La Navidad Gómez

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— Alegra esa cara, que en dos días es Navidad. — Luisita está echada sobre el vientre de Amelia, que también está recostada y con las piernas encima del sofá. Acaba de girarse para quedar boca arriba y mirar el rostro de su novia. Amelia le sonríe y le pasa la mano por la frente para retirarle el pelo de la cara. — No te apetece, ¿verdad?

Ya hace algo más de un mes que Luisita se ha ido a vivir con Amelia, y no hay ninguna duda de que están en su mejor momento. La convivencia está siendo un experimento que les está saliendo bastante bien. Luisita sabía que no iba a tener ningún problema al convivir con Amelia, pero antes de eso solo habían compartido algún que otro fin de semana, y nunca sabes lo que puede ocurrir una vez tu rutina pasa a ser también la de otra persona y viceversa. Pero para sorpresa de ambas, nunca antes han estado mejor. Esos ratos en el sofá son sus favoritos, y siempre necesitan algo de contacto entre ellas: o Luisita se apoya en Amelia o Amelia reposa su cabeza sobre Luisita o se dan la mano desde un poco más lejos.

— No es eso. Es que ya sabes que la Navidad es difícil para mí con todo lo de mi familia. Ya han pasado cuatro años desde la última vez que la viví con ellos, pero aún no me atrevo a volver a mi casa con todo lo que me dijo mi padre aquella vez por teléfono. Y en estas fechas siempre echo de menos a mi madre.

A Luisita se le parte el corazón siempre que Amelia habla de su familia. Esta lleva tres años pasando las fiestas en Zaragoza, pero en casa de sus tíos. Al menos allí aprovecha para ver a su madre y a su hermano algunos ratos, sin la presencia de su padre. Aunque puede pasar con ellos algo de tiempo, Amelia aún no tiene claro si esto le hace bien o mal, porque no puede estar con ellos los días señalados y le agobia muchísimo pensar que está a dos pasos de su casa pero no puede ir hasta allí. Luisita intenta animarla todo lo posible. La Navidad le encanta, y quiere que su novia sienta lo mismo que ella. Aunque tiene dudas y no sabe cómo va a tomárselo Amelia, lleva varios días dándole vueltas a algo, así que lo suelta:

— Oye, cariño, ¿y por qué no te quedas aquí este año conmigo? Bueno, con todos nosotros. — Amelia la mira pero no dice nada, así que Luisita se incorpora para ponerse de rodillas en el sofá. — A ver, si no te apetece, lo entiendo, pero creo que lo pasas mal yéndote a Zaragoza y sabes que en el Asturiano eres más que bienvenida. Siempre te lo dicen.

Amelia se gira para mirar a Luisita.

— Mi amor, te lo agradezco, de verdad, pero no sé si es buena idea. Vosotros disfrutáis a tope de la Navidad y yo no voy a estar completamente bien. No quiero fastidiaros la fiesta.

— No vas a fastidiar nada. Solo vas a venirte y pasarlo genial, ya verás.

— Bueno, Luisita, es que a lo mejor no quiero pasarlo genial. ¿No lo entiendes? — Amelia ha elevado un poco el tono de su voz y esto pilla por sorpresa a Luisita, que la mira extrañada. — Lo siento. Voy a dar una vuelta. Ahora vengo.

Amelia se levanta del sofá, se pone los zapatos y sale del piso después de coger las llaves, dejando a una Luisita atónita. Lo último que quería era que Amelia se sintiera mal, pero parece que ha conseguido justo el efecto contrario. Resopla y se tumba de nuevo en el sofá, mirando al techo.

***

— Mira, María, yo solo quería que pasáramos la Navidad juntas para que se olvidara un poco de su situación familiar y estuviera feliz.

María y Luisita están sentadas en la mesa del salón bebiendo una taza de café. Amelia se fue después de comer y ya lleva una hora y algo más fuera, así que la rubia ha llamado a su amiga para contarle lo que ha pasado y estar acompañada mientras vuelve su novia. Ni siquiera ha intentado llamarla. Sabe que lo mejor es darle espacio.

Modern Love - LuimeliaWhere stories live. Discover now