C.

524 33 0
                                    

Carcajadas rotas.

Cada día salía de casa con una sonrisa de oreja a oreja, deseando comerse el mundo. Era una persona tan alegre...

Pasaban las horas y se mantenía risueño, animando a los demás a que tuvieran un buen día.
El jefe le chillaba, y el respondía amablemente con una sonrisa.
El vecino le renegaba por no haber pagado el alquiler que vencía la semana siguiente.
Los coches pitaban y lanzaban insultos, él contestaba con un tímido "perdón".

Era una buena persona, una persona que se quedaba absorto en la ventana y soñaba con viajar por América y conocer nuevos horizontes.

Pero él parecía feliz con su trabajo, con su casa, con su rutina.

Nadie le veía cuando llegaba a casa y parecía un espíritu que flotaba, que no prestaba atención a las cosas, que lloraba hasta que no podía más. Nadie conocía a su otro yo.

Quizás si lo hubieran conocido de verdad se hubieran planteado si la felicidad se medía en sonrisas y sí realmente existía alguien feliz.

La felicidad no existe, sólo los conformistas.

Letras Que Nunca EscribíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora