Capítulo cuarenta y dos

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En realidad no quiero explicar todas las cosas que pasamos en 4 meses de relación. Todo iba perfecto, pero había decidido abstenerme de relaciones sexuales por un tiempo, pero como todos los jóvenes adultos, caí en la tentación de las caricias de Christopher en mi cuerpo mientras estábamos recostados en mi cama a escondidas mientras mis padres discutían en el comedor.

– Te dije que no quiero tener sexo ahora Christopher – le dije cuando sentí su mano más debajo de mi pelvis que de costumbre.

– Vamos, nena, sé que lo deseas tanto como yo – sus labios aún pegados a mi oído empezaron a juguetear en mi lóbulo.

Su mano empezó a acariciar mis piernas desnudas ya que solo llevaba unos shorts y una playera sin mangas de los "Rolling Stones".

Y sí, tuvimos sexo esa noche sin que mis padres se dieran cuenta. Ellos sabían que Christopher era mi novio y que me recogía todos los días al colegio y que era mayor que yo, pero nunca supieron que había dejado que me quitara lo más preciado de una mujer: la virginidad.

...

Mi graduación se acercaba al igual que mis pruebas para entrar a la universidad. Ese día en que toda mi vida iba a poder cambiar estaba a menos de 4 días. Desde una semana antes había ido con Jade, Ally y Sasha a escoger nuestro vestido. Jade solo iba a ser invitada, pero aun así, ella había estudiado con nosotras un tiempo. Yo me probé varios vestidos de diversos estilos, a decir verdad, todos me quedaban realmente bien, pero solo uno me había gustado en realidad. Era un vestido azul que iba degradándose al negro a lo largo de la falda de tela que caía por mis piernas. Tenía un escote perfecto y se ajustaba realmente bien a mis pechos. Era realmente perfecto. Me compré ese y todas las chicas terminaron fascinadas con él.

Todas regresamos a casa e hicimos lo que teníamos que hacer. Christopher estaba de viaje en Seattle por su trabajo así que solo hacíamos llamadas de vez en cuando. Lo extrañaba así que decidí hablarle. Mientras hablábamos recibí un mensaje de Ally.

"Fiesta en la casa de Francisco ésta noche. No faltes"

Sonreí tímidamente y al parecer Christopher se dio cuenta.

– ¿Qué pasa? – preguntó del otro lado de la cámara web.

– Nada, es solo una charla entre amigas.

Escuché como una voz femenina lo llamó y rápidamente empezó a ponerse su saco para salir de la habitación.

– Amor, tengo que irme. Te amo.

¡Lo dijo maldita sea! Había sido el primero de nosotros en decir esas simples palabras.

Cuando iba a responderle se acabó la conexión de llamada que habíamos logrado establecer gracias al internet. Le sonreí tontamente al ordenador y empecé a bailar como estúpida por toda la habitación. Tomé el celular y le respondí a Ally.

"Obvio iré" tecleé.

Estábamos entrando a la fiesta, con el cabello arreglado y la cara maquillada. Cuando entré pude notar una que otra chica llorando y chicos borrachos por todos lados. Novatos. Me acerqué a la barra de bebidas y pedí una margarita de tamarindo para empezar. Platiqué con unos chicos que no dejaban de mirarme del otro lado de la barra. Hasta eso nos llevamos bien.

– ¡Evie! – gritó alguien interrumpiendo mi plática con los chicos. - ¡No vas a creer quién está aquí! – gritó mi amiga por detrás.

– ¿Quién Ally? Dime de una buena vez.

– Tu ex. Zabdiel.

Sentí fuego pasar y adueñarse de mi garganta. Sentí como mis ojos se abrieron como platos y como mi mandíbula luchaba para no abrirse y parecer que todavía me seguía afectando el hecho de que Zabdiel estuviera cerca de mí. Los chicos ignoraron la plática entre mi amiga y yo y siguieron tomando. Uno de ellos me acercó un trago y rápidamente lo metí en mi boca. El líquido amargo pasó por toda mi garganta hasta llegar a mi estómago. Cuando al fin llegó a éste sentí un ardor tremendo recorrerme por todo el vientre. No sabía que me habían dado, pero era lo suficientemente fuerte para tumbarme con uno más. Mi cabeza empezó a dar vueltas, más bien, todo empezó a darme vueltas. Me tumbé en la silla en la que estaba anteriormente y empecé a reírme como estúpida. Los chicos empezaron a reírse junto conmigo.

