Capítulo treinta y cinco

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Me había dicho que me quería, Christopher Velez había admitido que me quería. Sonreí de una manera que me dio pena, que me dio vergüenza.

- ¿Qué? - pregunté asegurándome de lo que había dicho.

- Te quiero.

- ¿De verdad me quieres?

- De verdad te quiero.

Y supe en ese momento que no quería escuchar nada más, solo eso. Me conformaba con esas simples palabras salidas de la boca de Christopher. Lo abracé por el cuello acercándome a su cuerpo, él hizo lo mismo y sentí el calor de su cuerpo viajar hasta el mío de una manera realmente espectacular. Ya no quería nada más, ni siquiera respirar, Dios mío, Christopher me quería y lo había admitido después de bastante tiempo y de unas 30 veces que habíamos tenido sexo (exagero).

- Tengo que preguntarte algo - dijo alejándome de ese rinconcito en mi cabeza que me recordaba lo feliz que era.

- Dime.

- ¿Haz estado cuidándote? - preguntó con cara de espanto.

- Pastillas, claro. ¿Por qué? - pregunté insegura.

- No quiero que quedes embarazada, no estoy listo para cargar con un problema todavía - dijo con tono seco.

Sentí un golpe horrible en el estómago cuando dijo eso, aunque no sabía por qué, no pensaba tener hijos con nadie por el momento, y si lo hacía, era seguro que abortaría, no me quedaría con un bebé apenas teniendo dieciocho recién cumplidos.

- Bueno, estoy algo cansado. Ven - dijo señalando su regazo.

Me aventé a su cuerpo con delicadeza quedando atrapada entre sus brazos musculosos y su pecho no muy marcado. Acaricié la línea de vellos que se le marcaba justo debajo del ombligo y sonreí. Esos vellos me causaban algo extremadamente excitante.

- ¿Te gustan? - preguntó algo divertido.

- Me fascinan.

Mordí mi labio inferior y subí la mirada para encontrarme con la de Christopher.

- ¿Me das un beso? - le pedí como niña pequeña. Negó con la cabeza.

- Tú dámelo - reclamó.

- No - hice un puchero y le saqué la lengua.

- Ah, vamos, no seas orgullosa y dame un beso - bufó.

- Dámelo tú - paré la trompita esperando a que sus labios tocaran los míos, pero en lugar de eso sentí sus labios en mi frente. -Más abajito - le pedí, casi implorándole.

- ¿Ahí? - dijo besando mi nariz.

- Un poco más abajo - cerré mis ojos.

Ahora sus labios besaron la comisura de mis labios.

- ¿Ahí está bien? - preguntó.

- Vamos, sé que tienes mejor puntería.

Escuché una pequeña risa.

Y entonces sus labios tocaron los míos. Frenéticos y deseosos, los míos fueron devorando los de Christopher con lentitud, pero con bastantes movimientos que invitaban a Christopher a seguir.

- Oye... ¿Sabías que hoy tienes que ir a la escuela? - dijo sobre mis labios. ¿Por qué demonios hacía eso? Justo cuando íbamos a tener sexo nuevamente.

- ¿Enserio? Yo no siento como si fuera lunes.

- Créeme, lo sentirás en un rato.

Dejé de besarlo y me recosté en su regazo, no quería separarme de él.

Sex Instructor. || Christopher Velez  TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora