Capítulo 20

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   Draco, por un temeroso momento, temió que Snape le saltara encima, aun cuando llevaba a su hijo dormido en brazos, cuando le dijo que sabía dónde pudo haber ido Harry; la mirada oscura que le dirigió al dar un paso hacia él no garantizaba nada bueno.

-Le juraste a Arthur Weasley que no tenías nada que ver en esto –siseó.

-Y no lo hago, señor –contestó Draco retrocediendo el mismo espacio que había ganado cuando llegó. Nunca le había tenido miedo a Snape, si respeto ya que era el Jefe de su Casa, pero en ese momento entendió a todos esos alumnos que temblaban incluso ante una sola mirada del hombre –Sé que él puede estar allí porque hace una semana me pidió que le ayudara a vencer al Señor Tenebroso –explicó –Y él está tomando mi antigua casa como su cuartel.

-¿Harry sabe cómo entrar?

   La voz de Snape había perdido el siseo del principio y ahora sonaba más bien apremiante, cosa que a Draco no le sorprendió en lo más mínimo; trece minutos contados habían transcurrido desde que Harry y sus amigos se marcharan, y cada minuto que pasaba sólo significaba que estaban un paso más lejos de poder rescatarlos con vida.

-Sí –contestó el muchacho entonces –Estoy seguro que ocupará el pasadizo del que le hablé una vez. Pero hay otro –se apresuró a decir antes de que el hombre pudiera reclamarle ese hecho –Es más directo, y si nos apresuramos podemos llegar antes que ellos incluso. Estoy seguro que las protecciones no nos rechazaran como lo hará con ellos que tendrán que aparecerse lejos y caminar hasta el pasadizo. Nosotros no –dijo rozando su brazo izquierdo con los dedos de la mano contraria, sus ojos grises oscureciéndose levemente.

   Severus asintió, dirigiéndose a la puerta para ir a la sala donde estaban los demás, el peso en sus brazos del cuerpo dormido de Gideon haciéndose más real a cada paso que daba. No quería dejar a su hijo solo en esa casa, pero sabía que tampoco podía llevarlo con él o quedarse allí como si no sucediera nada. No podía dejar que mataran a Harry. Y no solamente porque el enlace que los unía se resentiría, arrastrándolo a la depresión hasta que pudiera vencerlo o la falta terminara por matarlo. Sabía que no sólo era por eso.

-Están en la Mansión Malfoy –anunció llegando a la sala donde los Weasley se encontraban preparando una estrategia, aunque no sabían a dónde debían ir, pero al escuchar a Snape todos guardaron silencio –Sabemos cómo entrar, y posiblemente llegar antes que ellos. Pero sólo lo podemos hacer Draco y yo, ustedes deberán ir por el camino más largo.

   Ninguno de los Weasley preguntó ni dijo nada, entendiendo enseguida el por qué sólo ellos dos tendrían esa ventaja.

   Severus, al ver que nadie se le opondría a lo dicho, dejó que Draco les explicara dónde ir y qué hacer, mientras él se acercó a Fleur, la única de los Weasley que se mantenía alejada de los demás, seguramente porque Bill no quería que se involucrara en algo tan peligroso, supuso.

-Cuídalo –dijo simplemente extendiendo a Gideon hacia ella.

   Cuando Fleur sujetó al niño en sus brazos, asintiendo con la cabeza mientras mirando fijamente a los ojos negros del hombre, asegurándole sin palabras que lo haría con su vida si era necesario, Severus dio media vuelta y salió de la casa, ignorando el peso que se asentó en su pecho al dejar a su hijo atrás.

***

   Llegar hasta el límite de la Mansión Malfoy no fue algo difícil, las protecciones los dejaron atravesarlas fácilmente por llevar la Marca Tenebrosa en el brazo, tal como dijo Draco que sería; lo difícil iba ser esperar a Harry mientras sentía como la incertidumbre crecía lentamente y la fuerza del enlace jalaba de él de manera constante y dolorosa.

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