16 | Asumiendo la realidad

37.5K 5.5K 9.6K
                                    

16 | Asumiendo la realidad

Alex

—Tío, creo que estoy jodido.

Cuando cierro mi taquilla, me encuentro con Finn, que me mira mordiéndose el labio. Últimamente siempre se repeina el flequillo hacia arriba porque a mi hermana se le ocurrió decirle que eso le haría parecer un «chico malo» y que, por tanto, ligaría más. Guardo mis libros en la mochila mientras espero a que continúe. Le conozco y sé que, aunque no le pregunte, acabará contándomelo.

En efecto, suelta un suspiro prolongado antes de decir:

—Creo que acabo de enamorarme.

Alzo las cejas y silbo.

Guau. —Finn asiente con energía—. ¿Y quién es la afortunada?

—Esa es la cuestión. No sé cómo se llama.

Resisto el impulso de poner los ojos en blanco.

—¿Te has enamorado de alguien a quien no conoces?

—Sí, pero, al menos, existe —replica—. Teniendo en cuenta que todos mis amores platónicos han sido personajes de películas o de videojuegos, creo firmemente que esto es un avance, Alexander. No me desanimes.

Levanto las manos por encima de la cabeza, en son de paz, y echo a andar en dirección a la cafetería. Es la hora del almuerzo. Finn viene pisándome los talones.

—El caso —prosigue— es que necesito tu ayuda. Quiero averiguar su nombre.

—Pues pregúntaselo.

Chasquea la lengua.

—Bueno, digamos que mi plan incluye no hablar con ella.

Me vuelvo a mirarlo.

—Ese plan es una mierda. —Mi amigo suelta un bufido.

—¿Vas a ayudarme o no?

Titubeo cuando pasamos junto al aula de francés. Normalmente, Owen y yo quedamos aquí para ir juntos a la cafetería. Sin embargo, por mucho que miro a mi alrededor, no consigo dar con ella. La marea de estudiantes es demasiado densa y no distingo ningún rostro conocido. Al final, intento ocultar mi descontento y me resigno a seguir caminando.

Supongo que ya estará esperándonos en nuestra mesa.

—No creo que pedirme ayuda a mí sea una buena idea. Deberías hablar con Mason —le respondo a Finn, y me reservo mis argumentos: hablar con chicas no se me da bien. Prueba de ello es que nunca he tenido novia, por ejemplo. Tampoco he dado mi primer beso. Echémosle la culpa a mi cerebro y a su mala costumbre de hacerme quedar en ridículo cada vez que abro la boca.

—Necesito que me ayudes tú —insiste—. Es amiga de Holland.

Escuchar su nombre me pone alerta. Por suerte, se me da relativamente bien disimular. Me aclaro la garganta con cierto nerviosismo.

—Sigo sin entender cuál es mi papel en todo esto.

—Sois amigos, ¿no? No tengo tanta confianza con ella como para preguntarle. Pero tú sí. Podrías hacerlo por mí.

Tiene razón. Somos amigos. El problema es que, desde que Gale rompió con ella, Owen no ha vuelto a acercarse a sus antiguas amigas. Si Finn está hablando sobre una de ellas, su plan tiene aún menos posibilidades de surtir efecto. Sobre todo, teniendo en cuenta cómo son esas chicas. Las he oído criticar a Holland —y a todo el mundo, en realidad— a sus espaldas en varias ocasiones. Finn se merece a alguien mejor. Ese tipo de gente debería estar condenada a pasar sola toda su vida.

Cántame al oído | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now