Capítulo 18

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    Separar a Gideon de Severus no estaba resultando tarea fácil. Para nada.

   Esa mañana ni bien despertó había reclamado la atención de su padre (aunque incluso dormido había estado aferrado a él), y una vez el hombre lo tomó en sus brazos, el niño no volvió a soltarlo. No importaba cuánto había querido dejarlo con Harry, en la cama, o incluso en la bañera que era el lugar que más le gustaba, Gideon simplemente se aferraba más fuertemente a la ropa de su padre y gritaba tan fuerte que parecía que lo estaban golpeando.

-Silencio –le exigió Severus cuando el niño chilló particularmente fuerte una vez que Fleur había querido alzarlo.

   Gideon, como siempre, se calló inmediatamente ante la orden de su padre, pero aun así no quiso ir con la mujer rubia que quería tomarlo, lanzándole una mirada digna de Snape: con ese ceño fruncido y fijo que decía claramente “No te acerques”, pero que en él, en lugar de aterrador, se veía más bien tierno. Más cuando, una vez que Fleur prefirió dejarlo alejándose con una sonrisa por la imitación deformada que hacía de su padre, el niño volvió a mostrarse calmado, entreteniéndose en masticar el borde de la mandíbula de Severus, como si nada de lo anterior hubiera sucedido.

   Todos los presentes miraban aturdidos la escena, ya que conocían muy bien al hombre (exceptuando Fleur) y ninguno de ellos esperó ver, ni en sus sueños más locos, algo semejante: el huraño y temido murciélago de las mazmorras, Severus Snape… dejando que un crio le llene de saliva la cara. Y más. No sólo no parecía importarle sino que, pensando que nadie lo veía, sonrió. Severus Snape… sonrió.

   Arthur Weasley, quien era el que más conocía a Snape por trabajar juntos en la Orden del Fénix, estaba asombrado, y no sólo por la presente escena sino por aquella que presenció cuando fue a la habitación que le habían asignado al hombre y lo vio abrazando a Harry mientras el chico lloraba. Era claro que lo vivido juntos durante ese año le estaba cambiando radicalmente para bien, pensó con una sonrisa.

-Esto sí que es digno de ver, ¿verdad, Molly? –Dijo en voz alta volviendo la vista a su costado.

   Entonces lo notó, no sólo porque a quien buscaba no estaba a su lado sino también porque los demás le miraron con una mezcla entre la confusión y el dolor profundo. Molly, su compañera de toda la vida, no estaba allí… y nunca más estaría. Sin agregar nada más, dio media vuelta saliendo de la sala y se encerró en su habitación.


***

  Harry también pasó encerrado en su habitación todo ese día, y los dos sucesivos a su llegada a El Refugio, pero su razón era diferente; él estaba planeando cómo enfrentarse a Voldemort para matarlo de una vez y para siempre, mientras intentaba que ese sentimiento de culpa que quería llenarlo no encontrara lugar en su interior al estar ocupado con otros pensamientos. Pero eso, al igual que separar a Gideon de Severus, no era fácil. La culpa de saber que si no fuera por él aun estarían protegidos en la casa de Irlanda era algo de lo que no se podía deshacer, teniéndolo presente cada vez que veía a Draco.

   “Draco”, repitió Harry, recordando cuando lo vio al llegar a El Refugio. El muchacho rubio, si bien a primera vista podía parecer que no había cambiado en nada durante el año que llevaban sin verse, Harry pudo notar enseguida que sus ojos ya no brillaban como antes haciendo que se viera mucho más viejo de sus dieciocho años. Y no era para menos, se dijo, después de todo lo vivido en los últimos dos meses lo difícil hubiera sido que no cambiara. Lo que sabía Harry de lo sucedido era lo poco que Bill le había relatado, ya que Draco no parecía dispuesto a hablar del tema, diciendo únicamente que todo había sido una masacre. Bill tampoco quiso dar muchos detalles, pese a que él había presenciado el escenario una vez que todo terminó, ya que fue el encargado de rescatar a Draco luego de que le llegara un pedido de auxilio de su parte por medio de un patronus; pero el haber regresado a El Refugio mordido en diferentes lugares y con la única compañía del muchacho rubio, decía claramente para todos que los Lupin estaban más allá de toda ayuda humana.
 
   Por eso Harry no podía dejar de culparse a sí mismo y a su estupidez al haber creído que quien lo llamó por medio del galeón adulterado era quien decía ser, como si no supiera que los mortífagos eran capaces de muchas cosas; incluso lo hacía sentir peor el hecho de que él había notado que “Draco” se estaba comportando de una manera extraña, pero no lo tomó en cuenta, poniendo así en peligro la vida de Gideon y de Severus… La vida de su familia.

   Harry se detuvo en ese punto, no lo había notado antes pero no era la primera vez que pensaba en ellos como “familia”. Aunque aún tenía ese sentimiento extraño de vacío cuando veía a Gideon, que no se le había ido por más que llevaba tiempo ya esforzándose para que eso cambiara, con Snape era diferente, si incluso hasta había empezado a tutearlo y ya no se sentía tan incómodo con él. Definitivamente, ellos eran su familia, sonrió inconscientemente, pero su sonrisa decayó rápidamente otra vez al pensar en Voldemort, en las familias que estaba destruyendo…

FUTURO MANIPULADO Where stories live. Discover now