18. Besos y pasteles

4.1K 461 94
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


       CAMILLE SE DETUVO FRENTE A EMMETT, con su corazón latiendo como si estuviera a punto de sufrir un ataque cardíaco. Esperó que eso no sucediera, porque se suponía que era joven y saludable, aunque no apostaba por su suerte. Los ojos del vampiro se encontraban algo oscurecidos, siempre los había tenido dorados, o un color cercano al avellana, pero allí mismo estaban casi negros. Sostuvo con fuerza la bolsa de sus compras y supuso que debía hacer algo más que quedarse mirándolo. Aunque, podría hacerlo por horas.

—No esperaba verte por aquí.— murmuró, iniciando la conversación. Acomodó su cabello detrás de su oreja, mientras escuchaba el auto de Alice desaparecer por la calle.— ¿Quieres entrar?

—Me encantaría.

Intentó calmarse, aunque sólo terminó siendo un fallido intento. No podía hacerlo cuando su cabeza estaba pensando en todo un discurso para darle. Al caminar a la puerta, se detuvo cuando observó a su madre salir de la casa. Ella traía una sonrisa en su boca y un aspecto que le hacía darse cuenta de que no estaba allí para sacar la bolsa de residuos. La mujer estaba usando un vestido azul que le caía hasta sus rodillas y tenía algunos volados, para no pasar frío también llevaba consigo un abrigo. Su cabello estaba perfectamente peinado e incluso había usado algo de maquillaje. En definitiva, estaba completamente arreglada para hacer algo de lo cual su hija desconocía. Trató de hacer memoria y recordar alguna mención de una salida, pero su madre no había dicho nada. Su sonrisa se desvaneció al verlos caminar hacia ella.

—Oh, hola Emmett.— saludó la mujer, levantando una de sus manos. Sus ojos se pusieron en su hija.— Pensé en dejarte una nota...

Unos pasos se oyeron provenir de la acera y la atención de la mujer se volcó totalmente en la nueva presencia. Era Charlie Swan, vistiendo una camisa blanca y unos jeans oscuros. Camille percibió un potente olor a perfume, que le hizo arrugar su nariz. Los ojos del hombre se chocaron con los de su madre, mirándola de una manera que podía reconocer, porque así era como Emmett la miraba a ella. Sintió un golpe en su corazón, la sensación de estar descubriendo algo que no se había dado cuenta antes. El oficial de policía, finalmente se dió cuenta de que no estaba a solas.

Muse ✓ ⋆ Emmett CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora