21. Escuchando miradas

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Ahí estaba, atada e inconsciente en la parte de atrás de una camioneta. Gracias a Sweet Pea no tardamos mucho en llegar a la ubicación que Kenny me había dado. Jug y yo estábamos en la parte de atrás con Penny cuidando por si despertaba antes.

—Pea, está comenzando a moverse.— hablé por la ventanilla indicando que el tiempo se había acabado. Doblamos la esquina y apagó el motor informando que ya habíamos llegado. Penny estaba despierta casi por completo así que la hicimos bajar y la llevamos al punto establecido. Los chicos la pusieron de rodillas y quitaron el costal que cubría su cabeza, tenía un poco de sangre en la nariz y su cabello estaba hecho una maraña. Por un segundo sentí pena por ella, estaba a punto de caer a manos de unos cuantos adolescentes y no tenía ni idea.

—¿No es acogedor aquí?— me puse de cuclillas frente a ella, Penny estaba intentando acostumbrarse a la luz que pegaba directo a su cara y aún estaba deshaciéndose del cloroformo en su sistema, aproveché el trance del que estaba saliendo para seguir —Oh vamos, no puedes haberlo olvidado tan fácilmente. — usé un tono de burla y entonces un par de chicos hicieron sonido de águilas, ella reaccionó de inmediato buscando de donde provenían y solo nos hizo reír, aún no había dicho palabra alguna así que agregué un poco más de dramatismo a la escena. Saqué la fotografía de la bolsa de mi pantalón y se la puse enfrente, ésta era de su antiguo tatuaje removido de las águilas —Esto ayudará a refrescarte la memoria.— solté para después cambiar mi tono a uno más bajo. —Tu ridículo teatro se terminó, Penny.— dije y me moví, dándole rienda suelta a Jughead. Después de un tanto de palabrería entre ellos dos, llegó la hora del verdadero espectáculo y el chico que nos lideraba pidió que la sostuvieran.

—No puedes lastimar a uno de los tuyos, recuerda las reglas, niño.— habló Penny intentando ocultar su miedo.

—Mmm... es cierto. Qué lástima que no seas una de los nuestros.— sonreí sarcásticamente y saqué mi navaja, se la extendí a Jughead y para este punto, Peabody estaba envuelta en su propio miedo. Sweet Pea se encargó de cubrir su boca con un pedazo de tela para que sus gritos no fueran tan estruendosos. La escena por sí sola era horrible, había sangre en muchos lados y los chicos intentaban mantener quieta a la mujer que nos había traicionado a todos, sus gritos eran amortiguados por aquello que tapaba su boca, sin embargo eran demasiado fuertes para mí. El ambiente comenzaba a sofocarme y sentía mi garganta cerrarse, no conseguía jalar aire así que caminé hasta la parte trasera de la camioneta intentando pensar en otra cosa. Estaba empezando a ver todo borroso, me sostenía la camioneta, sin embargo la fuerza que tenía me estaba abandonando. Después de lo que se sintió como una eternidad, pude llegar a la parte de atrás donde me senté e intenté calmarme. Nunca había sentido nada parecido, era una horrible combinación de nervios, asco y unos cuantos tragos de alcohol. Tenía ambas manos cubriéndome los ojos cuando Fangs se acercó a mí.

—¿Flame?¿Estás bien?¿Qué sucedió?— hizo varias preguntas y se escuchaba algo lejos. Intenté responder que no me sentía del todo bien pero estoy casi segura de que lo único que había salido de mi boca eran balbuceos. —¿Skyelar? ¡Skye!— logré escuchar aún más lejos hasta que todo se volvió oscuro.

Mi cabeza dolía e intentaba recuperar mis sentidos lo más rápido posible. Unos segundos después me incorporé jalando un poco de aire y buscando no sé realmente que con mis ojos.

—Hey, tranquila. Estás bien.— habló Jughead sosteniendo mi cabeza y evitando que me levantara. Al ver la escena, pude ubicarme mejor; él estaba sentado en la parte de atrás de la camioneta y yo estaba acostada a su lado, tenía mi cabeza apoyada en sus piernas. —Te desmayaste, Skye.— me ayudó a incorporarme y me sentó a su lado.
—Yo no...— estaba intentando recordar lo que había sucedido pero mi mente estaba en blanco, apenas tenia éxito sacando las palabras de mi boca.
—Me asustaste.— confesó y mis esfuerzos por recordar cesaron. Lo miré a los ojos y él ya estaba viéndome, tomó mi mano sin duda alguna y la acunó entre las suyas. Al hacer contacto me di cuenta de dos cosas, mis manos estaban tan frías como un hielo a comparación de las suyas y lo que hizo subir la sangre a mi rostro, cosa que me hizo notar que mi cara también estaba helada. Baje la mirada hacia nuestras manos y él pasó una a mi rostro haciéndome verlo nuevamente. —No quiero perderte, Skye.— hizo una pequeña pausa —No quiero estar en ningún lado sabiendo que no es contigo, no quiero escuchar nada sabiendo que no será tu voz, no quiero sentir nada sabiendo que no será tu calor. Escucha, sé que últimamente hemos pasado por tanto y no ha sido nuestro mejor momento, nos hemos separado más veces de las que desearía y la mayoría de ellas ha sido mi culpa. Ambos sabemos muy bien que tú eres lo único que me mantiene con los pies en la tierra, eres mi brújula moral, mi hogar y me rehuso a dejarte ir como agua entre los dedos.— mantuvo su mano en mi rostro y jamás dejo de mirarme a los ojos. Mi cabeza gritaba que no lo dejara entrar de nuevo, que al final habría algo que nos rompería tanto que a ambos nos costaría vida y media reparar el daño; mientras tanto mi corazón saltaba de amor en busca del suyo, de su calor y la montaña rusa de emociones por la que solo él podía llevarme. Callé a ambos y escuché a mis ojos por primera vez, mi mirada fundida en la suya hacia que todo en el mundo estuviera bien y eso era lo único que necesitaba.












Our New Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora