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ERA EL PRIMER DÍA de Camille viviendo en Forks y sentía que no podía quedarse en la casa de las Stanley todo el día. No era como si fuera una pesadilla o un sitio horrible, todo lo contrario. La casa de su tía era un sitio muy acogedor, donde incluso la habitación que compartía con su prima estaba lo bastante bien. Le habían dado una cama y una porción de habitación bastante grande. En la habitación también había una ventana y un balcón, que daban la vista de las calles, donde desde lejos, también se podía ver todo el bosque que bordeaba al pueblo. A pesar de no tener ninguna decoración aún, podía imaginarse llenando poco a poco la habitación con las cosas que le gustaban. Sus libros y sus pertenencias llegarían el miércoles por la mañana, y teniendo en cuenta de que era sábado, tenía que esperar por ello algunos días más.
Las Stanley tenían un gran patio en su casa, donde Camille había pasado varias horas con su libreta y bolígrafo, escuchando música en su mp3. Había mirado el cielo, con su cuerpo recostado en el pasto, analizando la naturaleza. La música siempre había sido un buen incentivo para cualquier cosa que ella quisiera hacer, por esa razón, cuando una pequeña idea había salido de su cerebro, sonrió en respuesta a la canción. El lunes sería su primer día de escuela y tendría que estar aterrada hasta los pies, pero realmente no lo estaba. Estar en el césped, escuchando un poco de su música favorita, había puesto las cosas en perspectiva. ¿Qué tal si su inspiración tendría nombre y apellido? No era como si fuera una idea totalmente nueva, pero cuando estaba en Chicago, conocía a la mayoría de personas que asistían a su escuela o a su negocio, y no eran buen material para escribir. La mayoría de los de su edad, estaban hasta el cuello de alcohol, drogas y videojuegos. Ellos se dedicaban solo a la diversión y no a algo más inspirador; tampoco era como si fuera malo, simplemente, no era buen material del cual se sintiera inspirada a dedicar toda una obra, o a la creación de personajes principales. Luego, los pocos que resaltaban de ello, tenían una vida lo bastante común, incluida Camille. No había muchachos o chicas con misterio, personas que hubieran estado en peligro en su vida o algo que los hiciera hacer de esa manera, por haber impactado fuertemente con sus vidas. Algo que sirviera de material e inspiración, como el que milagrosamente le había servido a Becca Fitzpatrick para crear a Patch, o a Arthur Conan Doyle para crear a Sherlock Holmes.
