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CAMILLE ASINTIÓ A LA MUCHACHA de la pequeña recepción cuando recibió unos papeles para completar. Los agarró fuerte antes que la pelirroja los soltara, para darle luego unos a Emmett. No se perdió la sonrisa que ella le dio. La chica hizo explotar su chicle de frambuesa y continúo observando su teléfono celular que estaba repleto de brillos rosas. De vez en cuando, daba una mirada poco discreta hacía Emmett y sus mejillas se ponían rojas. Camille podía imaginarse que quizá ella le estaba mandando mensajes de texto a sus amigas, contándole como un guapo chico había aparecido en el refugio.
Tomando una lapicera que posaba en el mostrador, comenzó a completar los papeles impresos de color amarillo. Phoebe les había explicado de forma monótona que debían llenar los papeles de arriba para abajo, para luego poder tenerlos en cuenta como voluntarios. Rellenó su nombre, luego su edad y su domicilio. Cuando escribió la dirección de las Stanley, supo que luego tendría que cambiar ese dato. Su madre no había hablado en cuánto tiempo tardarían en mudarse, podrían pasar meses antes de concretarlo. Faltaban tres meses para las vacaciones de Invierno y poco a poco quedaba menos tiempo para que el año escolar diese por finalizado. Los meses en Forks estaban pasando realmente rápido y entendió que se trataba de que había estado bastante entretenida y ocupada.
—Si no entienden algo, puedo ayudarlos.— levantó su mirada antes de terminar su solicitud. Phoebe no estaba demasiado interesada en brindar ayuda a nadie más que al atractivo Emmett Cullen. Aguantó las carcajadas.
La campana de la puerta del refugio sonó. Camille giró su cabeza, para encontrarse con una mujer de mediana edad. Por sus rasgos, podía notar que quizá era familiar de Phoebe. Sus cabelleras tenían el mismo tono de naranja y sus narices eran de la misma forma. Sus ojos se abrieron sorprendidos al ver a los visitantes. Parecía bastante contenta en encontrar alguien más que a Phoebe allí.
—¡Oh, hola!— dijo ella, con una voz un poco gruesa. Se movió en dirección a Phoebe y se colocó detrás del mostrador. Aún no se había quitado su abrigo mojado.— ¿Vienen a adoptar algún animal? Son una pareja realmente joven.
