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SI CAMILLE PODRÍA DESCRIBIR CÓMO habían pasado las semanas siguientes a la llegada de su tío, diría que todo había salido como si se hubiera tratado de un libro llegando a su desenlace. El hombre había permanecido en Forks por un mes entero, donde compartieron tanto tiempo juntos y él le enseñó el significado de cada una de las cosas de las cuales tenía preguntas. Entendió más a fondo la razón por la que había caído enamorada tan rápido de Emmett, una explicación que sólo tuvo sentido cuando pensaba en su vampiro favorito. La imprimación era algo fantasioso, pero con todos los meses que le siguieron a ese descubrimiento, estuvo completamente segura de que Emmett Cullen era su impronta. Un día, cuando le mencionó en voz alta, frente al muchacho, él había dicho que ya lo sabía. Camille se había quedado con la boca abierta, preguntando cómo.
—A los vampiros nos sucede algo similar, cuando conocemos a nuestra pareja, ella es la única por toda la eternidad. Tu eres la mía, Cami.
Pensar en una eternidad le asustaba, pero con cada día que pasaba y seguían juntos, supo que no sonaba mal. Claramente era su primer relación, pero con los consejos de su madre y de sus amigas, supo cómo reaccionar a cada situación. Su tío Leice y Emmett pasaron la Noche Nueva en su hogar y era la primera vez que no la pasaban ambas mujeres solas. Solía estar acostumbrada a ayudar a cocinar una comida sencilla y pasar la noche viendo películas navideñas, pero por primera vez, hicieron algo nuevo. Su tío y su novio también estaban en la mesa, pero lamentablemente el muchacho no comió nada. Fue algo incómodo para su madre, que no hacía nada más que mirarlo con duda, creyendo que tal vez él era un hada. Nunca le habían dicho que él también era una criatura sobrenatural, pero su mamá estaba uniendo todas sus dudas y buscando una explicación igual de fantasiosa. Admitía disfrutar al escuchar las ocurrencias de su mamá. Y de hecho, Emmett se parecía a un hada cuando salía el sol. Después de tanto esperar por varios meses, pudo ver lo que ocurría cuando el sol chocaba contra su cuerpo. Él brillaba. Casi como si se tratara de un montón de brillantina plateada arriba suyo, su piel brillaba por completo.
