Capítulo 18: Fiebre

314 54 114
                                    

Hoy acompañé a mi hermanita, que ya se había recuperado de una gripe terrible, a hacer compras escolares, crecen tan rápido... Aproveché y compré para mí este nuevo cuaderno, uno A4, más de adulto, con una tapa elegante y transparente, para continuar con la historia, puesto que ya me estaba quedando sin hojas en el cuaderno escolar que venía usando.

Sofía, así se llama la enana, no para de hablar nunca, lo cual hace que ir de compras no sea tan aburrido, pero claro, al final siempre hay que comprarle algún regalito, como pago por su compañía.

En este momento, me encuentro tranquilo en mi pequeño departamento, dejé a Sofi con sus padres después de que me contara todos los chismes sobre mi familia materna de los que no estoy enterado. Un momento con ella basta para que ya te pongas al día con todos los eventos. Lo que más le apasionaba era el hecho de que acababan de instalar una pileta en el patio trasero de su nueva casa. Me dijo que me invitaba a ir a jugar allí con ella cuando quisiera.

Ahora, nuevamente en soledad, estoy listo para continuar con mi historia. Mentiría si afirmara que recuerdo absolutamente todo lo que sucedió después de mi monumental error. Para ser franco, solo tengo algunos recuerdos de esa noche, por suerte para mí, son los importantes: le había confesado mi amor a Guada por chat y había comenzado un noviazgo con Maca, todo en la misma noche.

Lo que no recuerdo son detalles, como por ejemplo, cómo llegamos a casa después de la fiesta. Juli afirma que ella pidió un taxi y que así fue como volvimos. Dice que yo me quedé dormido todo el viaje. No lo recordaba en ese momento y hasta el día de hoy mi memoria sigue nula con respecto a esa parte de la noche.

Aquella fue la primera vez que tomé tanto alcohol y me sirvió de lección para poder afirmar, con experiencia, que estar ebrio es un peligro. No me gusta eso de no tener el control sobre mis propias acciones ni mis recuerdos, me prometí a mí mismo que no volvería a sucederme.

Pero la verdadera tragedia comenzó a la mañana siguiente, cuando el alcohol se había disipado de mi sistema y comenzaba a recobrar mi cordura. Comenzaba a tomar consciencia de todo lo que había sucedido la noche anterior y por ende, a replantearme mi existencia. Además comenzaba a sentir los dolores de mi cuerpo.

—¡Arriba, Leandro! –La voz de mi padre retumbó en toda mi cabeza.
Auch.

Amanecer así no estaba nada bueno, me sentía mareado y mi cabeza dolía como si estuviera siendo acribillada de pinchazos. Y entonces, en cuanto abrí los ojos y vi la imagen borrosa de mi padre parado frente a mí, los recuerdos de la noche anterior me invadieron: yo confesándole mi amor por chat a Guada, ¡¿en qué estaba pensando?! Y después terminando la noche con broche de oro: ¿poniéndome de novio con Maca? ¿Eso hice? Dios mío.

—Anoche llegaste muy ebrio –me comentaba mi padre, con tono de desaprobación—, estabas hecho un asco.

—Sí –le respondí sin más.

—Tu madre se va a enterar de esto.

¿Me amenazaba?

—Bueno –le respondí.

La verdad era que el hecho de que mis padres me retaran era el menor de mis problemas, solo quería que se fuera de mi habitación y dejara de gritarme. Los sonidos me hacían doler la cabeza.

—No te hagas el listo conmigo, Leandro. Quiero que te levantes y laves tu ropa nueva que ahora apesta a alcohol y a tabaco y después cortá el pasto, que ya está creciendo de nuevo.

—Bueno –repetí.

—Siempre me toca lo peor a mí –se alejó murmurando mi padre—, claro, como conmigo se queda los fines de semana cree que puede hacer lo que quiera.

El amor en los tiempos del internetWhere stories live. Discover now