Capítulo veintinueve

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Subí los doce pisos del estúpido edificio que me llevarían con Christopher. Me acerqué a una chica, al parecer la secretaria de Christopher. Era de piel muy blanca, un poco más que yo, cabello rubio, largo y lacio, pecho redondo y voluminoso, llevaba un mini vestido negro con unos tacones color crema. Traía un gafete con su nombre: Stephanie Francis.

– Hola, disculpa, ¿se encuentra el señor Velez? – pregunté amable.

– Por supuesto. ¿Desea que le llame? – me preguntó.

– Por favor.

– ¿Quién lo busca? – dijo alzando la bocina del teléfono.

– Una amiga.

Asintió con la cabeza y presionó el botón rojo que haría llamar a Christopher. Disfruté el momento en el que la chica colgó y me sonrió de oreja a oreja con un poco de disgusto.

– Puede pasar – me invitó mientras le daba la espalda y me dirigía a la gigante oficina de Christopher.

– Gracias, Steph. – dije provocativa.

Golpeé un par de veces la puerta de madera hasta que escuché el grito sensual de Christopher detrás de ésta invitándome a que pasara. Abrí la puerta y entré tan despacio como un gato. Lo vi con su traje negro de espaldas a mí, por un momento no quise que volteara para poder salir corriendo e irme de ese lugar, pero otra parte de mí me pedía que me quedara, que dejara atrás todo mi orgullo y aceptara de una vez que Christopher me gustaba y que me gustaba muchísimo.

– Te dije que no Zabdiel – dijo al teléfono. –Su padre es un hígado – siguió hablando. –Después te llamo ¿sí?, tengo asuntos que resolver. Adiós.

Se dio vuelta y se quedó helado cuando me vio. Lo miré directo a los ojos y después bajé a sus labios.

– Hola – lo saludé tímida.

Le dio vuelta al escritorio para quedar frente a mí.

– ¿Qué haces aquí? – me recorrió con la mirada y luego tocó mi rostro, justo debajo del labio inferior, donde había quedado una marca de sangre después del golpe que me había soltado papá. – ¿Qué te pasó? – me preguntó con un tono preocupado.

– Solo vengo a pedirte una sola cosa.

– Dime – me ofreció continuar.

– ¿Tienes alguna propiedad que no estés usando?

– Sí.

– ¿Qué posibilidades habría de que me la rentaras? Si fuera un apartamento sería mejor – le pedí.

– ¿Puedo preguntar por qué? Zabdiel...

– Él no hizo nada – lo interrumpí. – Fue mi padre.

– ¿Él te hizo eso? – señaló la herida debajo de mi labio.

Asentí con la cabeza.

– Zabdiel acaba de decirme lo que pasó entre ustedes.

– Bah. A puesto que te dijo que nada era lo que parecía – bufé.

– Está devastado. Deberías de hablar con él.

– ¿Ahora eres mi psicólogo o qué? Solo vine a pedirte un espacio donde pueda quedarme. Te pagaré la renta, no te preocupes – dije algo enojada.

– Hey, hey, hey, tranquila ¿quieres? Está bien que estés alterada pero eres menor que yo chiquilla.

– ¿Qué tiene eso? A decir verdad, soy más madura que tú.

Sex Instructor. || Christopher Velez  TERMINADATahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon