Notting Hill

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Llevaban un mes ensayando la obra y había llegado el día del estreno. Al final, Luisita consiguió que se llevara a cabo la venta de entradas y, aunque no se lo esperaban, iba a venir mucha gente. Entre Amelia y Luisita existía un acuerdo no escrito de fingir que nada había pasado, así que todo seguía como siempre y, a pesar de que a Luisita le costó un par de días volver a la normalidad (incluso faltó a clase), ahora estaban bien, aunque un muro invisible se había acomodado entre ambas y les impedía comportarse con total naturalidad.

— Bueno, Luisita, mucha suerte. Te va a salir genial, ¿vale? Ven, dame un abrazo para traspasarnos la suerte. — Dice Amelia cuando están a punto de salir al escenario.

Luisita le da un abrazo y se aparta con rapidez.

— Suerte.
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— Madre mía, madre mía, cómo habéis estado, de verdad. ¿Me explicáis vuestra química? — María lleva media hora halagando a Luisita y Amelia por la obra. Ha sido todo un éxito, e incluso se han desplazado al auditorio un par de medios para publicar artículos en sus revistas. Amelia mira a Luisita sonriendo aunque nerviosa, pero Luisita no le devuelve la mirada.

— Gracias, María. — Es todo lo que le sale decir.

— Y ahora viene lo bueno: ¡la celebración! Vamos, que ya están todos en el local esperando a las artistas. Pero qué orgullosa estoy, coño. — María pasa un brazo por encima de los hombros de cada una de sus amigas y empiezan a andar.

Cuando llegan al local, todo son vítores y felicitaciones para las protagonistas de la obra. Luisita y Amelia sonríen y empiezan a hablar con unos y con otros, pero de pronto Luisita ve que detrás de un grupo de gente está Sara, la chica con la que Amelia llevaba saliendo un par de semanas. Se traslada a la conversación que tuvo con Amelia unos días atrás, mientras hacían una pausa durante un ensayo:

— ¿Y qué tal con Sara? — Luisita había decidido la noche anterior que la mejor forma de afrontar la situación era de frente, que no podía perder la amistad de Amelia y que tenía que aceptar que lo suyo no podía ser. Así que lo estaba intentando.

— Bueno, nos lo pasamos bien y poco más. — Amelia no quería darle muchas explicaciones a Luisita porque sabía que podía hacerle daño, aunque la rubia intentara disimular.

— Vaya.

— ¿Qué?

— No, nada, que parece que estás con Sara por estar. Me parece una pérdida de tiempo.

Amelia la mira con una ceja levantada.

— A ver, Luisita, llevamos poco tiempo. Estamos conociéndonos, tampoco es que me vaya a casar con ella ni nada.

— ¿Ah, no?

— Luisita, por favor, ¿eres tonta? — Amelia se ríe.

— No sé, es tu novia, ¿no? Tampoco te estoy diciendo que pienses en casarte, pero se supone que el inicio de una relación es lo más bonito.

— Mira, ni siquiera sé si quiero casarme algún día, pero ya te digo yo que con Sara no va a ser.

— ¿Con quién entonces? — La pregunta le salió de una forma inesperada, ni siquiera ella sabía por qué la había hecho.

— Pues, no lo sé, Luisita. Lo único que sé es que solo me casaría con alguien con quien tuviera muchísima confianza, con quien me lo pasara muy bien y que fuera mi mejor amiga ante todo.

— Como conmigo, por ejemplo. — Amelia la mira sobresaltada. — No, es que me parece gracioso escucharte decir eso, Amelia. Oye, tranquila eh, que lo tengo más que superado. Simplemente me hace gracia que digas que solo te casarías con tu mejor amiga, pero cuando tu mejor amiga te besa, le dices que es un error porque no quieres estropear la amistad. Contradictorio, ¿no?

Modern Love - LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora