Capítulo Tres

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Saúl estaba cansando, no sabía cuánto tiempo más tendría que soportar la tortura de estar allí siendo saludado por todos los invitados de su madre. A pesar de llevar una expresión en el rostro de no te me acerques, todos en la fiesta se acercaban a saludar y a entablar temas de conversación que a Saúl le importaban en lo más mínimo, por el momento lo único que quería el joven era marcharse de ese lugar y no sentirse sofocado entre tantas personas. Apretando su bastón, llevó el pequeño vaso de ponche hasta su labios donde saboreó el tierno sabor de las frutas bañadas en alcohol; deseó tener en mano una botella de aguardiente y desaparecer en su habitación.

Con un solo sorbo terminó de tomar el ponche y lo colocó en la mesa que se encontraba a su derecha. Con un suspiro extendió su bastón y se alejó de la gente para llegar a las escaleras que próximamente lo llevarían a su habitación.

Sin importarle lo que puedan decir los invitados sobre la poca educación del hijo menor de los Ivanov o las palabras que le diría David a la mañana siguiente, subió las escaleras con aires de grandeza y superioridad para que aquellos que le miraran supieran que sus opiniones le valían un comino.

Quizás estaba delirando y pensaba que todos les observaban, pero aun así no le importó y siguió subiendo las escaleras como si de la realeza se tratara.

No pudo evitar sonreír cuando subió las escaleras y se percató de que en la planta alta no se escuchaban los ruidos de la fiesta, paz pensó. Ya no se sentía incómodo puesto que estaba solo, para Saúl, era molesto sentir la mirada de todos en su cuerpo, se sentía como un animal en el zoológico siendo señalado por todos pero era aún más doloroso escuchar los comentarios de los demás, era como si todos tenían algo que opinar acerca de la situación del hijo menor de los Ivanov.

Con pasos lentos caminó por el pasillo para llegar a su habitación, se desató la corbata que ya empezaba a apretarle el cuello y desabotonó los primeros botones de su camisa blanca. Estaba a punto de girar el pomo de la puerta de su habitación cuando escuchó ruidos dentro de ella, eran ruidos apenas audibles pero estaban allí y Saúl podía escucharlos, eran toques contra la madera de su habitación.

¿zapatos de tacón? Sarah nunca entraba  a su habitación pensó.

Molesto por si algún invitando chismoso se hubiese colado a su habitación abrió la puerta con demasiada fuerza causando que la persona que se encontraba dentro chillara. Apretó los puños con fuerza al sentir como su privacidad había sido invadida.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó con recelo apretando la mandíbula con fuerza.

—Yo... eh... —La persona que estaba en su habitación balbuceaba.

Kala trataba de calmar su forma de respirar pero el chocar de su corazón contra su pecho la ponía más nerviosa y aceleraba mucho más su respiración. Frente a ella se encontraba el chico más lindo que sus ojos habían visto, era el chico de la biblioteca pensó nerviosa.

El aura de oscuridad que lo envolvían le ponían los pelos de punta hasta hacerla sentir escalofríos, a pesar de que el chico era bastante atractivo la mueca en su rostro lo hacía parecer más animal que humano, apretaba su mandíbula con tanta fuerza que Kala podía observar como bajo su mentón empezaba a formarse un pequeño tic y como sus nudillos se tornaban blanco por apretar su bastón y el pomo de la puerta, sintió miedo. Kala estaba lo bastante asustada como para no saber que responder y eso no pasaba muy a menudo.

— ¿Qué haces aquí? —volvió a preguntar Saúl.

—Estaba buscando el baño —escuchó un susurro, era bastante bajo pero si podía escucharlo.

— ¿Qué? ¿pensabas mear en mi cama o lavarte las manos en mi escritorio? —preguntó sarcástico cerrando la puerta y recostando su espalda de ella—. Por si no te has dado cuenta esto no es un baño.

Aunque no pueda VerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora