03. Sam Uley

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               CAMILLE BEVAUOR NO CONOCÍA a Sam Uley, tampoco lo había oído nombrar. Cuando lo vio parado justo frente al auto que conducía su madre, algo dentro suyo se sacudió. El muchacho había bajado de su vehículo al seguido momento en que ambos carros casi se habían chocado, en la carretera llena de agua. Parecía enojado, como si no tendría problema en moler a golpes a las personas que se habían interpuesto en su camino, incluso aunque fueran mujeres. Aquella lluvia fuerte que caía no era excusa para que él saliera de su carro y se acercara a la ventanilla de la mujer, en espera de hablar. El corazón de la joven se sacudió abruptamente, aún no podía calmarse de aquel casi choque que había presenciado, de la frenada que el carro había hecho y de su cuerpo presionándose con el cinturón de seguridad. De no haber sido por este, tal vez la situación hubiese sido mucho peor.

—No le abras.— había susurrado su hija, viendo la ferocidad que él muchacho parecía tener. Los ojos de su madre la miraron atentamente, debatiéndose en silencio lo que hacer. Como si fuera aún más terrorífico, Sam Uley movió su vista hacia Camille, pareciendo haber oído sus palabras. Pero era imposible, la lluvia lograba opacar todo sonido ajeno.

Quizás era un poco precipitado el desconfiar de alguien que no conocía, pero es que esa era la misma razón. No lo conocía y con la vista que le daba, apenas pensaba en otra cosa que no fuera largarse de allí. Jessica, quien era la que había identificado al muchacho en voz alta, se había mantenido callada en el asiento trasero. Y era muy extraño, teniendo en cuenta de que su prima parecía ser muy habladora. En medio de la situación, Camille giró su cabeza para ver si su prima no se había golpeado severamente, o quizás estaba atónita. Ella estaba extremadamente pálida, viendo al muchacho fuera del carro. Supuso que ella misma no se veía tan diferente a su prima. Su madre hizo caso omiso a las palabras de su hija y bajó la ventanilla lentamente.

—¡Casi has destruido mi auto!— él gritó, con una voz profunda. Las tres mujeres saltaron de sus asientos ante semejante grito.

Las gotas caían por lo largo de su cabello negro, hasta llegar a su cara y pasar por su cuerpo, con un bronceado de nacimiento. Una corriente de viento entró por la ventana izquierda y se preguntó cómo el frío no le estaba afectando, afuera hacia menos grados de lo esperado. Por lo que había podido ver, él solo traía una musculosa negra y unos pantalones vaqueros. Sin embargo, parecía estar bien con ello. Como si la baja temperatura y la lluvia no le afectara en lo mas mínimo.

Muse ✓ ⋆ Emmett CullenWhere stories live. Discover now