Stay, I Pray you

1K 91 30
                                    

Disclamer: Ni Marvel, ni Disney, ni Anastasia el musical me pertenecen. Solo la historia y los personajes que no reconozcan.

(Este es un AU donde no pasaron ni Civil War, ni Infinity War ni Endgame y Bucky no mató a los Stark).

Diálogos en cursiva son flashback y en negritas son diálogos en ruso.

 Anna estaba frente a las respuestas de todas las preguntas que rondaron su vida y ahora no quería ninguna. Salió a toda prisa del lugar, ignorando incluso a sus compañeras de equipo que se acercaban a ella para saludarla y consolarla. Las palabras de Yelena Belova se habían quedado impregnadas en lo más profundo de su psique y no quería tener nada que ver con esa gente. Deseaba no haber desobedecido al profesor y estar ahora en la seguridad del colegio en Inglaterra.

Cuando se aseguró de que nadie la seguía, echó a correr, no quería estar allí ni un segundo más. Recordaba toda la infancia solitaria preguntándose qué sería de sus padres o dónde estarían o porque se habían ido de su lado. Había sido tan estúpida al desear encontrarlos. Ellos estaban juntos, los había visto tomados de la mano cuando entró al hotel y cuando se acercaron a ella. Yelena tenía razón, ella era solo un estorbo, un error. Corrió lo más rápido que pudo, queriendo poner distancia entre esas personas y ella. No quería saber nada que ellos tuvieran que decirle. Se preguntó si sería muy tarde para volver con Yelena, después de todo esa mujer le había dicho la verdad y le había prometido que su lugar estaba con ella. Eso era muy importante para esa chica que no había tenido nunca a donde pertenecer.

Flashback

— Profesora, ¿por qué Anna está participando en el festival de primavera si nadie nunca viene a verla?

Al oír aquellas palabras, la pequeña Anna de apenas diez años, echó a correr hacia su lugar favorito del internado, uno de los rincones ocultos entre los árboles donde podía quedarse a leer o a jugar sin que nadie la molestara. Anna era una niña que esforzaba mucho por simpatizarle a sus compañeras de grado, pero nunca parecía conseguirlo pues realmente vivía en otro mundo y tenía otras preocupaciones. A pesar de ser una niña atlética, que disfrutaba el ejercicio al aire libre y correr hasta que sus pequeños pies ardieran, tenía sus limitaciones.

Solía caerse con demasiada frecuencia, ocasionándose grande y enormes hematomas por todo su cuerpo, por lo que los médicos que consultó su tutor le recetaron aparatos ortopédicos que le impedían hacer todo aquello que realmente quería, cosa que solo resultó en más burlas y frustraciones para la pequeña que se encerró más en su soledad. Cada noche, a cada estrella que alcanzara a distinguir pedía que le cumplieran su más grande deseo. Cerraba los ojos con la esperanza de que el día siguiente si fuera el día en que sus padres llegaría a decirle: Venimos por ti, Annie, te llevaremos a casa. Pero eso nunca ocurría.

A veces cuando tenía suerte, la niña soñaba con una mujer que cantaba y bailaba con ella en un apartamento muy chiquitito, y despertaba contenta, imaginándose que era su mamá que venia a visitarla en sueños. Había empezado a hacer gimnasia a los cinco años y eso le ayudaba con sus caídas y sus problemas para respirar, pero el daño ya estaba hecho, sus compañeras serían burlándose de ella sin piedad. Cuando no pudieron decirle nada por su aspecto físico o como se vestía, tomaron lo único que Anna no podía cambiar de ella: que era huérfana y nadie se preocupaba por ella. Ahora tenía nueve años y seguía sin aprender a ignorarlas.

— Sabes que pasa — Laia, una de las niñas de su clase se acercó a ella, sobresaltándola, no eran amigas pero habían aprendido a respetarse mutuamente — Pasa que no eres valiente, Annie, y ellas huelen tu miedo. Si pretendes que no te importa lo que te dicen, se irán olvidando de molestarte. Tienes que ser como la Viuda Negra.

Anastasya // BUCKYNAT/WINTERWIDOWWhere stories live. Discover now