II. La llegada del caos.

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Stohr empezó a susurrar, Kuno sintió como las palabras rozaron de forma húmedasus oídos, Stohr estaba recitando un hechizo muy poderoso y en cuanto lo logró lasgotas de lluvia se detuvieron, quedaron suspendidas en el aire, lo que les dio unamejor visibilidad, pero los vientos no parecían cesar y Entropía no parecía quererdar tregua. Los hermanos se quedaron unos cuantos minutos escuchando losárboles crujir, partiendo palmeras a la mitad y golpeando rocas para hacerlas polvo.

Mientras tanto en el hogar de descanso Kathryn estaba hechizando las cosas paraque no se rompieran al tacto de Entropía, hasta ese momento había logradohechizar todas las tazas, la cama en la que iba a dormir, los artefactos del baño, lasescaleras y muchos muebles. Reforzó sus hechizos con sangre de un ángel y soplópolvo de estrellas sobre los objetos para sellarlos y protegerlos para siempre, peroKathryn estaba ligeramente preocupada, de verdad temía por el bienestar de sunegocio y de su familia, una ligera sospecha empezó a gotear dentro de su mente¿qué tal si Kuno tenía razón? ¿qué tal si Sera tenía ganas de desatar su podernuevamente como en aquel día? Y pensó que tal vez no debió aceptar a Entropía.

Kuno y Stohr finalmente vieron a Entropía aterrizando sobre la arena, el tiempo sedetuvo por un instante y los hermanos hechiceros no pudieron evitar admirardetalladamente la belleza que dramáticamente se desprendía de esa catastróficamujer. Su aura era hegemónica, un ser superior a los humanos y a los hechiceros,desprendía la energía de una Diosa. A Kuno le empezaron a temblar las piernas y 7Stohr no lograba acomodar los bloques de su mente, simplemente se habíanderrumbado ante ese majestuoso ser.

Entropía tenía el cabello plateado largo y ondulado y los ojos color púrpura, su pielera tersa y pálida, como si hubiese sido porcelana moldeada por los Dioses, y suslabios eran pequeños. Se encontraba flotando de una forma delicada hacia dondeestaban Kuno y Stohr, portaba un vestido rosa pastel corto, con una falda muyvolada, su falda estaba rodeada de vientos que se movían formando algo similar ala parte superior de un tornado, sus manos cubiertas por unos guantes de tornadosmedianos girando y muchos tornados pequeños flotando por todo su cabello. 

La paz fue interrumpida por un sonido similar al de una locomotora, era el gritodesgarrador que Entropía desbordaba. A toda velocidad la mujer tormenta se acercóhacia donde se encontraban los jóvenes hechiceros, Entropía azotó con su mano aKuno quien apenas y pudo bloquear el golpe, Stohr intentó golpearla con su hacha,pero entropía sopló viento helado y congeló el hacha, las manos y los pies de Stohr.

—Kuno ¡hazlo! —gritó Stohr. 

Kuno en seguida siguió las indicaciones de su hermano y sacó unos brazaletescolor negro y a como pudo se los colocó en las manos a Entropía, por supuesto nosin antes llevarse un golpe de tornados que la dejó viendo estrellas. Los brazaletesreprimieron el poder de ese magnífico ser, el tornado de su falda se hizo máspequeño al igual que los de sus brazos, el shock de esa fuerza mágica oprimiéndolahizo que Entropía cambiara, sus cabellos empezaron a pintarse color castaño, soltó otro grito desgarrador y luego cayó sobre sus rodillas, con gran esfuerzo loshermanos la arrastraron hasta la puerta de la mansión.

Entropía levantó su cabeza para admirar la casa de descanso, era enorme y decolor negro, el edificio le recordó a un castillo medieval que había destruido hacíatiempo, una vez que se enamoró de un jinete dragón. Las puertas se abrieron, lamadre de Kuno se encontraba esperándolos en la entrada. 

—Bienvenida a la casa señorita tormenta. 

Entropía tosió bulliciosamente. 

—Llámeme Entropía. 

Entropía a como pudo se colocó sobre sus pies, y se abrió paso dentro de la casaque prometía —aunque difícil de creer— sanar su alma. Se encontraba deshecha,había nacido del corazón de una Diosa, pero hecha exclusivamente para destruirtodo lo que tocara, para destruir todo lo que amaba. En ese momento los tornadosque rebosaban cerca suyo se tornaron de un gris oscuro. Se arrimó sigilosamentehacia una silla antigua que estaba junto a la escalera, y un extraño languidecerempezó a gestarse en las paredes de su corazón. Sus ojos empezaron a bañarsede lágrimas y lloró en voz alta, como un niño pequeño llora cuando le arrebatan undulce. 

