dónde venía, trabajando de manera autómata para el mejor postor, bajo el nombre del Soldado del Invierno, pero Steve trabajó incansablemente, con ayuda de sus compañeros Vengadores, para recuperarlo.

Con ayuda de los abogados, y las influencias de Tony Stark, James Buchanan Barnes, mejor conocido como Bucky, había logrado limpiar su nombre al comprobarse que ninguno de los terribles crímenes que había cometido fueron por su propia voluntad, sino que estaba siendo manipulado y re-programado por las dos asociaciones más peligrosas del mundo: H.Y.D.R.A y la KGB. A pesar de todo el apoyo que había recibido de Steve y del resto de los Vengadores, Bucky no podía sentirse del todo cómodo y mucho menos como una persona normal. Consciente o no había hecho millones de atrocidades que nunca le iban a permitir avanzar, además de que existía otro tema que no le daba paz: convivía a diario por con la única persona de su pasado maldito que lo hacia sentir como un humano. El soldado del invierno y todo el programa había sido comprometido cuando lo pusieron a entrenar a una rusa que habría de convertirse en la asesina más preciada de la KGB: la Viuda Negra, ahora parte integral de los vengadores, llamada Natasha Romanoff.

En el momento en que el Soldado del Invierno llegó a la vida de la Viuda Negra, ella todavía no usaba ese nombre. Era apenas una jovencita de 18 años que había sido criada desde los siete por el programa de la sala roja para volverse el arma perfecta de los rusos. La KGB creía que era necesario que existiera alguien que pudiese dominar todas las capacidades de un espía para lograr expandir el poderío soviético en la mayoría de sus países enemigos. Y no había nadie mejor que una mujer para ese trabajo. Natasha, que en esa época respondía al nombre de Natalia Alianova Romanova, era una niña huérfana que había sido tomada bajo la tutela de Ivan Petrovich para después ser internada en la sala roja junto a otras muchas niñas que habrían de estudiar dichas artes para lograr conquistar el título de Viuda Negra. Su orfandad, como muchas otras cosas de la enigmática mujer, eran algo incierto porque la Sala Roja se había encargado de borrar todo rastro verdadero de ella. Nunca se le permitió tener acceso a su pasado, para ella solo existía el presente cuando estaba en la Sala Roja.

Cuando el Soldado del Invierno entró al programa para ser el entrenador de las futuras viudas negras apenas quedaba un tercio de las niñas que habían iniciado el programa. El resto de ellas habían muerto, ya sea asesinada por sus compañeras, sus entrenadores, de enfermedades o dejadas a morir a fuera de la Sala Roja, en el duro frío de la estepa siberiana, por haber desobedecido alguna de sus múltiples y estrictas ordenes. Así funcionaba la Sala Roja, sobrevivías para matar o morir, no había opción de vivir allí adentro, todo aquello como disfrutar, sonreír, aprender y ser simplemente humano estaba terminantemente prohibido. La mayoría de las jovencitas se encontraban allí porque habían ido perdiendo la sensibilidad ante lo que ocurrió con sus compañeras, pero Natalia no lo había hecho. Ella sabía que solo tenía que hacer dos cosas para sobrevivir en ese lugar: matar y acatar las reglas, y a pesar de que no se sentía cómoda infligiendo daño a las niñas más pequeñas que ella, sabia que tenía que seguir siendo la mejor para poder sobrevivir a esa tortura. Natalia Alianovna Romanova nunca quiso ser la Viuda Negra, ella solo quería sobrevivir.

Anastasya // BUCKYNAT/WINTERWIDOWDonde viven las historias. Descúbrelo ahora