45. Desesperación

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(Cambio de narrador. Días más tarde...)

Después de habernos despedido de los peques, subimos al coche de Salva, que nos lleva al aeropuerto.

- Iré a facturar las maletas. Espérenme acá-. Dice mi esposo y yo no hago más que asentir y mirar cómo se aleja.

- Madre mía, ¿dónde me llevará este chico?-. le pregunto a mi cuñado, que se ríe de mis murmuros a causa de este frío tan intenso en la noche.

- Y yo qué sé, Estefi. Con mi hermano...-. Se queda callado y su semblante a uno más preocupado.

- Salva, ¿qué ocurre?-. me planto delante de él y le tomo las manos.

- No, nada, es que me llamó la veterinaria que atendió a Terral en sus últimos días...-. Se le cae una lágrima y lo abrazo.

- ¿Qué?-. pregunto.

- Resulta que fue una muerte provocada... es que se querían tanto...-. Dice con la voz entrecortada.

- ¿Cómo que una muerte provocada?-. Pablo se acerca y parece que lo escuchó todo.

- Pablo, tío...-. Dice mi cuñado haciéndose ver que no lo está pasando mal y conteniendo las lágrimas. -Va, venga, vayan a la cola que perderán el vuelo por mi culpa-. Aconseja.

- Cariño, ve yendo a la cafetería, ahora te alcanzo, ¿sí?-. me sugiere y asiento.

Me alejo de allí haciendo creer a mi esposo que voy a la cafetería del aeropuerto. Pero no, me quedo en un banco cerca de la entrada.

Observo a los dos hermanos conversar. Pablo está herido, Salva y yo hemos hurgado en esa herida tan profunda sin darnos cuenta, y creo que fue mi culpa.

(Cambio de narrador)

Quien haya matado a Terral se va a acordar de mí.

Mi cabeza reproduce esa frase con impotencia. Nunca, nunca, pero nunca he tenido a alguien más fiel que mi perro. Sé que nunca llenaré este vacío que dejó en mi corazón...

En fin, ya subidos al avión, impidiendo que Estefi vea mi rostro, no nos dirigimos palabra, ni miradas. Me encantaría sonreír y decir que dos semanas de ensueño que jamás olvidaremos están por llegar, pero no puedo...

SUEÑO. [Pablo Alborán]Where stories live. Discover now