11 Libertinaje

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Dolor, sangre y la cara arruinada
Y ella baila por mi polvo de hadas
Sabe bien que tramo una jugada, yeah
Mi pantera siempre inesperada

Narra Tomás.

unos días después de ausentarme por las vias donde siempre me veía con Eider decidí ir esta noche.

me encontraba viendo tele con blanco a mi lado, aunque en realidad mis pensamientos ocupaban toda mi mente y no me dejaban prestar atención a lo demás.

había desaparecido para aclarar mi mente, per ¿como se lo explicaba a ella?.

era la primera vez que nos dabamos la confianza de besarnos y yo ya había retrocedido mil casilleros.

las horas pasaron rapido, capaz por la droga que estaba en mi sistema, no me permitía ver muy claro.

me puse la capucha y salí rumbo a las vías con la esperanza de ver sus ojos al llegar.

divisé a lo lejos las vías, relajé mi postura y traté de verme lo más normal posible, pero al llegar ella no estaba.

me senté con la desilusión a ver la luna.

me quedé unas horas, las esperanzas a que aparezcan iban desapareciendo y dolía bastante, porque sabía que era mi culpa.

me levanté del vagón y recorde que los pibes me invitaron al bar y yo negué por tratar de verla, así que me levanté y comencé a caminar hacia el bar que siempre nos veíamos.

estuve capaz media hora, mis pies dolían un poco y tenía frío, pero al llegar vi a mis amigos y un brillo en sus ojos me dió escalofríos.

llegué a su mesa despreocupado y ellos me sonrieron.

- Apareciste Cenfe. - Mauro palmeo mi espalda y reí, hace mucho que no lo hacía frente a ellos.

- Esta vez espero que no alla sorpresas. - rodé los ojos y ellos negaron rápidamente.

- Voy a pedirte algo. - se levantó Sebas y le agradecí, me senté en la silla vacía y esperé pacientemente mi trago.

- ¿Donde estabas?. - me miró Hache.

- En casa. - mentí.

- Tenés el pantalón sucio, no me mientas. - odiaba que fuera tan detallista. - ¿Fuiste a comprar droga?. - no me miró y eso me dolió.

- No. - dije firme pero bajé la cabeza por lo que iba a decir a continuación. - Fui a ver a alguien.

supe que tenía las miradas de ellos sobre mi, sorprendidos y escuché una discusión en el fondo del bar.

- Igual no estaba. - suspiré y miré hacia donde las personas discutían y mi mirada cruzó con los ojos claros que tanto me gustaban.

un hombre algo pasado de copas la agarraba con fuerza y ella intentaba soltarse mientras se defendía con palabras y su cara de susto me alertó.

me levanté sin decir nada aunque sabía que mis amigos me miraban me acerqué rápidamente hacía la pelea.

- Eh eh. - empujé al pibe e hice que la suelte. - ¿Que haces salame?. - agarré la mano de Eider y puse su cuerpo detrás de mi.

- ¿Y vos de donde saliste imbecil? no te metas donde no te llaman porque vamos a terminar mal. - amenazó. - Estábamos hablando bien.

- No estaban hablando bien así que andate. - hablé firme y con enojo en mi cuerpo.

- Pero ¿quien te pensas que sos?. - dijo antes de sentir su puño en mi nariz y como la gente se alborotaba.

no me quedé atrás, agarré su camisa del cuello y lo apoyé contra la pared.

- Con ella no te metes gil. - dije antes de pegarle yo una piña, se levantó recibí mas golpes dejando mi cara arruinada y la de el también, hasta que mis amigos llegaron y nos separaron.

H agarró al pibe y lo sacó para afuera del bar mientras que yo me comía el sermón.

- ¿Estás loco hermano?. - Mauro me miró.

- Le estaba faltando el respeto el gil ese. - me quejé y miré a Eider.

- Hola soy Eider. - habló algo intimidada y recibió las tres miradas sobre ella.

cada uno se presentó y volvieron a retarme por hacer quilombo.

- No fue mi culpa, si el gil se hace el piola con una mina que se la banque con un chabón a ver si es tan bueno. - señalé la puerta enojado y sentí las manos de Eider acariciando mis hombros.

- Yo me estaba por ir. - habló Eider detrás de mi. - Vamos a mi casa y de paso te desinfecto la cara. - susurró en mi cuello y asentí.

me levanté bajo las miradas de ellos.

- Me voy. - avisé y los saludé.

salí y Hache estaba fumando un cigarrillo en la puerta mirando el cielo.

nos vió salir y recibimos su mirada fría.

- Chau H. - me despedí y el solo me miró.

ya era costumbre desilusionar a los que más quería.

𝟱𝟰𝟮 𝘾.𝙍.𝙊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora