Capitulo Cuatro

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Kala caminaba hacia su salón de clases ignorando que cada lunes compartía materia con David. No lo había visto desde la noche de la fiesta hace ya una semana, había ignorado completamente sus mensajes y hasta había preferido comer en el campus que a la cafetería solo para no verlo.

Luego de lo que había sucedido la noche en la fiesta había tomado la decisión de alejarse del grupo, cualquiera pensaría que le estaba dando mucha importancia a una falda mojada, pero en realidad, la castaña prefería prevenir que lamentar ¿Y si lo volvían hacer? ¿Y solo querían burlarse de ella por ser nueva? Pues no, ya había pasado por demasiadas cosas en Estados Unidos como para volver a repetirlas en Inglaterra.

Tomando una respiración profunda caminó hasta adentrarse en el salón de clases e ignoró a David el cual sonrió cuando la vio pasar por la puerta, maldijo en un susurro cuando se percató de que el único lugar desocupado se encontraba al lado de la persona a la que estaba tratando de evitar.

Se alegró de que por lo menos aquel lugar se encontrara cerca de la ventana y desde allí podía observar parte del campus. Tomó asiento y se dispuso a sacar todos los útiles que iba a utilizar y arreglarlos sobre su escritorio cuando de pronto sintió varios toquecitos sobre su hombro. Bufó molesta.

-Kala -susurró David dejando de tocar su hombro.

-Está muy temprano para andar molestando, David. No quiero hablar contigo -respondió cortante cerrando su mochila.

-Necesito explicarme... No es lo que piensas -susurró con voz apagada causando que Kala gire en su lugar y lo observara. Con una mueca en los labios Kala respondió.

-Lo que yo piense no te incumbe, ahora si me disculpas... vine a estudiar -Antes de que David pudiera abrir la boca para responder Kala volvió a su posición inicial y sonrió nerviosa cuando el maestro de cálculo hizo acto de presencia en el lugar. Salvada por la campana, pensó.

Pronto toda la clase dejó de hacer ruido para prestar atención a los garabatos que hacía el maestro en el pizarrón, pero a pesar de ser una pésima estudiante en todo lo relacionado con números, en vez de prestar atención decidió desviar la vista hacia la ventana.

Sus pensamientos viajaron desde todas las personas que se podían observar desde la ventana hasta la noche de la fiesta. Desde aquel día no podía sacarse al tal Saúl de la cabeza, cuando se acostaba pensaba en él, cuando se levantaba también pensaba en él ¡estaba perdiendo la cabeza!

Pero era imposible sacarlo de sus pensamientos, por más que lo intentara no podía sacar de su mente su cabello rubio con mechones más claros que otros, su piel suave y pálida, sus gruesas cejas, sus marcados pómulos y sus lindos labios rojos. Pero sobre todo lo que nunca podría olvidar serían sus asombrosos ojos azules.

Se preguntaba si en verdad no podía ver nada, cada vez que recordaba el momento en que se había quitado los lentes y sus ojos quedaron desnudos había sentido como si él pudiera verla, había sentido que su mirada traspasaba su piel y observaba cosas que nadie había visto antes... por primera vez se había sentido desnuda. Pero lo que era aún más extraño es que le gustaba, le había gustado sentirse así frente a él, como si no tuviese que cubrirse y formar una coraza para que nadie la destruya. Solo una mirada de aquel chico podía causar estragos en su cabeza.

Kala cerró sus ojos deleitándose con el rumbo de sus pensamientos, su cuerpo se ponía caliente solo de recordar como sus labios se habían entreabiertos y humedecidos con la punta de la lengua, su piel se erizaba y los pelos se le ponían de punta cuando recordaba como sus dedos habían delineado su rostro, y su corazón... su corazón aceleraba su ritmo cuando recordaba lo cerca que habían estado, si se concentraba podía sentir como su respiración le había hecho cosquillas en la nariz.

Aunque no pueda VerteWhere stories live. Discover now