XVI. Un ser superior.

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Un ser superior es aquel que es en toda medida mejor en comparación con otrosseres, si hablamos del reino animal no podemos decir que un león es superior a unacebra sólo porque está más arriba en la cadena alimenticia, si hablamos depersonas no consiste en ser mejor sólo física o intelectualmente, también estárelacionado con la calidad del alma, la calidez del corazón y con la bondad que en élabunde o escasee.

El pequeño humano estaba de pie frente al abuelo, éste acababa de interponerse ensu camino, los ojos del cachorro se vieron eclipsados por la chaqueta del viejohechicero. Ellos nunca habían tenido un contacto directo desde que el humanohabía llegado a la casa, la curiosidad explotó dentro del cerebro del pequeño y susojos se vieron contagiados con esa jovial chispa que hizo combustión en cuestión desegundos. El anciano miraba desde arriba al pequeño niño que ardía envuelto encuriosidad y la condescendencia se incrustó en sus ojos, lo empujó suavemente, elcachorro al observar que aquel hombre se comportaba de forma grosera abultó suslabios haciendo un puchero.

 —No me digas que vas a llorar —dijo Theros con un tono severo. 

El humano se quedó mudo ante la confrontación que el hechicero le acababa dehacer. 

—¡No! —expresó sumamente molesto.

—Eso es lo que más detesto de los humanos, que aparenten ser tan frágiles y quejueguen siempre el rol de la víctima, no me extraña que tus padres no hayan venidoa buscarte, ¿sabes? en cuanto crecen ustedes se vuelven egoístas. 

El pequeño sintió que las palabras de Theros rebotaban sobre su piel y provocabanun ardor bastante inusual en su corazón, su mente se vio bañada por un recuerdoborroso y casi fugaz en el que sus padres gritaban mientras él se alejaba, pero losrostros no eran más que garabatos difuminados, el pequeño negó con el cabezaextrañado y luego procedió a hablar para interrumpir al abuelo. 

—¡Basta! Tú eres malo —habló entre sollozos— ¿cómo alguien tan malo como túpuede ser familia de la señorita Sera? 

El abuelo fue invadido por un sentimiento de poca familiarización, las palabrasahogadas entre múltiples llantos que producía ese humano habían de alguna formaentrado a través de la gran armadura que el abuelo ponía frente a todos, Sera erasu pequeña niña, su tesoro y su más grande amor, y si bien él no entendía por quéla hechicera de cabellos negros se había encariñado tanto con el humano lo ciertoes que lo había hecho y no era algo que pudiese evitar. Cuando queremos a alguienesa persona se vuelve una pequeña extensión de nuestra alma, en especial si elquerer es mutuo, si alguien daña a una persona por la que nuestro corazón semueve nuestra alma se consume en su propia agonía y el dolor que esa personasienta se multiplica y se transmite a nosotros a través de los sentimientos, el abuelolo entendió de alguna forma en una baja frecuencia, hacerle daño al humano significaba hacerle daño a Sera, pero era demasiado orgulloso como para admitirsus errores.

Sera se movía acarreando la nieve del suelo con su vestido rojo, los copos caían delcielo decorando cariñosamente las sombras que provocaba el cabello de lahechicera, el frío la abrazó tan fuerte que hasta sus huesos se estremecieron, Seraestaba triste nuevamente, pero se rehusaba a quedarse atrapada en ese estadoantipoético, pero ¿qué podía hacer? el destino parecía empeñarse en lanzarlacontra ese sentimiento. «ésta no es tu verdadera naturaleza» —le volvió a hablaruna voz a su cabeza. 

—¿Y qué sabes tú de Sera? —dijo Theros—, no llevas aquí ni un año, yo tengocientos de conocerla, la vi crecer y aprender todos sus hechizos, tú no tienes niremota idea de la forma en la que la verdadera personalidad de Sera luce. 

—Claro que sí —interrumpió Sera, a medida que aparecía detrás del pequeñohumano.El cachorro se volvió para abrazarla y llorar al calor de su vestido. 

—Sera... 

—Abuelo, lo siento, pero eso que dices no es cierto, él no sólo conoce mi verdaderapersonalidad, él me ayudó a descubrirla.

Tera flotaba en su habitación como lo hacía la mayoría del tiempo, luego de salvaral pequeño humano de una caída casi fatal regresó a su santuario, observabadetenidamente unas aves de color amarillo que adornaban su mundo de nubes, lamente de Tera explotó en interrogantes, las aves parecían acariciarse entre ellas yeso llevó a Tera a hilar preguntas hasta quedar atrapada en su propia telaraña:«¿pueden los animales sentir emociones? ¿pueden sentir amor, odio, tristeza»luego su mente siguió discurriendo: «¿tienen los animales lenguajes?» La mayoríapensaba que sólo había una respuesta para esas interrogantes en las que Tera sededicó a pensar y esa era «no», sin embargo, que la mayoría crea en algo no lohace correcto. 

El abuelo acudió a la habitación de Kathryn como ella lo había solicitado, sólo habíauna pequeña luz tenue de una lámpara que rebosaba en un escritorio de madera,Kathryn desplegó tres expedientes sobre ella. 

—¿Hay más clientes que quieren ingresar a la casa? —preguntó el abuelo. 

—No necesariamente quieren —pronunció Kathryn—, fueron referidos por un Diosmenor, según él «necesitan recuperarse porque presentan actitudes nocivas para elmundo físico y espiritual». 

—¿Cuándo llegarán?—En cualquier momento.

La Casa al Final del MundoWhere stories live. Discover now