Capítulo 9

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   “Es un sueño”, se dijo Harry, “Esto no puede estar pasando. No es posible”. Cerró los ojos con fuerza rogando a Merlín y todos los magos que estuvieran escuchándole que al abrirlos su alucinación hubiera desaparecido, pero para su estupor cuando abrió los ojos de nuevo el pequeño bebé seguía allí, acostado en una tosca cuna improvisada a unos pocos metros de él.

   Intentó levantarse de la cama entonces, tal vez sólo era la perspectiva en la que estaba mirando, tal vez allí no había nada, quiso convencerse, pero un fuerte dolor en su abdomen le hizo replantearse la idea. Se quedó lo más quieto posible hasta que el dolor pasó, para luego quitarse la sábana con la que estaba tapado; no llevaba camisa, sólo una venda cubriéndole apretadamente desde el abdomen hasta el inicio de la cadera.

   Cerró los ojos nuevamente y suspiró, al menos no había muerto después de lo que hizo, se consoló recordándolo…

    “…Si fuera una chica diría que está embarazada…”

   “…Te mando el uniforme que me pediste que comprara para ti. No pude evitar darme cuenta que es dos talles más grandes que el anterior que te envié hace tres semanas. ¿Qué es lo que está sucediendo, Harry?...”

    “…Ni que fueras una chica preocupada por estar embarazada…”

   “…No hay manera de que en el mundo mágico un hombre pueda concebir. Es imposible”.

   Esas frases dando vueltas en su cabeza le hacían marearse cada vez más, no podía pensar en otra cosa, no podía concentrarse. Se tomó la cabeza con las manos, respirando profundamente para calmarse, pero sólo parecía empeorar. ¿Por qué su vida no podía ser normal? ¿Por qué siempre le tenía que suceder todo lo peor a él? Pensó queriendo gritar de la impotencia… y entonces lo sintió; un movimiento dentro de sí, como si algo se estuviera acomodando, algo que no debería estar allí. Llevó sus manos a su abdomen, hinchado de una manera extraña, no era como si hubiera aumentado de peso normalmente, no era normal. El movimiento se repitió, y entonces no pudo aguantarlo más, desesperadamente comenzó a clavarse las uñas, rompiendo la piel  y sacándose sangre; el estrés y encierro de los últimos días le estaban pasando factura.

   Tomó su varita y se dirigió al baño, encerrándose en el pequeño cuarto dispuesto a sacarse lo que sea que estuviera creciendo dentro de sí, así muriera él mismo en el proceso no importaba. Se sentó en el suelo y empuñando su varita con fuerza tomó aire antes de hacerse un profundo corte en su hinchado abdomen; la sangre empezó a brotar rápidamente, pero él no se detuvo, a pesar del dolor y los gritos que se escuchaban del otro lado de la puerta exigiéndole que saliera.

   Lo último que vio antes de desmayarse por el dolor y la pérdida de sangre, había sido la puerta abriéndose a causa de un bombarda…

   Un pequeño quejido le hizo volver a abrir los ojos encontrándose con lo que creyó era sólo su “alucinación”. Una alucinación que le causaba terror porque allí se hacían realidad sus peores pesadillas. El bebé comenzó a llorar de repente, y Harry no hizo más que taparse los oídos aunque el sonido ni siquiera era fuerte, más parecido al maullido de un gatito que al llanto de un bebé.

-Cállate –dijo, apretando sus oídos causándose dolor –Sólo cállate –pidió nuevamente, casi como si le suplicara.

   El que llorara hacía que su pesadilla fuera más real, aunque sabía que lo era, sabía que no era sólo un sueño o una alucinación. Había estado gestando al niño de Snape y ahora estaba allí; se lo había quitado a la fuerza de su interior sólo para que lo atormentara de una manera física y ya no como un simple pensamiento. Y lo peor es que estaba solo, nadie estaba con él para ayudarlo con lo que estaba sucediendo; ya no estaban Ron, Hermione, Draco ni Remus. Diablos, ni siquiera Snape estaba allí para que se hiciera cargo de su hijo.

   Estaba completamente solo.

******

-Pero, ¿dónde está? ¿Qué fue lo que sucedió? Eso es lo que quiero saber.

-Remus, cálmate, no lograremos nada si todos estamos nerviosos…

-¡Calmarme! ¿Cómo quieres que me calme, Minerva? –Preguntó el hombre, exasperado, golpeando un puño en el escritorio –Cuando Harry lleva dos meses desaparecido y ni siquiera sabemos dónde está o lo que le puede estar sucediendo. ¿Cómo quieres que me calme cuando los aurores están acusando a Harry de asesinato, y piensan que por eso huyó? –Bufó antes de agregar –Es sólo un niño, no puedo creer que pienses que esa es siquiera una posibilidad.

-Harry no estaba en buenos términos con él –indicó Minerva –Eso era evidente para muchos…

-¿Tú también crees que fue él? –Preguntó, el ceño fruncido del enojo y el desconcierto, mientras un peligroso tinte amarillo empezaba a aparecer en sus ojos miel.

-No estoy diciendo eso –se apresuró a aclarar la mujer –Sólo que esa es la razón por la que creen que pudo haber sido Harry. Pero yo estoy segura que no fue él –reafirmó. Luego se quedó unos minutos en silencio, pensando, hasta que volvió a hablar –Algunos alumnos me dijeron que vieron a Draco Malfoy corriendo por los pasillos con la varita en la mano –susurró, casi como si tuviera miedo de decirlo en voz alta, algo que a Remus le sorprendió; Minerva no solía mostrarse insegura ni con miedo por nada –Iba con dirección al despacho.

-¿Crees que...?

-No lo sé –dijo, sus manos moviéndose mecánicamente al alisar arrugas imaginarias en su túnica. Otro gesto de que estaba nerviosa –Realmente no lo sé.

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