VI. Un alma nueva.

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El bebé humano reía y se quedaba sin aire conforme lo hacía, se encontraba a loalto de la escalera de madera, las cenafenas iluminaban cada vez que daba un pasoy eso le hacía prorrumpir en risitas ahogadas y sonidos de respiraciones agitadas.El frío le tornaba la cara aún más pálida de lo que era, y sus labios rosados senotaban un poco resecos, el cabello color oro le bajaba agraciadamente a su frentecomo si de una catarata de buena suerte se tratase. Sus manos pequeñas seestiraban tanto como lo hacían sus regordetas piernas, intentando con desesperotomar las luces que brotaban de las ramas dentro de esa oscura casa. Llevaba unpar de minutos intentando hacerlo, por alguna razón Kathryn tenía demasiado miedocomo para subir, extrañamente no miedo de lo que el cachorro de humano pudiesehacerle a ella, sino miedo de lo que ella pudiese hacerle, temía no controlar susnervios que mecían su interior como los vientos de Entropía mecían la casa dedescanso, temía que esas oscuras sombras siguieran agitándose como el mar querugía alrededor de la isla, temía actuar de manera imprudente y desatar unembrollo, derramar sangre humana y tener que enfrentar a su padre quien dormíanuevamente en su habitación. 

Entropía venía caminando junto a Kuno y a Sera, su corazón empezaba a derretirsey a dejar ver lo que tantas ramas habían ocultado durante tantos años, lo que elbosque había impedido ver a los exploradores que se atrevieron a penetrarlo:felicidad. Ese pequeño rayo de luz que Entropía ni siquiera sabía que podía sentir,eso que cortaba a través de toda la maleza y se inyectaba como los colibríesinyectaban polen a una flor. Kuno por otro lado no pudo evitar que una sonrisa se le escapase a través de sus húmedos labios al ver que las mejillas de Entropíaestaban rojas a más no poder, sintió un vuelco en su corazón y sus sentimientos searrojaron a sí mismos sobre las paredes de su ser, Kuno se encontraba confundiday podría estarse realizando miles de preguntas, pero el estado de éxtasis que leproducía observar a Entropía hacía que su mente no tuviese nada más que eso:Entropía. Las tres siguieron avanzando hasta que se encontraron en la sala deestar, Kathryn desde la cocina intentaba no enloquecer a medida que escuchaba lospequeños ruiditos que retorcían la madera de la casa.

—Señorita Entropía espero que mis hijas le hayan proporcionado un agradablerecorrido por algunas de las habitaciones de nuestra casa. 

—Sí, así fue —expresó Entropía—, fue maravilloso, glorioso, estupendo, como unaola de paz invadiendo todas mis costas, como la lluvia que a veces provocoinvadiendo lo que hay bajo su techo. 

—Me alegra oír eso —contestó Kathryn—, entonces seguirá con nosotros.

 —¡Por supuesto! no quiero abandonar este lugar, es el único lugar en el mundo quepodría sanarme —Entropía hizo una pausa—, pero quiero ver más, quiero conocertodas las habitaciones, quiero sentir más de esa gloriosa felicidad y de esa efímeratranquilidad que bailó con mis sentidos. 

—Poco a poco —mencionó Kathryn—, poco a poco. 

Kathryn se encontraba complacida debido a que Entropía exorbitaba alegría, perono podía permitirle subir y encontrarse con el pequeño humano, planeaba quedarsecon Entropía tomando café en la cocina mientras intentaba comunicarles a sus hijasque se encargaran de alguna forma del bebé humano. Kathryn dejó pasar a Entropía y mientras Entropía se adentraba en la cocina sopló en dirección a Kuno ySera, el aire que se desprendió de sus labios meció con fuerza los cabellos deambas y de esa forma pudo comunicar sus pensamientos, Kuno y Sera escucharondentro de las esquinas de sus mentes el mensaje que Kathryn les envió, envuelto enlas ráfagas de viento que sus soplidos eran capaces de provocar, «El cachorrohumano está en las escaleras» escucharon con una voz meliflua y con un pequeñoeco. Kuno dio un paso al frente para hacer algo al respecto, estaba un pocoasustada y no sabía realmente cómo tratar con un humano, pero era un problemaque debía resolver y sabía que no podía decirle que no a su mamá, en esemomento Sera sujetó fuerte su mano.

La Casa al Final del MundoWhere stories live. Discover now