Una película en el sofá

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Luisita está temblando, y no es de frío, aunque sea casi finales de noviembre. Llama al timbre. Tras unos segundos, se abre la puerta y aparece Amelia con una sonrisa de oreja a oreja.

— Hola, guapa. — Le dice que pase con un gesto y la lleva al salón. La mesa ya está preparada. — A ver, no soy muy buena cocinera, pero le dije a Natalia que venías y antes de irse nos ha preparado su plato estrella: pasta a la carbonara.

— Qué rico. — Acierta a decir Luisita con timidez.

— Bueno, si quieres podemos hablar antes de lo que pasó anoche y después traigo la comida.

— Como quieras. — Amelia la coge de la mano para llevarla al sofá y sentarse.

— A ver, Luisita, no lo voy a negar. Me gustaste desde el primer día que te vi. — Luisita sonríe al asimilar que Amelia se había fijado en ella desde el principio. — Cuando empecé a conocerte me di cuenta de que no solo era algo físico, sino que estaba muy a gusto contigo y teníamos muchas cosas en común. Pero pensaba que a ti te gustaban los chicos y simplemente descarté la idea de que fuéramos algo más. Cuando me besaste me asusté muchísimo. Me cogió por sorpresa.

— Yo también estoy asustada. Nunca me había sentido así con nadie. Ni hombre ni mujer. Es que simplemente contigo me siento como en otro mundo paralelo.

Amelia no puede evitar sonreír y tocarle la mejilla a Luisita.

— Eres increíble. — Luisita agacha la mirada, nerviosa. — Solo quiero saber si estás segura, porque eres muy importante para mí y no quiero que nos equivoquemos.

— Amelia no sé si nos vamos a equivocar. Pero no me vas a perder. Me importas mucho. Y no quiero quedarme con la duda de lo que podría haber sido. Siento una conexión muy fuerte contigo y algo me dice que estoy haciendo lo correcto.

Amelia se acerca despacio a Luisita y le da un beso suave.

— ¿Segura entonces? — Le vuelve a preguntar. Luisita decide no responderle con palabras. Se acerca a Amelia y la besa, al principio con cuidado y después con toda la intensidad de la noche anterior. Necesita dejarle claro todo lo que Amelia le hace sentir. Ni siquiera está pensando, se deja llevar por la inercia. Nunca antes había sentido esas ganas ni ese calor. El beso empieza a ser más intenso aún, pero cuando sus lenguas empiezan a estar demasiado enredadas y el calor se hace insoportable, Amelia para.

— Oye, ¿comemos ya?

Luisita intenta recuperar el aire.

— Vale, como quieras.

— ¿Me vas a decir a todo que sí?

— Sí. — Luisita y Amelia se ríen. — Oye, Amelia, una cosa. ¿Y Sara?

— Tranquila. Anoche en cuanto llegué a casa la llamé. Hemos terminado.

— Bueno, total, tampoco es que te fueras a casar con ella, ¿verdad? — Amelia no puede evitar reírse.

Las chicas se sientan a comer y mientras lo hacen hablan de muchísimas cosas distintas. Cuando terminan, Amelia recoge la mesa y Luisita se sienta en el sofá, mientras observa todos y cada uno de sus movimientos. Amelia vuelve de la cocina y se sienta a su lado.

— Bueno, ¿qué quieres hacer? — Pregunta la morena.

— Lo que tú quieras. — Dice Luisita mirando hacia otro lado.

— Lo que yo quiero no podemos hacerlo ahora. Así que mejor dime tú: ¿peli o serie? — Se levanta del sofá para coger el mando de la televisión y vuelve a sentarse. Luisita la mira atenta.

Modern Love - LuimeliaWhere stories live. Discover now