—Kuno ve al cuarto de tu hermana y tráeme un poco de aceite de HURT, estoysegura de que se quedará dormida dentro de poco y debemos subirla a suhabitación. 

Conforme las lágrimas iban cesando de sus ojos Entropía pudo observar mejor elentorno que la rodeaba. Un candelabro colgaba del techo, hecho de madera.Entropía observó cómo el candelabro se extendía y se encogía a voluntad propiapara iluminar ciertas partes del techo. La casa era de madera y bastante oscura,hacia el fondo había unas cuantas puertas de habitaciones, y la escalera era grandey ancha. La mujer catastrófica se levantó, sus pies se tornaron fríos puesefectivamente la casa albergaba un frío bastante particular, esto a pesar de que seencontraba en una isla tropical. El ambiente desprendía olor a cedro que travieso seescabullía a sus sentidos. Entropía se giró sobre sus talones admirando el lugar yluego rio de una manera bastante extraña.

—Nunca había podido entrar a una casa antes —expresó.Y a todos los presentes se les volcó el corazón de compasión.Kuno se apresuró y se encaminó hacia el cuarto de Tera, su hermana mayor, allí eradonde se encontraba el aceite de HURT. El cuarto de Tera se encontraba en laplanta baja, al entrar Kuno empezó a flotar y su bastón se empezó a desprender desus manos. El cuarto era sumamente grande, incluso más grande que el resto de lamansión, era todo un mundo allí dentro, lleno de nubes y aves que revoloteaban.Kuno observó la cama y las sábanas de su hermana flotando, al igual que elescritorio y su closet. En el centro de la habitación estaba Tera con una camisa blanca, sus cabellos rubios flotaban al igual que todo en esa habitación. Sus ojosverdes penetraron en los de Kuno de inmediato, Kuno observó el suelo —raro, yaque a menudo Tera lo ocultaba con su magia— tomó su bastón antes de que flotarademasiado lejos y se rodeó a sí misma para luego susurrar unas palabras y caer alsuelo. 

—Te he dicho que si entras a mi cuarto respetes mi gravedad. 

—No vengo a pasear ¿dónde está el aceite de HURT?Tera hizo flotar un frasco hasta las manos de Kuno. 

Cuando Kuno llegó a la sala de estar Entropía estaba sobre el sillón dormida, justocomo había anticipado su madre, Kathryn se puso aceite sobre las manos y luegomovió su palma sobre la cara de Entropía. El aceite era necesario cuandonecesitaba moverse a seres extremadamente poderosos. 

El cuerpo de Entropía salió flotando, y de la misma forma subió las escaleras hacialas habitaciones del segundo piso, pocos segundos después sonó un portazo y unapuerta trancándose

La mamá de Kuno se inmutó de repente y abrió ligeramente sus labios como si lasorpresa la hubiese invadido de forma torrencial. Stohr aún se encontrabadescongelándose debido a su encuentro con Entropía, pero Kathryn lo había sentidodebajo de sus huesos, la presencia de un ser oscuro, creado para destruir, lapresencia de un ser impuro, pero sobre todo la mayor amenaza de los hechiceros. 

Kathryn extendió su mano y de su habitación salió Tera disparada, la misma aterrizósobre sus pies y fue movida unos cuantos metros, la expresión en su rostroexpresaba disgusto pues rara vez trabajaba de forma voluntaria. 

—Vayan a la playa, ¡ahora! —exclamó Kathryn. 

Kuno y Tera corrieron a toda velocidad hacia la playa, la arena las acariciaba con sucalor, las olas reventaban saludando a lo lejos y sus corazones se encontrabanacelerados, cada paso incrementaba el suspenso, como si un tambor estuvieseacompañando su recorrido, las aguas se tornaron turbias, los árboles se ocultaron,las sirenas cantaron y al llegar a la playa las hermanas visualizaron a un niño. 

—Es un humano —habló Tera espantada. 

—Pero, eso es imposible —dijo Kuno mientras el terror invadía su ser—, ¿Quévamos a hacer? 

—Sabemos qué tenemos que hacer. 

Sera salió sigilosamente de su habitación y se encaminó paso a paso hacia lahabitación contigua, observó detenidamente la puerta de cedro y sonrió alpercatarse de quien estaba dentro, Sera forzó la cerradura y luego vio a Entropíadurmiendo sobre su cama. 

La Casa al Final del MundoWhere stories live. Discover now