XIV. La otredad.

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La otredad a menudo nos intimida, el sentido de pertenencia es reconfortante ycálido, pero frente a los otros lo que sentimos es recelo, miedo y en algunasocasiones hasta odio. Estamos acostumbrados a etiquetar todo lo que es diferente olo que sentimos que no pertenece junto a nosotros. Los lobos se mantienen juntoscuando el frío azota, dándose calor, alimento, compañía y paz, pero rara vezadmiten a otro animal que no pertenezca a ellos, los seres humanos son cerrados yprejuiciosos y lo diferente es condenado, exiliado y tirado al vacío, a un vacío tanoscuro como el corazón de la misma Sera, a un vacío tan profundo como lahabitación en la que estaba flotando Entropía. Lo otro se considera abominable, seconsidera monstruoso, salvaje, no digno, dañado, y malo, pero ¿qué pasa cuandonosotros somos lo otro? 

Los chicos recelosos intentaban soslayar la mirada directa de su madre queprácticamente los estaba empujando con los bufidos que salían de su ser, y elreproche palpable que casi se tornaba una bola de estrellas amenazaba conatacarlos en cualquier momento. Su prima había entrado a la habitación siendoescoltada por los cientos de mariposas que la seguían a todos lados, su piel pálida,su cabellera larga y roja, y sus ojos color naranja la hacían resaltar en cualquierlugar al que fuese, portaba un arco amarrado a su espalda con raíces de TWEROS,árboles del antiguo bosque encantado. La historia contaba que el bosque les habíapertenecido a los Dioses menores y que dentro de él habitaban unicornios, hadas ydragones. La familia de Kathryn había habitado en dicho bosque hacía muchasgeneraciones y algunos de sus descendientes conservaban los materiales de ese ya extinto bosque. La túnica que yacía sobre esa piel pálida y sobre la cual ese cabellorojo ardía era de color blanco, con líneas púrpuras, aunque todos estos detalleseran bastante difíciles de diferenciar debido a que las mariposas monarcarevoloteaban alrededor de Jasha, su presencia era imponente, su físico eramemorable y su astucia era inmedible, pero sus mariposas eran sencillamentesuperiores a cualquier paisaje por más perfecto y hermoso que fuese.

Kuno miró de reojo a sus hermanos y a su madre, y luego miró al suelo, no podía nisiquiera establecer contacto directo con su prima, no porque no le agradaba, sinoque simplemente la ponía incómoda estar rodeada de un hechicero tan superior aella. Stohr por otra parte sonrió en cuanto la vio, él no era muy apegado con esafamilia —y es que ninguno de los presentes lo era realmente—, pero su prima erahermosa y ver a una mujer hermosa siempre colgaba una sonrisa en la cara deStohr. Sera sintió la forma en la que ardía poco a poco el corazón que descansabaen su pecho, celos, ira y dolor, y Kathryn fue capaz de escucharlo enseguida porquele envió una mirada languideciente como si estuviese compadeciéndola, como siSera fuese un animal envuelto en una catástrofe hecha trampa y bañada en supropia sangre mientras se ahogaba hasta la muerte. Sera les reclamó a los Diosesque se reían de ella desde el cielo, o desde el infierno, o donde fuese que habitaransi era que existían, Sera no había creído mucho en ellos y si eran reales y tenían elpoder que se decía eran seres crueles, no era justo que su corazón hubiese perdidotoda su luz y que su prima siguiera siendo tan brillante, tan pulcra, tan perfecta, tanlo que no era ella. 

Entropía vagaba por el espacio infinito que la habitación le proveía, su columpio semecía y se movía siguiendo su voluntad sin que ella necesitara expresar unapalabra, bailó alrededor de júpiter el planeta más grande del sistema solar, y secolumpió junto a la luna, todo esto mientras sus lágrimas calcinaban todos losrastros de felicidad que alguna vez abordaron sus moléculas de piel y las lanzabanal crudo, frío y cruel vació que la rodeaba. Entropía pensaba en todo momento queella había sido creada para eso, que tal vez el abrazo de un cruel vacío era lo quesu madre había destinado para ella, y la línea y el caos y los truenos, siempre losupo de alguna forma, muy dentro de ella y lo vio en las llamas de Kahár, sinembargo, aunque ella quería rendirse y su alma estaba cansada, su corazón no ibaa darle tregua. Su corazón quería sentir calor nuevamente, el calor que emanaba elsol que en ese momento estaba flotando frente a ella, estuvo tentada a bajarse delcolumpio, dejarse hundirse en su miseria, tan infinita como el universo que laalbergaba. Entropía navegó un poco más, se coló a través de nébulas, presenció lamuerte de estrellas y el nacimiento de nuevas en el instante, y se dio cuenta quetodo aquello era entropía, caos y destrucción, pero era igualmente hermoso,igualmente perfecto, justo y correcto, y necesario. Mientras su ánimo cambiaba y semodificaba poco a poco sintió que una estrella intentó hablarle, pero lo ignoró,posteriormente pasó muy cerca de otra y también escuchó un pequeño susurró «elverdadero universo está en constante caos, un hermoso caos» —dijo claro y fuerteuna voz poderosa. Entropía había hecho lo que tenía que hacer, había tenido sumomento para tomar una decisión, una decisión correcta.

