Capítulo veinticinco

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Ya en el baño, me quité la sudadera café y me quedé solo con el top que llevaba debajo de ésta. Me acerqué al espejo y vi como hasta el top estaba manchado de ese líquido rojo. Tomé una toalla para las manos y la humedecí con el agua del lavabo. Limpié mi rostro, mi cuello, mi escote y parte de mis brazos.

– ¿Estás bien Evie? – preguntó Hanna cuando entró al baño.

– Ah, sí, solo fue una tontería de mi parte –dije regresando mi mirada al espejo para seguir limpiando las manchas rojas.

– Pero, ¿qué fue lo que pasó? – preguntó con intriga.

– Iba a tomar un trago del vino y Zabdiel me espantó. Salí corriendo porque me dio algo de vergüenza haberme asustado con tanta simpleza.

– Oh – suspiró. – No debería darte vergüenza. Fue un accidente.

Le sonreí a través del espejo. Se acercó a mí y empezó a recoger mi cabello. Me recordó a mi madre, cuando me había pasado algo malo en el colegio y veía que tenía una cara triste, desenredaba mi cabello y lo trenzaba suavemente.

– Zabdiel debe ser afortunado al tenerte, dulzura. Ese chico era todo un... Ah, ¿cómo decirlo? – seguía trenzando mi cabello. –Era gordito, tenía problemas de acné... En teoría, no era nada atractivo.

– Yo tampoco lo era.

– Eso no lo puedo creer - exclamó sorprendida.

– De verdad. Usaba frenos y no me gustaba ser morena así que me hice güera un tiempo hasta que empecé a cambiar.

– Todos pasamos por eso.

Después de un rato, Hanna le llamó a una chica y la mandó a traer algo de ropa para mí. La mujer regresó con un vestido negro con escote en la espalda muy bonito. Me metí a un baño para cambiarme. Cuando salí ya habían más de 5 mujeres esperándome con varias herramientas de belleza; maquillaje, planchas para el cabello, pinzas, etc.

– ¿Y esto? – les pregunté señalando los artefactos.

– Zabdiel va a quedar impresionado cuando terminemos contigo – dijo Eleanor.

Le sonreí y me senté en una silla robada del conjunto de mesas de afuera.

Después de una hora más o menos, salimos todas. Ellas me cubrían ya que me daba algo de pena salir. Me asomé para ver a parejas bailando en la pista y unas cuantas mujeres que estaban sentadas platicando mientras que otra bolita de hombres fumaban unos cigarrillos lejos de las mesas.

Y ahí estaba Christopher, besando a otra chica que no era yo, acariciando su cabello, sonriéndole de esa manera que solo él sabía. Y al otro extremo se encontraba Zabdiel, solo, mirando al piso, enamorado de mí.

– Vamos dulzura, tienes que darle una grata sorpresa a Zabdiel.

– Sí, solo quiero que me lleven hasta él mientras me esconden. Tiene que ser una buena sorpresa – susurré.

Me obedecieron y me llevaron hasta el lugar en el que se encontraba mi querido Zabdi. Se detuvieron enfrente de él y Zabdiel solo les sonrió y les preguntó por mí. Nadie contestó nada. Salí de entre ellas y me miró como si fuera la octava maravilla del mundo.

- ¿Evie? – divagó.

– La misma – dije sonriendo.

Me abrazó fuertemente y me levantó entre sus brazos. Plantó un beso delicado en mis labios y volvió a depositarme en el suelo sin dejar de besar mis labios. Tomó mi rostro entre sus manos y siguió chocando nuestras bocas en una sola. Cuando dejó de besarme comenzamos a reír. Me abrazó por la cintura y me dijo lo hermosa que me veía al oído.

Sex Instructor. || Christopher Velez  TERMINADAWhere stories live. Discover now