4.

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España observaba el líquido caer de su ojo, sin control alguno, y en una cantidad más abundante que el día anterior, mientras que respiraba de forma algo agitada. Se sentía nervioso, y el punzante dolor que había sentido en el pecho ahora se extendía por todo su cuerpo, haciendo que cayera sobre sus rodillas y empezara a vomitar el líquido negro que había vomitado el día anterior, pero ahora logró echarlo todo dentro de la taza del váter.

Mientras tanto, Barcelona, con su trabajo cumplido, y C. León cuestionándose a sí mismo de lo que hacer, no se daban cuenta de lo que a su padre le pasaba. Al menos, el dolor del español paró durante un rato, pero volvió de forma más aguda cuando la comunidad leonesa tocó la puerta de la habitación de su padre, con la intención de contarle la decisión que había tomado.

- Papá, ábreme, soy yo. - dijo el menor, con una voz seria y algo arrepentida, mientras seguía tocando la puerta, cada vez de forma más violenta. Ya que España se encontraba en el baño, C. León no podía oír sus vómitos y suaves sollozos, los cuales emitía por el dolor en su cuerpo.

Se sentía débil, mucho más débil de lo normal, pero esa parte suya no la mostraba a nadie. No quería que nadie se preocupara por él, y mucho menos sus propios hijos, los cuales estaban siempre a su alrededor. ¿Qué pensarían de él sus comunidades y provincias? Que era débil, que era patético, deplorable... Pero eso era solo en sus pensamientos. Sus hijos no pensaban así sobre él. La mayoría de ellos le admiraban por su personalidad, por el cómo podía mantener la calma en momentos de tensión como eran las discusiones con su hija Cataluña, o en las reuniones de la ONU, las cuales eran demasiado estresantes para todos.

Hablando de la ONU, éste había organizado la reunión mensual, al día siguiente y en su país, y no había preparado nada por el momento. Se levantó del suelo, sintiéndose un poco mejor, mientras que se limpiaba la boca y se ponía el parche, para atender a su hijo, el cual seguía tocando la puerta de forma insufrible.

- Castilla... Ahora mismo no me encuentro bien del todo... ¿Podrías decirle a tu hermana Madrid que mañana había una reunión y que por favor, vaya a ver si el salón de plenos está limpio? - preguntó el español, mientras que su mirada se dirigía al menor, el cual frunció el ceño y le gritó de vuelta.

- ¡No soy tu mensajero! - respondió, de forma agresiva ahora, mientras que pensaba en todo lo que Barcelona le había dicho.- ¡Estoy harto de todo! ¿¡Porqué siempre son los demás antes que yo!? ¡No soy tú criado, y ya no quiero ser más tu hijo! ¡Ojalá no haber nacido para tener que aguantar a un idiota como tú! - le gritó en la cara, mientras empezaba a temblar y sus ojos se llenaban de lágrimas - ¿Es por la España vacía?¿Es por eso que no me quieres como a los demás? - finalizó, y con enfado le pegó un puñetazo en el brazo, cosa que no le hizo mucho más daño de lo que las palabras lo hirieron.

El español intentó hablar, pero sólo salían sonidos de su boca, si quiera podía vocalizar de forma correcta, mientras observaba al leonés irse a su habitación y empezar a hacer la maleta. Mientras tanto, Barcelona, la cual lo había escuchado todo, sonrió con levedad, pero a la vez con algo de tristeza, mientras que le comunicaba a su hermana, Cata, a través de mensaje, como había ido lo que ella le había ordenado: la destrucción del español estaba en marcha, y sería muy complicado pararlo ahora.

España miró al suelo, sintiéndose algo mareado, mientras que cerraba la puerta despacio y colocaba el cierre, para que nadie entrara y lo viera en ese estado. Entonces, el mareo se convirtió rápidamente en un desmayo, haciendo que éste se desplomara y yaciera en el suelo, tosiendo sangre mezclada con el líquido negro de vez en cuando, mientras que los pequeños, que estaban abajo, habían oído la discusión, y cuando vieron bajar a C. León con las maletas, éstos lo miraron confundidos y se levantaron, rodeando al mayor e interrogándolo con muchas preguntas, sobre todo, sus provincias.