Kahár cantaba dormido una canción que había escuchado en una granja cuando erasólo un niño pequeño, cuando la combustión acababa de darle vida, la canción en ese entonces le gustó tanto que quiso tomarla y enfrascarla para sacarla cada vezque sus días se pintaran de gris, entró a través de la ventana pintando de rojo todolo que tocaba, quemando el marco y luego la sala, los niños corrían con sus padres,Kahár se miraba las manos, ¿cómo algo tan inocente y tan joven podría provocartanta destrucción? Los caballos corrían por las laderas con sus cabellos envueltosen llamas y muchos de ellos caían intoxicados por el humo para que la muerte losabrazara y los recogiera, no sólo quemó la granja ese día, quemó laderas, cultivos ycasas, familias, niños, perros y otros animales y su corazón se fosilizó con la tristezay las muertes de esos seres inocentes, hasta que llegó Entropía.

—Estoy aquí mi amado —dijo una voz dulce.

 Kahár no estaba del todo consciente aún, las gotas de sudor se refugiaban en sufrente, llevaba días completos cubierto por su fuerte de almohadas, se rehusó amoverse hasta que su amada llegara. Había tenido ese sueño de nuevo, ese sueñotan fugaz y triste que tenía cuando sus días no eran felices, ese sueño que enrealidad era un recuerdo crónico. Abrió lentamente los ojos, primero uno y luego otroy las lágrimas se regocijaron en cuanto Entropía lo deslumbró con su belleza, sentíaque la presencia de la tormenta nunca se había sentido tan bien, y si alguna vez ensu juventud se hubiese percatado que detrás de cada día gris la responsable era unser tan hermoso jamás hubiese renegado de ellos. 

—¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó Kathryn. 

—Estoy un poco cansada, pero estuvo bien —respondió Jasha mientras lasmariposas revoloteaban a sus alrededores.

 —¿Recuérdame de nuevo por qué estás aquí? —dijo Sera desafiante.

 —Tengo un trabajo —Jasha sonrió—, cazamos demonios ahora, mi familia y yo, y alparecer mi madre percibe una energía oscura en algún lugar del mar que rodea laisla entonces estoy aquí para encargarme de ellos. 

Sera la miró con celos y desprecio y ni siquiera le respondió se limitó a subir lasescaleras, Kuno la imitó en seguida, Tera se encerró en su cuarto y Stohr salió porla puerta trasera. Los pasos fuertes de Sera le informaron a Kuno que estabamolesta, la madera crujía por debajo de las piernas de la hechicera, el viento silbabay bailaba con sus cabellos, el frío de la casa seguía metiéndose por debajo de loshuesos de Kuno y eso le provocaba un poco de dolor. 

—Tenemos que hacer algo —protestó Sera en cuanto ambas llegaron a la segundaplanta. 

—No sé qué esperas que hagamos.

 —Kuno despierta, sabes que ella planea algo, algo retorcido y malo.

 Sera se examinó un poco luego de pronunciar esas palabras, y unas cuantaspreguntas la bombardearon ¿acaso no era lo mismo que hacía ella constantementeen el pasado? ¿planear algo retorcido y malo para destruir a su propia familia?, peroella había cambiado, sí, o al menos eso se dijo para reconfortarse y arreciar la culpaque hervía como una caldera caliente bajos sus ropas. 

—Tal vez —intentó calmarla Kuno—, tal vez estemos equivocadas, sólo roguemospara que así sea. 

—Cómo si rogar sirviera de algo —susurró Sera. 

Kathryn estaba sentada en el sofá junto a su sobrina, la tetera empezó a chillaravisando que el café estaba listo, Kathryn hizo ademán de levantarse para ir por él,sin embargo Jasha no la dejó, movió su mano con una gracia digna de una reinahechicera como las que habían existido hacía tanto tiempo, como las reinas quehabitaban y cobraban vida en las historias que Kathryn le contaba a sus hijoscuando estaban pequeños, aunque esas reinas eran reales habían existido ygobernaban con mano de hierro hasta que el mismo pueblo de hechiceros lasextinguió. Las mariposas se extendieron a lo largo del brazo de Jasha y trajeronflotando la tetera hasta donde se encontraban ellas, Kathryn agradeció y ambasbebieron café y hablaron y se rieron y se sintieron felices, hasta que la noche cayósobre la casa y Jasha se despidió de Kathryn a medida que sus mariposas la hacíanflotar hasta el segundo piso. 

La Casa al Final del MundoWhere stories live. Discover now