11. Síntomas

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        TOMÓ UNA BOCANADA DE OXÍGENO. La voz del profesor de Historia resonaba por toda la habitación. Su letra cursiva estaba siendo sumamente desorganizada, pues no se sentía con muchos ánimos de estar por allí. No sabía la razón, pero ese mismo día había despertado con el peor humor que existía. Cada minúsculo detalle le molestaba, como el hecho de que no hubiese cereales guardados en la alacena, o que Angela estuviera resfriada. Podía oírla limpiarse la nariz cada unos tantos minutos. La voz chillona del hombre tampoco ayudaba por mejorar su humor. Se sorprendía a si misma con esa sensación de irritación, no era el tipo de persona que despertaba con un humor determinado sin que ningún hecho hubiese ocurrido para cambiarlo. Hasta donde sabía, se había quedado hasta tarde mirando películas con su tía y Jessica, mientras soltaban carcajadas ante el drama barato. Su humor había estado bien, no entendía porqué ahora todo le causaba enojo.

Cuando la campana sonó, fue una de las primeras en marcharse de la clase. Angela caminaba a su lado, con su pañuelo que limpiaba su nariz. Tomó otra bocanada de aire, pensando en que debía calmarse. Nadie merecía recibir miradas malas o comentarios malos, solo porque de alguna manera, no era su día. Además, su amiga era demasiado amable y buena como para recibir malos tratos de cualquier persona. No sería la que hiciese eso, se negaba a comportarse de esa forma. Sintió un toque en su mano, alguien la estaba tomando. Giró su cabeza, encontrándose con Emmett. Sus labios se arquearon en una sonrisa verdadera. No lo había visto al caminar por los pasillos, porque estaba demasiado sumida en sus pensamientos. Sin embargo, le agradaba que él estuviese allí. Recordó los mensajes enviados, la conversación extraña con Sam Uley y las palabras que le envió en sus mensajes de texto. Sintió su rostro arder, no había estado preparada para tenerlo frente suyo luego de haber dicho cosas así. Era algo embarazoso.

—¿Estás evitándome?— preguntó él, con una bonita sonrisa en su boca. Camille negó con su cabeza. De pronto, sintió un beso en su mejilla. Emmett le había dado un beso. Sintió su corazón latir de forma abrumador. Incluso ella misma podía escucharlo latir tan frenético, deseó que él no pudiera hacerlo.

Muse ✓ ⋆ Emmett CullenWhere stories live. Discover now