Capítulo 1

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-No lo haré –dijo Harry, pero nadie pareció escucharlo, bastante entretenidos en discutir el siguiente paso a seguir en el plan que ya tenían trazado, sin tenerlo en cuenta a él – ¡Dije que no lo haré! –exclamó más fuerte haciendo que esta vez, todos lo que se encontraban reunidos allí, guardaran silencio.

-Lamento decirte que esto no depende de lo que prefieras o no hacer –habló Albus Dumbledore con tono apaciguador –Es la mejor opción que tenemos.

-Pero no quiero casarme con él –alegó el muchacho apuntando hacía el hombre que se encontraba frente a él.

-Yo tampoco me encuentro muy feliz con esta situación, Potter –gruñó Severus Snape – ¿Pero quiere que le repitamos cuáles son las consecuencias si no se lleva a cabo esta unión?

   Harry Potter negó con la cabeza, no necesitaba volver a escucharlo, ya le había quedado muy en claro que si no se unía a Severus Snape su vida corría peligro. Y todo, como siempre, era culpa de Lord Voldemort.

   Hacía unos días habían descubierto que cuando Voldemort hizo el ritual en el cementerio para recuperar un cuerpo, no sólo había tomado la sangre de Harry para hacerse más fuerte, sino que así el chico estaría irremediablemente unido a él, y por ende a los mortífagos. Por lo cual, la única solución que había encontrado Dumbledore a todo ese dilema era enlazarlo a un mago que tuviera mucho poder y pudiera protegerlo; pero no debía ser cualquier mago, lo mejor dado el caso, era que lo hiciera con un mortífago, ya que la Marca Tenebrosa en el brazo de ese mago haría una especie de vínculo con Voldemort que le impediría a cualquier otro, incluso al mismo Señor Oscuro, reclamarlo.

   Y el único candidato para esa tarea había sido nada menos que Severus Snape.

-No sería un matrimonio como tal –volvió a intervenir Dumbledore –Es más bien un enlace de sangre. No tendrán que convivir, seguirás durmiendo en tu habitación de la Torre de Gryffindor llevando una vida normal. Lo único que cambiará es que no podrás estar con nadie más, en eso sí es igual a un matrimonio, tienes que guardarle fidelidad.

  -¿Y se puede revertir? –Preguntó Harry pensando en que no querría estar toda su vida unido a Snape, más cuando ya había alguien de quien gustaba.

-Cuando todo el peligro acabe lo vamos a ir viendo –contestó el director sin mirarlo directamente.

-No se puede, ¿verdad? –Afirmó más que preguntó.

-No, mi muchacho, yo no dije eso –sacudió la mano como queriendo descartar esa idea –Es sólo que es un poco más difícil que firmar un acta de divorcio. Tienes que tener en cuenta que es magia muy poderosa –Suspirando, ya superado por la discusión que no parecía llegar a su fin, agregó –Me gustaría decirte que tenemos otras opciones, Harry, pero lamentablemente no es así.

-Sólo tengo dieciséis años –intentó con la última defensa que le quedaba –No puedo casarme siendo menor de edad.

-Eso no es un impedimento siempre que tu tutor avale la unión –explicó McGonagall, y Harry, por primera vez, dio gracias en silencio de que su tía Petunia tuviera su custodia –Y en este caso sería Albus –al ver que el muchacho iba a contradecirla, aclaró –Cuando algún niño nacido muggle, o en tu caso criado por muggles, entra a Hogwarts el director se convierte automáticamente en su tutor mágico, teniendo el derecho de tomar las decisiones que crea más conveniente para el bien del niño.

-Pero yo no quiero casarme ni enlazarme –Harry miró suplicante hacía Remus Lupin que se había mantenido callado durante toda la reunión –Entiendo las consecuencias, pero no quiero hacerlo.

-Harry… –empezó Dumbledore, pero fue inmediatamente interrumpido por Lupin.

-No vamos a forzarte a hacer nada que no quieras. Nada –repitió al ver que Dumbledore iba a intervenir otra vez –Dejemos este tema por ahora, encontraremos otra solución. ¿Me acompañarías a la salida, Harry? –Preguntó poniéndose de pie y dirigiéndose a la puerta, en clara señal de que la reunión estaba terminada para él.

   Harry, sin decir nada más pero con un claro alivio en la mirada, se levantó para seguirlo.

-Volveré a mi despacho –dijo McGonagall tras un suspiro. Aunque sabía que todo lo que estaban haciendo era para salvar la vida del muchacho no pudo evitar sentirse aliviada de saber que no iban a enlazarlo con Severus. Al menos de momento.

-Yo también me retiro –dijo Snape.

-Quédate un momento más, Severus –pidió Dumbledore –Hay otro asunto del que quiero hablar contigo. –Una vez la profesora de transformaciones se hubo retirado, el director volvió a hablar –Debes preparar la poción de sangre para la unión cuanto antes.

  Snape no pudo evitar bufar ante ese pedido. –Ya escuchaste a Potter, Albus, no acepta la unión. Y déjame decirte que es mejor para mí…

-Tú sabes, tanto como yo, que esta es la única opción viable que tenemos –lo interrumpió –Haz la poción. Yo me encargaré de que acepte –agregó antes de que pudiera interrumpirlo.

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