- ¡Esa canción es hermosa! – grité arrastrando cada una de las letras mientras decía la oración. – Ven, tú, como te llames. Vamos a bailar – dije totalmente mareada.

– Me llamo Ben.

– ¡Ben! Lindo nombre, corazón. Ahora, llévame a bailar – recargué mi codo en su hombro y empecé a reírme como estúpida de nuevo. Sí, estaba ebria.

Ben me llevó al centro de la pista con facilidad y empezamos a bailar al ritmo de "Moves Like Jagger". Ben me puso delante de él, con mi trasero parado tocando su muslo, me tomó de la cintura y empezó a moverse de una manera realmente exquisita. Yo solo me movía como me decía la música. Sabía en ese momento que estaba totalmente ebria porque no podía sostenerme sin la ayuda de la mano de Ben en mi cintura.

– Hey, tío... ¿Me permites? – dijo una voz desconocida detrás de Ben.

Sentí como la mano de Ben se retiró de mi cintura y como caí con torpeza al suelo. Empecé a reírme como loca.

– ¡Demonios, Evie! ¿Estás bien?

– ¡Nada roto! – levanté mis brazos triunfante aún en el suelo.

– Ven, no quiero tener que verte destrozada como la otra vez.

Y entonces lo supe. Solo me había emborrachado una vez en mi vida además de la que estaba viviendo y había sido lo peor. Era Zabdiel. Él me había llevado a casa, me había salvado de una congestión alcohólica y de empezar a vomitar por todos lados.

– Te juro que estoy bien, Zabdiel. Déjame ir con mis amigas – dije deshaciéndome de sus manos en mi torso.

– Evie, estás ebria.

– No lo estoy, solo necesito ir con mis amigos ¿entiendes?

– Como quieras – vi su silueta avanzar hacia otro lado. Me levanté como pude del suelo y fui despacio a la barra de nuevo.

Sí, estaba ebria y tenía que aceptarlo, pero no importaba, tenía dieciocho años, nada podía pasar. Pedí otra bebida que no supe que era y volví a verter todo el líquido por mi boca. Sentí como quemaba mi garganta y luego llegaba a mi estómago con facilidad. Busqué mi bolso por todos lados hasta encontrarlo. Lo abrí. 5 mensajes nuevos.

Todos decían cosas como: "¿Dónde estás?" "¡Zabdiel vino a la fiesta!" pero había uno de un número desconocido.

"Disfruta las fotos, querida". Bajé más y empecé a ver todas esas imágenes asquerosas. Christopher desnudo, desnudo debajo de una chica igualmente desnuda. Llevé mi mano libre a mi boca y una lágrima se salió de su órbita. ¡Maldita sea! Seguí viendo las imágenes, Christopher estaba totalmente extasiado, lo sabía por su gesto.

– ¡Evie! – gritó una voz familiar cerca de mí. Limpié las lágrimas que aún estaban en mi rostro y alcé la mirada. No quería verme débil. – ¿Qué tienes? – dijo cuándo me miró.

Le extendí el teléfono y empezó a ver las imágenes.

– Amiga, perdón...

– Ese maldito las va a pagar. Lo sospeché desde el principio Sasha, lo sabía pero me encarceló – otras lágrimas comenzaron a caer por todo mi rostro. Las limpié bruscamente y miré fijamente al frente. Sasha traía una botella de vodka en sus manos. La tomé y le di un trago realmente grande.

– ¿Qué vas a hacer, guapa? No hagas cosas de las que te arrepentirás después.

– No haré nada, solo... iré a casa.

Tomé mis cosas y salí tambaleándome de la fiesta. Caminé unas cuadras sin rumbo. Me detuve en un poste y comencé a llorar incesantemente. Me dolía, claro que me dolía. Solo hace unas horas me había dicho que me amaba, que me extrañaba. ME AMABA. Yo lo amaba y era lo suficientemente estúpida para no haberme dado cuenta del tipo de persona que era Christopher Velez.

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Sex Instructor. || Christopher Velez  TERMINADAWhere stories live. Discover now