5. Viéndolo, sin vida...

62 5 2
                                    

*A la mañana siguiente*

Noto un pequeño peso sobre mí y a alguien tumbarse a mi lado. Me volteo y es él. Pero sin sonrisa.

- ¿Qué pasa, mi vida?-. le digo sin rodeos. Su mirada está gris, y llena de lágrimas.

- He llevado al niño al colegio y quise dar una vuelta... Y adivina por dónde pasé-. Me reta.

- No sé. Paseas por toda Benalmádena, Pablo-. Le digo. -Ah... por la veterinaria-. Deduzco y lágrimas recorren sus mejillas mientras asiente. -Deberías olvidarlo, Pablo. No puedes... o, mejor dicho, no podemos vivir así-.

- ¿Cómo, Estefi? Dímelo-. Me pide. -Me voy donde tengo su cadáver-. Dice y se va.

Cambio de narrador.

Cojo el coche y me dirijo a un lugar que no visita nadie en Benalmádena. Es mi sitio, y decidí dejar el cuerpo del perro metido en un saco, y escondido entre arbustos. Les pido que, por lo que más quieran, me entiendan; era el pilar de mi vida.

Rebusco entre los matorrales y por fin, toco la tela del saco. Lo cargo y lo poso en el suelo. Mis manos tiemblan cuando procedo a abrir la bolsa. "Vamos, Pablo. Si, al remato, estará muerto. No deberías estar aquí, estúpido". Me insulto a mí mismo llorando a lágrima viva.

- ¿Pablo? Hijo, ¿qué haces aquí?-. oigo a mi padre.

- Nada, papa. No te preocupes-. Le digo mirando el saco entre mis piernas.

- Te pasa algo, y no es broma. Además, aquí enterramos a tu perro y lo tienes entre tus piernas, joder. Aunque sea, a mí no me mientas, por favor-. Pide. Se agacha a mi lado.

- Lo que has dicho tú-. Confirmo. -Intentaba verlo...-. Le digo.

- Trae, que te lo abro yo-. Me dice y lo abre.

Veo su hocico, y el resto de su cuerpo. Mi padre lo saca dejándolo sobre mis rodillas. Mis lágrimas caen sobre su nariz.

- Gordo...-. Susurro como si me fuera a escuchar. -Me has dejado sin vida-. Le digo y miro a mi padre para decirle que ya está.

- Muy bien, pequeñajo-. Me felicita una vez lo escondemos. -Si yo te mostrara los restos de Sansón, ¿te pasaría esto?-. consulta y niego inmediatamente.

- No. Nunca le cogí tanto amor a un animal. Terral supo refugiarme, y no sé, papá. Siento que medio corazón se me fue con él-. le explico sin poder parar de expulsar mis lágrimas.

- ¿Vienes a casa? No sé cuánto hace que no ves a tu madre y a tus hermanos. Bueno, a Salva, sí-. Me dice y nos vamos.

SUEÑO. [Pablo Alborán]Where stories live. Discover now