Modern Love - Luimelia

Un fin de semana diferente

— ¡Buenos días con alegría! — Luisita entra en el Asturiano con una amplia sonrisa seguida de Amelia, que también saluda a todos. Ese fin de semana ellas se quedan a cargo del bar mientras Manolita y Marcelino se van de escapada. Luisita y Amelia les regalaron las Navidades pasadas un fin de semana fuera de Madrid y todavía no han utilizado el cupón. Después de mucho insistir, han conseguido convencerlos para que pasen unos días lejos del bar y la casa. Ellas se quedarán al frente de todo: el bar y los hermanos de Luisita. Catalina se va a trasladar al piso de las chicas y el resto de hermanos se quedarán en casa, ya son lo bastante mayorcitos. Eso sí, se pasarán todos los días por allí para vigilar.

— ¿Qué tal, cariño? — Manolita sale de detrás de la barra para darles un beso a Luisita y Amelia. Se ven casi a diario, pero nunca faltan besos. — Estábamos dejando todo listo para que no tengáis que marearos mucho. En la cocina está preparada toda la comida que necesitaréis para el fin de semana y ya sabéis que en el almacén tenéis refuerzos por si la cosa está movidita y se os acaban algunas cosas. Fuimos a comprar ayer...

— Mamá, sabes que llevo como 6 años trabajando aquí, ¿verdad? — Dice Luisita divertida. Amelia se ríe disimuladamente.

— Bueno, hija, una cosa es poner cafés y otra quedaros al frente de todo.

— Puedes irte tranquila, Manolita, ya sabes que Luisita se las apaña más que bien. Con sus hermanos también. Menuda sargenta. — Amelia le echa un cable a su novia, mientras se ríe.

Luisita le da un codazo y Amelia se ríe aún más fuerte. Marcelino sale de la cocina también sonriendo después de escuchar que las chicas han llegado al bar. Tiene toda la cara manchada de harina.

— Papá, de verdad, ¿todavía estás así? Vete ya a casa a ducharte y os vais de una vez, por favor, qué pesados.

— Pero bueno, ¿qué prisa tienes tú? ¿Estás planeando una fiesta o qué?

— Claro que sí, con Catalina en casa y después de estar aquí todo el día trabajando como una mula. Un plan sin fisuras.

Todos ríen. Luisita y Amelia empiezan a moverse para encargarse del bar. Ya van llegando los primeros clientes para desayunar. Han elegido ese fin de semana porque Amelia no trabaja ni tiene ensayos y Luisita tiene que escribir en casa, pero no tiene ninguna reunión. Va bien con los plazos de entrega de los guiones, así que puede permitirse estar más tranquila. Aunque sabe que la tranquilidad va a ser más bien escasa. Manolita y Marcelino se despiden para subir a casa a terminar de organizar las cosas para el viaje. Antes de irse, Marcelino se gira desde la puerta:

— Hija, recuerda que a Catalina no le gusta que la recojas del cole en la puerta. Espérala justo en el segundo árbol a la derecha.

— Lo sé, papá, tranquilo.

— Suegro, no te preocupes más, te doy mi palabra de que yo supervisaré todo de cerca. — Marcelino sonríe aliviado.

— Vale, bien, así sí me voy tranquilo. ¡Gracias yerna! — Añade gritando mientras ambos desaparecen por la puerta del bar. Amelia mira a Luisita y esta le hace un gesto de «madre mía, la que nos espera» mientras resopla. No les da tiempo a hablar de muchas cosas más, porque empieza a entrar gente en el bar y tienen que separarse para iniciar la danza habitual: los viajes a las mesas, los trayectos hacia la cafetera, salir y entrar en la cocina, etc.

***

A las 13:45 Amelia deja a Luisita al frente del bar con la ayuda de Manu, que no ha tenido clase a última hora, para ir a recoger a Catalina. Habían decidido que fuera ella porque claramente le haría mucha más ilusión. Así que se despide de los hermanos y sale del bar dirección al colegio. Sigue las instrucciones de Marcelino y espera a la pequeña en el segundo árbol a la derecha. A las 14:02 ve salir a Catalina por la puerta principal; esta dirige su mirada directamente hacia el árbol. Al ver a Amelia, se gira hacia la amiga que va a su lado y empieza a señalar a Amelia mientras sonríe. Catalina se despide de su amiga y empieza a caminar hacia su cuñada, que más bien parece su tía.