Capítulo 24

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Mi abogada, Lydia, era de ese tipo de mujeres tan elegantes y supereficientes que, normalmente, por principio, no me gustaban. Era brillante, temeraria y vestía con un estilo que ni siquiera Scott podía emular. Su piel me recordaba la nieve, y sus ojos verdes y muy expresivos detectaban las estupideces como los rayos láser.

En un minuto podía pasar de ser discreta y convincente a desagradable y

avasalladora, dependiendo de la situación. También dejaba caer una bomba nuclear con la facilidad con que parpadeaba. Me intimidaba muchísimo, pero estaba de mi parte, así que la quería casi tanto como odiaba a Matt.

Sacó unos cuantos papeles de su impecable maletín de piel y los dejó sobre la mesa entre ambas. Habíamos quedado en vernos en una cafetería de Bell Harbor, porque yo no me veía capaz de conducir hasta Glenville. Todo lo que me acercara a Matt y me alejara de melisa era demasiado doloroso.

—Hablé con su abogado —me explicó Lydia —. Creo que intenta asustarte. Apunta alto para poder negociar.

Me revolví en la silla.

—Entonces ¿qué quiere realmente?

—Según me han dicho, quiere la casa.

—¿Eso es todo? ¿Me amenaza con quitarme a mis hijos porque quiere la

casa?

—Ya conoces a Matt. Solo le importan el dinero y el prestigio. Su apartamento es un antro y él está pagando la hipoteca de una casa que tú no usas. Me apuesto lo que quieras a que su abogado lo convenció de que jugara la carta de la custodia para aterrorizarte y hacerte maleable.

—Lo está consiguiendo.

Lydia frunció el ceño y se ajustó sus gafas de diseño.

—No permitas que te arrolle, Stiles. Podemos presentarle batalla en este tema.

Había pensado mucho en eso los últimos días. Constantemente, de hecho, entre ataques de llanto por el cáncer de melisa y la abrupta marcha de Derek. Ni siquiera se había despedido. Yo había ido a casa de los Pullman la noche anterior con la esperanza de hablar, pero ya se había marchado. Por lo que vi atisbando por las ventanas, dentro había cajas de mudanza, pero ni rastro de él.

Volver a vivir en Glenville habría sido lo lógico. Podía empezar de

nuevo justo donde lo había dejado, pasearme por una casa vacía acosado por el fantasma del fracaso, rodeada de amigos que no lo eran. O podía quedarme y ser útil. melisa me necesitaba ahora y, francamente, yo también la necesitaba en cierto modo.

—No me importa la casa. Se la puede quedar él siempre que yo conserve la custodia total.

Lydia garabateó un par de notas en el margen del papel.

—El mercado inmobiliario en Glenville está hundido ahora mismo. Probablemente podrías encontrar un sitio decente para vivir, más pequeño, pero ¿qué tienes pensado hacer con el tema del dinero? Yo no trabajo gratis.

—De hecho, he decidido mudarme aquí. Puedo vivir con mi tía hasta que concrete otros planes. He empezado a trabajar, ¿sabes? En esta ciudad hay un montón de gente rica y caótica, y aunque ahora mismo no gano mucho, tengo expectativas.

Jeanette se quedó decepcionada con mi capitulación. Si yo peleaba con

Matt ella ganaba dinero, aparte de que disfrutaba apretándole los tornillos

tanto como yo. Me parece que Matt le recordaba a su exmarido.

—Deberías pensarlo, Stiles.

—Créeme, lo he hecho. Estoy convencido de que trasladarme aquí es lo

Mi Segunda Primera Vez ||Sterek UA||Where stories live. Discover now