- ¿Qué ha pasado? ¿Porqué llevas maletas? ¿Dónde vas? ¿Puedo ir contigo? - hablaban Salamanca, Burgos, Palencia y Segovia a la vez, mientras que León, Zamora, Ávila, Valladolid y Soria le cogían de la camiseta y le abrazaban, éste último colgando se de la espalda de su hermano mayor, mientras que los miraba y sollozaba en silencio, bajando a Soria de su espalda con cuidado y liberándose de la cárcel que los menores habían hecho alrededor suyo para que no escapara, mientras éstos se habían callado finalmente, y sollozaba con suavidad también, observando al mayor finalmente salir por la puerta y dar un portazo al cerrarla, para hacerle saber al español que ya se había ido, y que lo había perdido, pero lo que no sabía era que su padre no estaba de forma consciente en la casa. Otra comunidad se había independizado, pero sus provincias no podían ir con él de momento. Eran demasiado jóvenes.

- España... Despierta, España... - una voz femenina, suave hablaba, mientras que el español estaba tirado en el suelo, mirando a la nada, todo oscuridad alrededor de él. De repente, una pequeña luz iluminó a su alrededor, y una figura de mujer apareció ante él, sentada en el suelo. España levantó la cabeza con levedad, observando la figura, y abrió los ojos como platos al observar quién era, cosa que le sorprendió verdaderamente.

Con un rápido movimiento, el país estaba sentado, cruzado de piernas, observando a la figura femenina, la cual era su madre: El reino de Castilla y Aragón. Mientras, ella le observaba atentamente, con una dulce sonrisa en la cara, con la que siempre lo miraba cuando era pequeño, mientras que alzaba una mano y le acariciaba la mejilla derecha, llena de lágrimas al ver a la persona que había perdido hace mucho, y de la cual siempre se acordaba al ver el collar que llevaba. Intentó hablar, pero no lo conseguía. No por nerviosismo, no por nada en especial, simplemente su voz no salía. O si lo hacía, pero no se lograba oír. Entonces la mujer habló de nuevo, sujetando la cara de su hijo con suavidad, mientras acariciaba las mejillas del chico. Ella seguía viendo al otro como un niño pequeño, como la última vez que lo vió en vida. Mientras tanto, el español dejaba caer su cabeza suavemente a las manos de su madre, descansándola en ellas, escuchando su voz.

- España, tienes que despertar... Se que es duro, pero no puedes rendirte aún... Eres un niño fuerte, y se que nadie más va a hacerte daño... - habló, plantándole un pequeño beso en la frente de su hijo. Si, es cierto, el calor de las manos de su madre le tranquilizaba, pero aún había cierta inquietud en él, como si supiera que las palabras de la mujer no eran del todo ciertas, y que algo malo iba a pasar, aunque lo único que hizo el español fue abrazarla. El momento no duró mucho, el español empezaba a sentir como si se asfixiaba, mientras que unas manos le cogían del cuello. No podía ver bien a la figura, pero reconocía las marcas en los brazos de la persona que lo ahogaba. Entonces despertó, con la respiración agitada y mirando a todos lados, hasta que se quedó observando un punto en concreto de su habitación.

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1269 palabras hehehehhe

¿Qué será lo que habrá captado la atención del español? Lo sabremos en el próximo capítulo

Yeah

Vale lo siento, pero bueno, otra comunidad que ahora lucha por su independencia. ¿Quién creéis que será el/la próximo/a? ¿O qué creéis que pasará en el siguiente capítulo? Comentad aquí abajo, y se agradecería que apoyárais la historia votándola, que lo mío me cuesta escribirla Xd

No Te Vayas, Por favor. (Country Humans España) [TERMINADA]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant